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Aurora Walker

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Aurora Walker

- No vuelvas a besarme - susurro entre dientes, furiosa, liberándome de sus brazos, saliendo de la pista de baile.

Camino rápidamente hacia la mansión, alejándome de la fiesta. Brian me jala del brazo, quedando frente a él.

- Serás mía, nena - susurra, con ojos brillantes, ardientes, exitados y de repente tira de mi hasta rodearme con los brazos los muslos y me acuesta sobre su hombro. Pone una mano en mi trasero y la otra en mi cintura.
- ¡Bájame! ¡Suéltame ahora mismo! - grito, golpeando su espalda.
- Eres una chica muy fastidiosa - me susurra - te castigaré.

Entra en la mansión mientra trato de zafarme de su agarre. Le jalo el saco en un intento de escapar, pero cada movimiento es inútil, pues el me sujeta con más fuerza y me pega más a su cuerpo.

- Te ves hermosa con ese vestido - murmura y me da una palmada en el muslo.
- ¡NO ME TOQUES! - grito enfurecida.

Siento su sonrisa triunfante mientras me conduce a través de la casa, hasta llegar a su habitación. Estoy temblando. No, por favor, no. Esto no puede ser. Caminó hasta la cama y con un movimiento rápido me acostó sobre ella.

Comienza a desnudarse. Se quita el saco y el chaleco y los deja encima de una cómoda junto a la cama. Luego se quita la camisa y el cinturón. Su pelo rubio está alborotado y le cuelga el pantalón. Sus ojos azules son audaces y brillantes. Tiene el abdomen muy definido, marcado y musculoso. En un movimiento lento se quita el pantalón y los zapatos de vestir. Puedo ver su miembro a través del bóxer.

Mierda...

- Levántate - murmura - Te quitaré el vestido.
- Brian, por favor, no...

Se inclina hacía la cama y me jala cuidadosamente del brazo, levantándome y quedando frente a él.

- Te di una orden, Aurora. Ahora te lo haré, duro.

Se acerca a mí despacio. Está muy seguro de sí mismo, y le brillan los ojos. El corazón se me dispara a causa del miedo y la sangre me bombea todo el cuerpo.

- Date la vuelta - me dice en voz baja. Su voz es autoritaria.

Obedezco con el cuerpo tembloroso y sus manos suben hasta mi pelo. Me va quitando las pequeñas flores en las trenzas, una tras otra. Sus dedos expertos hacen que el pelo me caiga por los hombros, cubriéndome la espalda y sobre todo los pechos. Intento quedarme muy quieta, no puedo escapar, el podría matarme.

- Te veías tan hermosa, esposa mía - tiene la boca junto a mi oído y siento su aliento.

Me aparta el pelo y, siguiendo con un dedo el borde del vestido me desabrocha con destreza el primer botón. Me estremezco por la anticipación.

- Oh, Aurora... no escaparás de mí - con lentitud me va desabrochando los botones uno a uno, bajando por toda la espalda.

Cierro los ojos, derrotada, y dejo que siga.

- Eres tan sexy - dice en un susurro. Me va deslizando el vestido por los brazos hasta que cae a mis pies en una nube de seda y encaje - vuélvete y mírame - me ordena de nuevo con la voz ronca.

Lo hago y él da un fuerte respingo. Los ojos de Brian me recorren el cuerpo ávidamente. Se limita a mirarme con los ojos muy abiertos por el deseo. Alza una mano y me pasa suavemente los dedos por la mejilla hasta el mentón.

- No sabes lo que voy a hacerte... - añade, acariciándome la barbilla.

Comienza a desabrochar el blanco corsé, mientras me besa. Trato de acoplarme a sus labios exigentes, firmes y lentos. Comienza a quitarme el corsé, besándome la mandíbula, la barbilla y las comisuras de la boca. Me lo quita muy despacio y la deja caer al suelo. Después hace lo mismo con el ligero, mientras va encadenando besos desde mis pechos hasta el abdomen. Siento los ojos llenos de lágrimas, a punto de derramarse.

- Eres mi mujer.

Ahogo un sollozo y extiende sus manos sobre mis nalgas y suelta los broches del ligero.

- Siéntate.

Lo hago. Brian se arrodilla a mis pies y me quita con suavidad los zapatos de novia. Agarra la parte posterior de las medias y las desliza por mis piernas lentamente. Gime y en un movimiento rapidísimo me agarra por la cintura, me empuja suavemente y caigo sobre la cama. Se quita los bóxers y libera su erección.

Madre mía...

Se sienta, me quita las bragas y las tira al suelo. Después se acuesta sobre mí. Sus labios se encuentran con los míos y me rodea la cara con las manos para mantenerme quieta mientras nuestras lenguas se rodean la una de la otra, y se mueve entre mis piernas para que las abra.

- Brian... por favor... - sollozo, conteniendo las lágrimas.
- Shhht. Disfruta, nena.

Me mira con la mandíbula apretada y los ojos ardientes.

- ¡Brian! ¡No! - grito.

Y me hundo en un llanto inquebrantable, cuando Brian está a punto de desgarrar mi virginidad. 

Grité, metiendo la cabeza en las almohadas y la sábana de seda, y él me agarró con firmeza las caderas. Lo agarré y le arañé la espalda. Estaba apunto de introducirse en mí. Cerré los ojos, no podía soportar lo que me estaba haciendo.

- Nunca he hecho esto. Por favor, Brian, suéltame - susurré. Los espasmos del llanto salieron de mí.

Brian se congeló y yo también me quedé en shock. Al cabo de un segundo jalé la sábana de seda y me cubrí el cuerpo. Levanto los ojos hacia él, sollozando. Me mira boquiabierto, paralizado y pálido, muy pálido. Por un momento no se movió ni un centímetro hasta que se levantó, poniéndose de nuevo los calzoncillos.

- Aurora... ¿por qué coño no me dijiste? - gruñó.
- ¡Estabas a punto de violarme! - grité, llorando.

Se pasa una mano por el pelo mientras camina de un lado a otro, a través del dormitorio.

- Aurora, lo siento tanto...
- Te odio... - susurré entre dientes, mirándolo con ira.

Me envolví en la sábana y me levanté de la cama con las piernas temblorosas.

- Algún día te entregarás a mí.

Caminó hasta quedar frente a mí, movió mi cara a la suya y me besó profundamente. Cuidadosamente me soltó.

- Sal de aquí. ¡Ahora! - grita y señala la puerta.
- Me das asco - murmuro.

Lo miré con los ojos inundados en lágrimas mientras me separaba de él y salí de la habitación para entrar a la mía, la cual estaba frente a la suya.

Me di una ducha rápida, mientras me hundía en el dolor. Cuando salí me puse una camiseta y unos pantalones de algodón. Me metí bajo el edredón y, sollozando desgarradoramente, puse mi cabeza en una almohada. Lo odié. Cerré los ojos, prometiendo odiar a ese hombre, por el resto de mi vida.

𝐋𝐚 𝐨𝐬𝐜𝐮𝐫𝐚 𝐩𝐚𝐬𝐢𝐨́𝐧 𝐝𝐞 𝐁𝐫𝐢𝐚𝐧 𝐎'𝐂𝐨𝐧𝐧𝐞𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora