𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐗𝐗

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La alarma de Fernando me despierta, me quejo y me doy la vuelta. Noto como acaricia mi cintura y después escucho como el ruido cesa. 

    —Lo siento —lo escucho a mi espalda.

—¿Qué hora es?

—Las nueve —responde.

Me froto los ojos y me doy la vuelta quedando cara a cara con el piloto. Fernando tiene un brazo tapando sus ojos, le da tanta pereza como a mi levantarse.

—¿Qué tienes ahora? —pregunto.

—Entrevistas y luego los primeros libres —responde.

—Venga —le doy unos toquecitos en el brazo.

—No quiero —niega.

—Venga, Fernando —me río—. No seas remolón.

—No me seas mandona tan pronto, Lina —aparta su brazo de su rostro y me mira con una pequeña sonrisa.

—Pues no me seas un crío, Fernando.

El piloto se tumba de lado y me mira. Se restriega la cara después de bostezar y me mira.

—¿Soy un crío? —alza una ceja y me mira con una expresión divertida.

—Sí —le dedico una sonrisa—. Un crío que no quiere ir al cole.

—Pero mi cole es más divertido.

—Entonces, ¿por qué quejarse? —suelto una pequeña risa—. Cualquier persona querría estar en el cole en que estás tú.

—Lo sé —asiente—. Pero es que hoy tengo un motivo especial para no ir.

—¿Cuál?

—Tú —responde.

Noto como me sonrojo y Fernando acaricia mi mejilla.

—Buenos días —saluda.

—Buenos días —le dedico una sonrisa.

—¿Puedo darte un beso?

—No tienes que preguntar por eso, Fernando.

—Lo sé —asiente—. Pero prefiero hacerlo hasta que seamos algo serio.

Antes de poder responder, el piloto me está besando. Me pega contra su cuerpo y pone una de sus manos en mi nuca. Le muerdo el labio inferior y noto como me aprieta la cintura. Poco a poco, la intensidad del beso va subiendo. Fernando mete su mano por la camiseta de mi pijama y me estremezco ante su contacto. Noto como sonríe y sube su mano por mi espalda.

El piloto me tira un poco del pelo y suelto un gemido. Él se separa unos segundos de mí y veo sus pupilas dilatadas. Abre la boca para decir algo, pero lo beso. El asturiano se sorprende, pero rápidamente deja que siga besándolo. Fernando se voltea llevándome con él y quedando encima sin romper el beso. Paso mis manos por su pecho y noto como tira un poco más de mi pelo. Rompemos el beso para que se la pueda quitar y la tiro a un lado, al verlo así, me sorprendo al ver lo ejercitado que está el piloto.

—¿Qué pasa? —pregunta.

—Nada —lo miro a los ojos—. No esperaba que alguien de tu edad estuviese tan en forma.

—Te puedo enseñar cuan en forma estoy —una sonrisa traviesa aparece en su rostro—. Quizás cambié tu percepción sobre los hombres de mi edad.

Fernando me besa de nuevo y me sujeta con fuerza, rodamos por la cama y quedo debajo de él. Pongo una de mis manos en su nuca y le tiro del pelo. El piloto deja de besarme los labios y comienza a subir hasta mi oreja, suelto un pequeño gemido y después baja hasta mi cuello. Echo la cabeza hacia atrás dándole mayor acceso a mi cuello. Me da un mordisco y después comienza a desplazarse hasta el borde de la camiseta del pijama. Se separa y me mira, asiento con la cabeza y rápidamente me saca la camiseta. Veo como sus pupilas se dilatan y no tarda en atacar uno de mis pechos.

𝐎𝐍𝐒𝐑𝐀 | 𝐅𝐄𝐑𝐍𝐀𝐍𝐃𝐎 𝐀𝐋𝐎𝐍𝐒𝐎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora