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Aurora Walker

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Aurora Walker

Y entonces, sentí sus labios sobre los míos. Sus manos me sujetaron con fuerza el rostro y lentamente bajaron hasta mi cintura. No pude evitar cerrar los ojos y contener un suspiro. Él me tomaba más fuerte y poderoso, y supe que había cometido un error al enfrentarlo. ¿Por qué lo había hecho? ¿Por qué después de verlo con esa mujer quería enfrentarlo? ¿Por qué no podía apartarlo? ¿Por qué disfrutaba este beso?

Volvió a sujetarme por la nuca mientras sus labios me tomaban en una explosión de rabia y deseo. Solté un jadeo involuntario contra su boca, y entonces él aprovechó la separación de mis labios para deslizar la lengua entre ellos. Me quedé rígida en sus brazos, aquello era inesperado y daba la impresión de que aquello era algo esperado. Brian me apretó un poco más a la pared y deslizó la otra mano por detrás y sujetó la suave curva de mi trasero.

Oh, madre mía...

- Oh, Aurora, me fastidias - susurró el contra mis labios, sin soltarme.

Me rendí. Dejé que mi cuerpo se amoldeara entre sus brazos y el suyo, con más proximidad. Sabía que tenía que apartarlo, sabía que lo odiaba, pero mis labios se movían desesperados a causa de la necesidad y estar con él se sentía tan... tan bien.

Olía bien. Sabía bien. Un gemido grave y triunfante surgió de la boca de Brian mientras me besaba con ardor, desafiándome. Nunca me han besado así. Le sujeto con fuerza su rubio cabello entre mis dedos y mi lengua acaricia tímidamente la suya, creando sensaciones en cada roce.

- Brian... - digo entrecortadamente.
- Tú también me deseas, Walker - susurró, mientras sus dedos subían por mis muslos hasta la parte inferior del vestido.
- Te odio, Brian. Te odio.
- Ese es un sentimiento ardiente, esposa mía - susurró con una sonrisa pícara y volvió a besarme.

Solté un grito ahogado. Estaba temblando. No podía creer lo que estaba pasando, pero había sido todo tan rápido... Quería detenerlo, lo odiaba, estaba segura, pero sentir sus labios, su cuerpo musculoso, su rostro fino y sus caricias, era algo sorprendente, increíble.

Estaba perdiendo la cabeza. No podía dejar que este hombre me tocara. Era un sádico, obsesionado del control y mi secuestrador.

- Suéltame, ahora - le dije apartándome, mientras me acomodaba el vestido.
- Creí que querías tu noche de bodas ahora, Walker.
- No me volverás a tocar. Eres un imbécil - le dije mirando a cualquier parte menos a él.
- Bueno, cariño, tú me has provocado. No pusiste mucha resistencia. Te ha gustado.
- Me he dejado llevar. No volverá a ocurrir. Puedes ir y acostarte con esa mujer. Solo déjame tranquila, hasta que mi padre pague mi libertad.

Me miró con una sonrisa traviesa.

- ¿Has armado todo un espectáculo por Bethany, eh? Creí que no significo nada para ti.

Bethany, así es como se llama esa mujer.

- ¡Déjame en paz! - le grité frustrada.
- Me ocasionarás muchos problemas, Aurora. Uno de ellos es bajar vestida así.
- No tengo porque soportar esto, Brian. Jódete - caminé hasta la cama.
- Esto no ha terminado.

Me jala del brazo, me gira, agarra mi barbilla y su boca está en la mía, otra vez. Sus labios están en mi oreja, en mi garganta, y luego de regreso a mis labios. Sus manos viajan por mi cuerpo. Me acaricia y siento su recorrido por cada espacio de mi piel, enviando escalofríos por todo mi cuerpo. Me empuja ligeramente y ambos caemos sobre la cama. Está sobre mí. Su erección está rígida a través de su pantalón.

Se detiene y me mira. Sus ojos azules están deseosos, llenos de oscuridad, expuestos. Coloca sus manos al rededor de mi rostro y me besa. ¡CARAJO! ¿Por qué no puedo alejarme de él?

