𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐗𝐗𝐗𝐈𝐗

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𝐅𝐄𝐑𝐍𝐀𝐍𝐃𝐎

   Siento como el móvil se me resbala de la mano y se estrella contra el suelo. Escucho la voz de mi madre al otro lado, pero comienzan a pitarme los oídos.

—Fernando, ¿estás ahí? —pregunta mi madre.

Me dejo caer en el pequeño sofá de la habitación y escondo mi rostro entre mis manos. Me tiro del pelo y siento como mi corazón late con rapidez contra mi pecho. Sabía que algo de esto iba a pasar. No debí haberme ido.

Escucho golpes en mi puerta, pero los ignoro. Mi madre me sigue diciendo cosas al otro lado del móvil, pero yo solo escucho los pitidos de mis oídos y siento mi corazón en mi garganta. Las lágrimas comienzan a salir de mis ojos y a resbalar por mis mejillas. Noto como comienzo a temblar de rabia e impotencia.

—¡Vete! —grito al conseguir que la persona que llama insiste.

—Fernando, ¿qué cojones haces? —escucho la voz de Marcin Budkowski al otro lado.

—¡Que te largues, joder! —grito.

El ingeniero parece ignorar mis pedidos ya que abre la puerta y me mira enfadado.

—Me da igual lo que te pase, tienes que salir ahí y subirte al coche —habla.

—No estoy de humor para que me des órdenes, Budkowski.

—Fernando, tenemos una competición importante, hemos apostado mucho por ti al firmar contigo en tu vuelta.

—Ahora mismo me importa una puta mierda el premio.

Recojo mi móvil del suelo y cuelgo la llamada de mi madre. Paso por el lado del ingeniero jefe, chocando mi hombro contra el suyo y salgo del garaje de Alpine. Mi jefa de prensa viene hacia mí con el ceño fruncido.

—¿A dónde vas?

—De vuelta a España.

—Fernando, hay una carrera que...

—¡Me importa una mierda la carrera! —grito mientras me giro para enfrentarla.

—¿Se puede saber qué ocurre?

—Nada que os importe.

—Tendré que darle explicaciones a la prensa y a la FIA de por qué uno de los pilotos va a abandonar la carrera, ¿no crees?

Suelto un suspiro y me paso una mano por el pelo. Miro a mi jefa de prensa y me muerdo el labio inferior.

—Sí —asiento.

—¿Por qué no vamos fuera? —sugiere.

Asiento con la cabeza y salimos del garaje de Alpine. Caminamos por el paddock y mi jefa de prensa me mira esperando a que le de una respuesta.

—¿Por qué quieres irte tan de repente? —pregunta—. Los libres empiezan mañana, Fernando.

—Me ha llamado mi madre —hablo—. Sabes que estoy con Adelina, ¿no?

—¿Cómo no saberlo? —me dedica una sonrisa—. Habéis sido la comidilla unos días.

—Ya —suspiro.

—Pero no entiendo qué tiene que ver tu madre con esto —frunce el ceño.

—El ex de Adelina nos ha estado acosando durante un tiempo, le puse seguridad porque no quería imaginarme lo peor cuando no estuviese en España, y...—me paro en seco mientras noto como las lágrimas nublan mi vista—. Lo peor ha pasado.

𝐎𝐍𝐒𝐑𝐀 | 𝐅𝐄𝐑𝐍𝐀𝐍𝐃𝐎 𝐀𝐋𝐎𝐍𝐒𝐎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora