Capítulo 10

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  Me permití sonreír por unos segundos y visualizar al rebelde a mi lado sacar su cabeza por la ventana y su cabello bailar con el viento.

— No sé llegar al hotel, tendrás que guiarme — dije y él asintió.

  Cuando estábamos devuelta caminamos en silencio por el pasillo. Jugueteaba con las llaves del Malibú sin poder superar lo que había pasado.

— ¿Crees que alguien me reconoció cuando mi antifaz se cayó en la pelea?

— No eres tan famoso — bromeé y él soltó una carcajada empujándome levemente con su hombro.

— Tenía más de un año sin correr — lo miré y pude jurar que se sentía feliz.

  Le mostré las llaves — Tómalas.

— Son tuyas. No necesito un auto y de todos modos nos salvaste a ambos así que te lo puedes quedar. Llamaré a Namjoon para que me dé los papeles por el día y pronto lo hagamos llegar a Los Ángeles.

— ¿Cómo funciona eso?

— Debemos entregar los documentos de compra y venta del carro, las llaves y todo lo necesario para dárselo al nuevo propietario; es decir el ganador absoluto de la carrera.

— ¿Y el auto con el que competiste de dónde lo sacaste?

— Lo compré — dijo como si nada.

— Claro que lo compraste.

  Llegamos a nuestras puertas y nos miramos — ¿Puedes no hacer nada estúpido?

  Sonrió y se acercó a darme un abrazo — No te prometo nada — entró a su cuarto y yo me quedé de pie sosteniendo la manilla del mío.

  Todavía podía sentir la adrenalina correr por mi sangre y eso me mantuvo despierto por mucho hasta que finalmente pude dormir y el sonido de golpes en mi puerta me despertó alertado.

  Me levanté y abrí. Jungkook se veía como nuevo, al contrario de mí que lucía fatal — ¿Qué hora es?

— Las díez. Tengo una prueba de vestuario a las once, necesito que estés listo en veinte minutos.

— Oh mi Dios, es cierto. Déjame arreglarme rápido.

  Corrí a ducharme y en pocos instantes ya estaba listo y saliendo rumbo a nuestro destino. Los guardaespaldas iban con nosotros en la camioneta y evitamos tocar cualquier tema asociado con la madrugada extrema que tuvimos.

  A las seis partimos a una sesión de fotos para finalizar nuestro día.

  En ese tipo de eventos yo solía sentarme apartado para darle el espacio necesario a los estilistas pero esta vez Jungkook me sorprendió.

— ¿Puedes acercarte?, él no deja que lo peinemos y pidió que tú lo hicieras — dijo el hombre encargado de imagen para las fotos.

  Tímidamente me posicioné detrás de él y nuestras miradas volvieron a conectar a través del espejo.

  Por alguna razón, eso me ponía nervioso y optaba por cortar el contacto visual.

— Me gustó como me lo hiciste aquella vez.

— ¿Q-qué?

— El cabello...

— Oh, claro. Intentaré hacerlo bien esta vez de igual forma — Joder.

  Y así pasó unas tres veces más; Jungkook solo dejaba que yo lo peinase y se comenzó a volver una costumbre.

  En un abrir y cerrar de ojos ya llevábamos dos semanas en New York y las actividades eran cada vez menos.

You Rock My World - KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora