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Arin Drakon

Cuando estuve preparado, bajé las escaleras lo más rápido que pude. Me coloqué frente a la puerta principal y esperé. Los minutos parecieron eternos mientras esperaba su llegada. Finalmente, la puerta se abrió, la luz entró de ella y tuve que acostumbrarme, dibujé una sonrisa cuando reconocí la silueta. Crystal dio un paso dejándose ver, su sonrisa era tímida.

Mi corazón dio un vuelco al verla, y en ese momento supe que haría todo lo posible para cuidarla y protegerla. No quería agobiarla así que di un pequeño paso hacia ella mientras no apartaba mis ojos de la mujer más hermosa que había conocido en mi vida. Crystal Frost era la única persona que podía hacer que yo ardiera de amor.

Nos acercamos el uno al otro, y sin decir una palabra, nos fundimos en un cálido abrazo. Todo lo demás pareció desvanecerse mientras nos reencontrábamos, y supe en ese instante que estábamos destinados a estar juntos, superando cualquier obstáculo que se interpusiera en nuestro camino. Nuestra historia de amor estaba lejos de ser perfecta, pero eso solo hacía que fuera más especial y significativa.

Ella lloró en mi hombro pidiendo perdón y yo solo pude acariciarle el pelo mientras le decía que no tenía porque pedir disculpas. Verla llorar era mi debilidad, sentía que todo me quemaba. Sus lágrimas tocaban mi corazón de una manera profunda. La abracé con más fuerza, tratando de transmitirle mi apoyo y cariño. Le susurré palabras reconfortantes, asegurándole que no tenía que pedir perdón, que yo la entendía y que lo más importante era que estuviera de vuelta a mi lado.

-Estoy aquí, Crystal, y siempre estaré contigo -le dije con suavidad, besando suavemente su frente-. No importa lo que haya pasado, lo importante es que ahora estamos juntos de nuevo. Todo lo que importa es que te quiero y te necesito en mi vida.

Ella levantó la cabeza y nuestras miradas se encontraron. En sus ojos vi una mezcla de emociones, pero sobre todo, vi el amor y el alivio de tenerme de nuevo a su lado. Me perdí en su mirada, sintiendo una conexión profunda entre nosotros.

-Te amo, Arin -susurró con voz temblorosa.

-Yo también te amo, Crystal -respondí, sin poder contener una sonrisa de felicidad-. Te he echado de menos.

-Estoy aquí.-susurró.

-Lo estás.- la agarré de la mano y la guie al interior de palacio. Subiendo las escaleras hasta entrar en mi habitación.

Sé que una conversación era la mejor opción. Y que acorralarla en la puerta de mi habitación era sinónimo de no respetar su espacio y no haber aprendido nada durante las terapias, pero nada de eso me importó cuando mis labios tocaron los suyos. Un fuego arrasador se encendió en mí. La palma de mi mano picó buscando más contacto, pero la dejé reposar en su cadera mientras suspirábamos. La anhelaba, deseaba tocar todo su cuerpo y deshacerme de esta sensación. Pero quería tomarme mi tiempo, quería que mi lengua recorriera todo su cuerpo. Que me lo aprendiera.

Quería verla, descubrirla y hacerla mía en todas las maneras posibles. Quería hacerla llorar de placer, quería darle el mejor momento de su vida. Y para ello necesitábamos tiempo, y podría esperar toda la vida si ella me lo pidiera.

Volví a besarla, saboreé su lengua y acuné sus mejillas con mis manos. Un gemido se atascó en nuestros labios y yo gruñí mordiéndole el labio inferior. Mis manos moldearon todo su cuerpo y se encargaron de hacer que la ropa desapareciera.

No tuve prisa en saboteadla. Mientras la tumbaba en la cama dejé que mi lengua hiciera el recorrido con el que tanto había soñado. Los pequeños jadeos de ella eran música para mis oídos y el incentivo de seguir. Adoré su cuerpo entero y se lo hice saber. Dejé besos húmedos en todos sus muslos antes de mirarla a los ojos y saborearla.

Frozen flames.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora