𝐎𝐍𝐒𝐑𝐀 | 𝐅𝐄𝐑𝐍𝐀𝐍𝐃𝐎 𝐀𝐋𝐎𝐍𝐒𝐎

𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐗𝐕𝐈𝐈

El mes de junio se acaba en un abrir y cerrar de ojos, la mayoría de los alumnos han aprobado a la primera y solo unos pocos tienen que ir a recuperaciones, lo que significa mucho menos trabajo para mí.

Ahora mismo me encuentro en el departamento esperando a que venga una chica que me pidió una revisión, pero ya llevo esperando quince minutos y no hay rastro alguno de ella. En ese momento, Fernando me llama por videollamada y lo cojo sin pensar.

—Uy, qué rápido —me mira con una sonrisa.

—Me has pillado aburrida —respondo.

—¿Y eso?

—Estoy en el departamento esperando a una alumna que me había pedido una revisión, pero no ha venido.

—¿Cuánto llevas esperando?

—Tenía que haber venido hace quince minutos, pero no ha aparecido.

—Pues no esperes más —frunce el ceño—. Es perder el tiempo. Si de verdad quisiera ver sus fallos, habría ido a la hora que le has puesto. No puedes estar esperando a cada alumno, Lina, tienes una vida.

—Lo sé.

Fernando sale de una habitación y veo que lleva una toalla alrededor del cuello.

—¿Interrumpo algo?

—No —niega—. Estaba saliendo de la sauna. He estado haciendo ejercicio y no sabes lo bien que sienta una sauna después de hacer cardio.

—No, no lo sé —niego con la cabeza—. No he tenido el honor de probar una sauna después de hacer cardio.

—Pues deberías —me guiña el ojo—. No sabes lo doblemente relajado que te deja.

—Tendré que probarlo algún día, sí.

—¿Me dejarías que fuese yo el que te lo enseñase?

—No sé —me encojo de hombros—. ¿No se lo puedo pedir a ninguno de tus otros compañeros?

La pequeña sonrisa que tenia el asturiano se borra un poco. Suelto una carcajada. En estos días hemos estado hablando por teléfono y por videollamada ya que yo no puedo moverme de Madrid por temas de trabajo y él tiene que viajar de un sitio a otro.

He empezado a conocer al Fernando adulto y me gusta saber que, a pesar de que es un hombre diferente al Fernando que conocía hace años, sigue teniendo una esencia picaresca y un poco del que era.

—¿Por qué se lo querrías pedir a alguno de mis compañeros?

—Ellos parecen tener más aguante y experiencia.

—¿Mas aguante y experiencia? —alza una ceja.

—Sí.

—Experiencia lo dudo —hace una mueca—. Aguante...quizás, pero no has probado el mío, puedo aguantar mucho.

—No lo sé, no lo he visto.

—Tendrás que fiarte de mi palabra entonces.

—Tendré que fiarme de tu palabra, sí —asiento con la cabeza.

—O siempre puedes comprobarlo —habla.

Noto como mis mejillas se enrojecen. Agradezco el hecho de haberme puesto uno de los auriculares. Miro a Fernando el cual ahora está respondiendo a alguien pues lo escucho hablar en inglés.

En ese momento escucho como llaman a la puerta, me quito el auricular y antes miro a Fernando, el cual sigue hablando con alguien. Dejo el móvil sobre el archivador que hay debajo de la mesa y doy el pase. Una chica con el pelo de colores aparece.