No puedo hacer esto, no con este hombre. No entiendo porqué me dejo llevar.

- Brian, detente... - susurro urgentemente, contra su boca.
- ¿Qué? Vamos, entregáte - murmura, me coloca las manos por encima de la cabeza y las sujeta con fuerza, evitando moverme.
- No puedo hacer esto. Suéltame - mis piernas empujan su abdomen.
- Eres mi mujer - comienza a besar mi cuello.
- Si vuelves a tocarme te juro que...

Brian sonrío con los ojos azules brillantes y después apagó la sonrisa instantáneamente. Traga y se tensa antes de dejar escapar un suspiro, un largo suspiro.

- ¿Qué, Aurora? ¿Qué harás? ¿Crees que puedes hacer algo contra mí?

Me quedé callada.

- No lo sé. Pero algún día te haré pagar todo lo que has hecho.

Él rió burlonamnete y mi corazón dió un vuelco. Dios, era hermoso. Por mucho que lo odiara tenía que admitirlo.

- Eres una chica muy... fastidiosa - respondió, relajándose mientras paseaba la mirada por la habitación. Luego volvió el rostro hacia mí.

- ¿Qué hacías observándome con Bethany? - susurró él.

Mierda.

- Eso no importa. Sal de aquí.
- ¿No te gustaría que te hiciera lo mismo a ti? ¿No hay una parte de ti que lo desea?

Me quedo boquiabierta. No quería estar más cerca de él, no podía. Me ponía nerviosa. Me sentía vulnerable.

- ¿Por qué haces todo esto, Brian? - pregunté con voz temblorosa.
- Ahórrate las preguntas, Aurora. Tu espectáculo no se volverá a repetir. Ni siquiera lo pienses. Puedo hacerle cualquier cosa a ti y a los que amas si sigues fastidiándome. No tienes idea, Aurora, de lo que puedo hacer. Continúa y lo averiguarás.

Oh, no...

- Antes de que puedas evitarlo, te habrás vuelto loca por mí. Serás mía.

Sonrió con todo desafiante.

- Nunca.

Sentí que mis mejillas se sonrojaban de vergüenza. ¿Acaso el tenía razón? ¿Algún día sería suya? No, no, no. Esto no puede ser. Había respondido a su desvergonzado beso y me odiaba por ello, casi tanto como lo odiaba a él. Me senté en la cama.

- No voy a permitir que me toque - le dijo en voz baja - algún día escaparé.
- No - murmuró él y se volvió con lentitud hasta rozar su nariz con la mía - nunca escapará de mí.

Elevé más la barbilla de forma involuntaria, rozando sus labios con los míos.

- Y tengo la certeza de que nunca seré suya.

Brian recargó las manos a mis costados sobre el colchón y se arrodilló, quedando entre mis piernas, acorralándome, hasta sentir su aliento cálido cada vez más cerca.

- Sus labios me dicen otra cosa.

Noté que empezaba a temblar y sujeté la sábana de seda con fuerza en busca de apoyo.
- Eres un...
- ¿Maldito? Lo sé.

Los ojos de él centellearon y una mano saltó disparada para sujetar mi barbilla. La sostuvo así durante varios segundos, obligándome a mirarlo a los ojos. 

- Pero no parecía serlo cuando me correspondió ese beso - dijo con voz escalofriante.

Me quedé quita con la mirada fija en la de él, la piel me ardía.

- ¿Quiere que me vaya, esposa? - dijo con demasiada suavidad.

Me tembló la barbilla y tragué saliva con nerviosismo.

- Nunca seré tuya - juré con una voz grave e intensa - te voy a odiar por el resto de mis días. Nunca me entregaré a ti, Brian.

Su mano me soltó con sorprendente brusquedad, y luego con el rostro transformado en una furia, se marchó.

𝐋𝐚 𝐨𝐬𝐜𝐮𝐫𝐚 𝐩𝐚𝐬𝐢𝐨́𝐧 𝐝𝐞 𝐁𝐫𝐢𝐚𝐧 𝐎'𝐂𝐨𝐧𝐧𝐞𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora