𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐗𝐈𝐕

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—¿Adelina? —Oriol me mira con el ceño fruncido y veo como su mirada va de Fernando a mí—. ¿Qué está pasando?

—Oriol...

—¿Por qué estás saliendo de la habitación de él y en albornoz? —veo como aprieta el portátil con fuerza.

—No es lo que parece, Oriol.

—Pues dime qué parece —me mira enfurecido.

—Yo... —no encuentro las palabras.

—Es cosa mía —habla Fernando a mi espalda—. He tenido un problema y la he llamado. No sabía que estaba saliendo del baño.

—¿Me tengo que creer eso? —Oriol nos mira.

Aparto la mirada y carraspeo.

—No lo sé —murmuro.

—Qué está pasando de verdad, Adelina.

Oriol se cruza de brazos sujetando aún el portátil. Está enfadado y con motivo. No sé como decir lo que ha pasado, aunque realmente no ha pasado nada más allá de un par de besos.

—Yo...

—Ya lo he dicho yo —vuelve a hablar Fernando.

—Y yo me tengo que creer que la has llamado para algo y ha tenido que venir en albornoz, ¿no? —Oriol aprieta la mandíbula—. ¿Es por esto por lo que estabas reacia a venir a Cataluña? —se dirige a mí—. ¿Por qué te estás tirando al piloto?

—No, no, eso no ha pasado, Oriol.

—¡¿Entonces como explicas que salgas así de su habitación y él esté despeinado?! —grita.

—Oriol por favor, déjame que...

—¿Qué me lo expliques? —una sonrisa socarrona se forma en su rostro—. No, no quiero saber como te lo tiras.

—Eso no ha pasado —interviene Fernando.

—¿Ah no? —Oriol alza ambas cejas.

—No, no ha pasado —repite Fernando—. Ha sido solo cosa mía.

Me giro impresionada hacia Fernando, le doy un pellizco pero él me mira fijamente. Mi corazón late con fuerza contra mi pecho. ¿Le va a decir la verdad?

—Hombre, imagino —Oriol me mira y veo dolor en sus ojos—. Ya que ella no está dispuesta a hablar, hazlo tu.

En ese momento otros huéspedes del hotel pasan por el pasillo. Nos saludan y nosotros solo les dedicamos una sonrisa.

—¿Podemos hablarlo en otro sitio? —sugiero.

—Claro, entremos.

Antes de que pueda reaccionar, Oriol ha entrado en la habitación de Fernando. Me giro y veo al piloto tan impresionado como yo. El oji azul deja el portátil sobre la cama y nos mira con furia. Se queda mirando la cama y después nos mira.

—Estoy esperando.

—Adelina no tiene nada que ver en esto —habla Fernando—. Es solo cosa mía. Quiero a mi amiga y quería pasar tiempo con ella.

—Me imagino el tiempo, sí.

—No ha pasado nada de lo que imaginas —continúa el piloto—. Ella me ha parado antes de que pudiese ir a más.

—¿Qué? —la voz de Oriol se entrecorta y veo como las lágrimas cristalizan sus ojos—. Adelina...

Agacho la cabeza y noto como las lágrimas bajan por mis mejillas.

𝐎𝐍𝐒𝐑𝐀 | 𝐅𝐄𝐑𝐍𝐀𝐍𝐃𝐎 𝐀𝐋𝐎𝐍𝐒𝐎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora