18; Adicto a tu piel.

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Narra Jungkook:

—Y yo que quería hablar sobre los nombres de los bebés —comento un poco agitado, dejándola continuar con su cometido. Sus besos divagan por mi mandíbula, suben a mi mentón y se detienen a besar mis labios con fervor; mientras su mano se encuentra dentro de mi ropa interior, toma mi reciente erección y comienza a torturarme con un suave vaivén. Luego la veo alejarse para recostarse de costado, cerca de mi abdomen, sin dejar de masturbarme. Y, un instante después, comienza a saborear mi glande con su lengua, succiona hasta la mitad de mi erecta virilidad y habla:

—Al menos, siempre podré complacerte con mi boca —declara sonriendo libertina, relamiendo sus labios antes de volver a bajar su cabeza y dedicarse a succionarlo con gran aptitud.

Narra Emily:

—Ti-tienes razón —farfulla extasiado por el excelente trabajo que le estoy practicando con mi cavidad bucal, en conjunto con mi traviesa lengua. El embarazo me volvió toda una ninfómana, lo necesito todo el tiempo sobre mí; besándome, acariciando mis partes prohibidas y penetrándome con esa rudeza cálida que suele utilizar—. Pero, yo no podré estar dentro de ti por varios meses, y eso será una verdadera tortura, así que déjame hacerte mía una vez más, cariño —proclama, y ahí vuelve a aparecer el Jungkook dominante. Se reincorpora quedando sentado detrás de mí; y sus labios trazan líneas irregulares por todo mi cuello, logrando que mi espalda quede rendida sobre su regazo.

Levantó mi blusa blanca y con cuidado acarició mi extenso vientre, iniciando en simultáneo, un embelesante beso de lengua, que provocó que mis bragas beige se empaparan, y mi entrepierna lo anhelara en su interior. Pronto su mano se dirigió a mis sensibles senos, estimulando con gentileza mis pezones, y dichas caricias hicieron que gruña sobre sus adictivos labios, deseando esos dedos dentro de mí.

—Ven, ponte de pie —pidió con voz ronca, rozando nuestros labios, para segundos después, declinar más su rostro y hablarme directamente al oído:—. Quiero desnudarte lentamente, disfrutar de cada centímetro de tus calientes curvas con mis ojos —succionó la piel de mi cuello, humedeciéndola a su vez con su experta lengua—… Y luego, con mis manos —acaricia el surco entre mis senos con la yema de sus dedos—. Para finalmente terminar en tu cálido interior, poniéndote a gemir con locura mi nombre, hasta que ya no puedas más —objeta con voz avasallante. Se separa un poco de mí, poniéndose de pie primero, para deshacerse de su ropa en un santiamén, dejando solo sus provocadores Calvin Klein rojos, donde se podía percibir su latente erección. Entonces, con sumo cuidado me ayudó a ponerme de pie, y sin muchos rodeos, se puso detrás de mí, con sus manos recorriendo mi cintura ordenó:—. Levanta los brazos ahora, preciosa —antes de que pudiese acatar su orden, besó mi cuello con parsimonia y mordió mi lóbulo un poco—. Eres perfecta, siempre lo has sido —habla mientras desliza mi blusa por el largo de mis brazos—. Y jamás me cansaría de ti, porque soy un adicto a tu piel, a tu aroma, a ti —concluye bajando los breteles de mi sostén, hasta que este cae por sí solo al suelo. Toma mi largo cabello rubio y lo lleva todo sobre mi hombro izquierdo, dejando la totalidad de mi espalda a merced de su abrazadora boca, que no tarda mucho en besar mi espina dorsal, agachándose poco a poco hasta quedar de rodillas detrás de mí, con su aliento acariciando mi espalda baja, y sus manos en el elástico de mi legging azul oscuro, el cual fue bajando con sus manos dentro de la tela, acariciando mis muslos en el proceso, deteniendo su ígneo recorrido en mis rodillas. Por consiguiente, sentí sus manos tibias recorrer la parte trasera de mis muslos, hasta detenerse a acariciar mis glúteos en forma de delicados círculos que ponían a cosquillear todo mi interior.

Después, decidió besar una de mis nalgas haciéndome echar la cabeza hacia atrás, llevando sus promiscuas manos dentro de mi braga, justo por debajo de mi vientre, deslizando la yema de tres de sus dedos por el largo de mis pliegues femeninos, húmedos a causa suya, robándome el aliento con suaves caricias que hacían que mi espalda se retorciese sobre su pecho. Así se mantuvo durante varios segundos, hasta que decidió privar a mi entrepierna de su experto toque, para tomarme en brazos, haciendo uso de su colosal fuerza, pasando uno por debajo de mis rodillas, mientras el otro se aseguraba a lo que quedaba de mi cintura.

› Emily Love Story 🌺 2 ‹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora