Capítulo 4

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  4:45am, viernes 30 de diciembre del 1989

  No podía ser eso lo que se escuchaba, ¿o sí?

  Me levanté maldiciendo en mi mente. ¿Quién demonios llamaba de madrugada?, Matt se quejó en silencio removiéndose entre las sábanas.

  Salí de la habitación y bajé a dónde el teléfono estaba y contesté — ¿Sí?

— Estoy jodidamente ebrio.

  Mis ojos se tornaron blancos — ¿Es una broma?

— No y no sé dónde estoy así que deberás venir por mí antes de que los paparazzis me encuentren.

— No tengo automóvil, ¿cómo se supone que sepa dónde estás y vaya a buscarte?

— Toma un taxi, lo pagaré una vez llegues aquí, estoy por... — guardó silencio unos instantes — el sunset boulevard. Date prisa.

  Abrí la boca pero no pude decir nada porque simplemente colgó.

  Respiré profundo y sin tener de otra; subí a vestirme para ir por él. De todos modos firmé el contrato.

  Intenté no hacer ruido pero mi novio igual se despertó — ¿Saldrás?

— Tengo que hacer algo del trabajo.

— ¿A esta hora?

— Me acaban de llamar — calcé mis pies y me abrigué bien — de ahora en adelante será así, no tengo horarios.

— ¿Y ganarás bien?

— Cinco Mil al mes.

— Oh — sonrió — ganando así hasta puedo dejar la marina y ser tu lindo novio mantenido — bromeó.

— Lo hablaremos después, debo irme.

— Pero dame un beso — hice lo que me pidió, juntando nuestros labios — no te demores.

  Asentí y salí a buscar un taxi. Todo estaba oscuro y no había ni un alma en mi barrio. Al cabo de unos diez minutos al fin, un vehículo amarillo pasó lentamente frente a mis ojos y estiré la mano.

— ¿A dónde se dirige?

— ¿Conoce el sunset boulevard?

— ¿Los bares?

— ¡Sí!, tengo que buscar a... Un amigo que se encuentra en esa zona.

— De acuerdo, pero...

— ¿Pero?...

— Es muy peligroso estar por ahí, la carrera saldrá costosa.

Aprovechado de mi... — Vale, lo que sea — de todos modos yo no iba a pagar.

  Estuvimos en vía tal vez media hora hasta que por fin comenzamos a ver casinos y antros. Para mi sorpresa la mayoría de la gente estaba fuera de los lugares. Los automóviles llevaban grandes equipos de sonido en sus partes posteriores y reproducían distintas canciones al mismo tiempo, logrando que de inmediato me diera una jaqueca.

  Odio el ruido alto, odio los lugares aglomerados, odio el olor del cigarrillo y odio el alcohol.

  Pero eso no era lo importante, ¿dónde estaba Jungkook?

  Miré por la ventana mientras el chófer manejaba a baja velocidad.

  En una esquina detallé una figura conocida y entrecerré los ojos para agudizar la vista — Espere — le dije al taxista y se detuvo. Me bajé y aclaré mi garganta — tenemos que irnos.

  El pelinegro se estaba besando agresivamente con una chica que al parecer era una prostituta — ¿Entonces no vamos a coger?, ¿quién mierda es él? — preguntó ella.

  Jungkook me miró y sonrió volviendo a atacar sus labios y llevando sus manos repletas de anillos a las nalgas de esta — El señor necesita llevarnos de vuelta, me pediste que viniera por ti, así que por favor, deja ir a la chica y sube al auto.

— Es muy molesto, dile que se vaya — volvió a hablar la rubia.

  Levanté una ceja ofendido y él simplemente me miró y dijo: —déjame follarme a... ¿Cómo te llamas? — Chantal (dijo ella) — sí, a Chanel, y luego de eso me iré.

  Tenía que estarme jodiendo. Miré a los lados sintiéndome vigilado y no podía dejar tiempo para pensar, mi instinto me decía que huyéramos de ahí — Suficiente — me acerqué y tomé a Jungkook por la mano — sube al jodido taxi — Él trató torpemente de seguirme pero la mujer lo sostuvo de la chaqueta.

— Los besos también se pagan — habló malhumorada.

  Ya harto, saqué de mi billetera uno de veinte y se lo dí — quédate con el cambio — llevé al ebrio y drogado hombre al carro y lo monté en la parte de atrás.

— ¡Oye, son cuarenta! — gritó ella.

  Volteé a verla con el ceño y la nariz fruncidos — Tú deberías pagarle a él por haberte besado — subí al auto y al fin salimos de esa zona. Aquella simplemente se quedó gritando.

— Oye — el hijo de puta se había dormido — Ey, Jungkook, despierta.

— ¿Dónde los voy a dejar?

  Maldición.

— Dios mío, Jungkook. Dime a dónde te llevo — no podía simplemente llevarlo a mi departamento. Matthew estaba ahí, mamá estaba ahí, Hoseok y su novio también.

— Llévame a dónde me puedan ordeñar... Me cortaste el jodido polvo.

— Llévanos a Sony, por favor — pedí con ganas de matarlo y el conductor maniobró de mala gana el volante para cambiar de vía.

  Al llegar, se detuvo — son doscientos dólares.

— ¡¿Qué!?, no nos demoramos ni una hora.

— Le dije que saldría caro, ahora por favor, deme mi dinero.

  Viré los ojos varias veces y comencé a esculcar en los bolsillos del desmayado y adivinen... No tenía ni un dólar.

  Exhalé a punto de llorar y respiré. Volví a sacar mi billetera por segunda vez en lo que iba de madrugada y con todo el dolor de mi alma pagué los doscientos dólares. Por suerte tenía algo de lo que me había dejado papá y agradecí al cielo no haberlo sacado de la cartera.

— Bájate — lo hice salir del auto y nos sentamos frente a la compañía. Eran más de las cinco y las puertas abrirían a las siete.

  Nos sentamos en las banquetas que estaban afuera simulando un pequeño parque y él se recostó en mi hombro — Pasaste la prueba.

  Lo miré con los ojos abiertos y lo hice quitar de encima de mí — Dime qué me estás timando...

— No — sonrió y sacó de una de sus botas un fajo de billetes — quería saber sí realmente harías estas cosas por mí y lo has conseguido... El taxista lo mandé yo — se rió — es un amigo de confianza.

  Cubrí mi rostro con ambas manos y berrinché dos segundos — son las cinco de la mañana — lloriqueé.

— Ve a descansar — me entregó trescientos dólares — lo del taxi y lo de la puta — se rió mientras sacaba un cigarrillo — quédate con el cambio — me guiñó un ojo imitando lo que yo le había dicho a esa mujer.

  Realmente me sentía ofendido — ¿Y tú qué harás?

  Señaló con su largo dedo un Chevrolet Camaro 5.7 V8. Abrí la boca aún más ofendido — Es mi auto, me iré a mi penthouse a dormir.

  Se levantó estirando la mano para detener un taxi y me señaló — Hasta más tarde. Trata de dormir, debes estar aquí a las nueve, para organizar mis horarios.

  Boté el aire que retenían mis pulmones y subí al taxi para irme a mi casa.

  Cansado, con sueño y con ganas de renunciar a solo mi primer día de trabajo.

  Gracias por leer.

You Rock My World - KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora