𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐗𝐋𝐕𝐈

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Fernando me abraza por la espalda y me da un beso en el hombro. Apoya su barbilla en este y mira hacia el ventanal.

—Son muy bonitas las vistas, ¿verdad? —hablo.

—Sí —asiente—. Me gusta que vengas conmigo a las carreras.

—Soy tu amuleto, ¿no? —me burlo.

Fernando suelta una pequeña risa y me vuelve a dar un beso en el hombro.

—Viste la entrevista, ¿verdad?

—Sí —asiento con la cabeza—. Yo tampoco sabía que era de interés aquí en México, me sorprendí tanto como vosotros.

—Eso es porque eres una mujer maravillosa —me dedica una sonrisa.

—Eso lo dice un hombre que me mira con buenos ojos —me giro en sus brazos y pongo los míos rodeando su cuello.

—Te miro con los que tengo.

Le doy un beso en los labios y después me dirijo hacia la cama. Fernando tarda unos segundos más y se tumba a mi lado. Me da un beso en la frente y aparta un mechón de mi pelo.

—¿Estás mejor?

—Sí.

—¿Qué es lo que te preocupa?

—Se acerca poco a poco la fecha del juicio —hablo—. Y tengo miedo.

—No deberíamos tener miedo de ese hijo de puta, Adelina —habla el piloto—. No va a conseguir nada.

—Ya lo sé —asiento con la cabeza.

—¿De qué es lo que tienes miedo exactamente?

—No quiero verlo —niego con la cabeza.

—Es normal.

—No sé como reaccionaré a él, Fernando.

El piloto me mira fijamente y suspira. Apoya su cabeza en la almohada de la cama y se cruza de brazos. Se que está pensando en lo que acabo de decir y se que le ha dolido, pero intenta ocultarlo.

—¿Crees que los sentimientos sigan ahí?

—No son los mismos.

—Pero son sentimientos.

—No sería un ser humano si no los tuviese, ¿no? —acaricio su mejilla.

—Lo único que digo es que no deberías tener sentimientos por esa persona, Adelina. Ni siquiera remordimientos.

—Fernando...

—Se que es tu ex —me interrumpe—. Y que tuvisteis algo, y es algo completamente lógico y que entiendo, pero lo que no entiendo es que sigas teniendo sentimientos, aunque sean malos. Ese hombre no se merece que pierdas tiempo ni siquiera en odiarlo, Adelina. Se que tienes miedo por lo que podamos encontrarnos en el juicio, pero vamos a estar juntos y eso es lo que cuenta.

—No todo se puede arreglar con estar juntos, Fernando.

—Lo se —asiente con la cabeza—. Pero es lo que nos queda. Si no nos apoyamos mutuamente en esto, no conseguiremos nada. Tenemos todas las pruebas a nuestro favor, Lina, pero se que mentalmente nos agota a los dos y es ahora cuando necesitamos estar más unidos que nunca.

Me acerco un poco más al piloto y acaricio su mejilla. Le doy un pequeño beso en los labios y él me mira con esos ojos color avellana que tanto me gustan.

—No se por qué hay mujeres que te dejan ir, Fernando.

El piloto suelta una carcajada y veo como sus ojos se achinan mostrando sus arrugas.

𝐎𝐍𝐒𝐑𝐀 | 𝐅𝐄𝐑𝐍𝐀𝐍𝐃𝐎 𝐀𝐋𝐎𝐍𝐒𝐎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora