Luffy x lectora | ❝¿Acaso existe algo más valioso que tus sueños?❞
Nuestra palabra y nuestros actos nos acaban definiendo como personas. La voz es lo único que nadie puede quitarnos, pero la perdemos poco a poco cuando hacemos promesas que sabemos q...
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—¡¿Cómo puede ser tan inmenso?!
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Me acerqué a cancerbero y empecé a acariciarlo mientras miraba como Luffy y Franky trataban de atrapar un fantasma.
—¡Vamos, sean mi mascota!
—¡Fresh fire! Ni eso tampoco funciona... soy un inútil.
—¿Qué? —deje de acariciar al perro y mire a Franky cuando se arrodilló deprimido —Está semana he sido un completo inútil. No importa lo que haga, fallaré. No puedo seguir viviendo... puedo escuchar a todo el mundo abucheándome...
—¡¿Por qué te deprimes tanto?! —grito Sanji.
—Espera un momento, cancerbero —alejé sus cabezas de mí —Quiero ver que sucede.
—¡Bien! ¡Bastardo! —oí a Luffy y salto siendo atravesado por el fantasma —Si volviera a nacer...
—¿Luffy? —murmuré al verlo arrodillado.
—... me gustaría ser una almeja —fruncí el ceño y le sonreí al animal para después alejarme, acercándome a Luffy —Soy de lo peor...
—¿Qué dices?
—Desearía que hubiera un hoyo donde enterrarme...
—¡¿Qué demonios les pasa?! —oí a Sanji y me puse en cuclillas.
—¿Luffy? ¿Estás bien? —pregunté acariciando su cabello, levantó su cabeza y me abrazo ocasionando que caiga de espaldas —Ahg, duele... ¿L-Luffy? —pregunté alarmada cuando empezó a lagrimear.
—Perdóname, necesitas a alguien mejor que yo. No sirvo para ser tu novio, no puedo protegerte bien.
—Oye, ¿qué tienes? —lo empujé sacándolo de encima y me senté atrayéndolo a mí —¿Por qué dices eso? —agarre sus mejillas.
—Te tocaron y no pude evitar que lo hicieran —me sorprendí siendo abrazada de nuevo —Dije que te protegería, pero ni siquiera sé quien lo hizo —parpadee y sonreí suavemente para después acariciar su cabello —Soy un idiota, lerdo, bueno para nada-
—Ey, ey —lo separe y agarre de nuevo sus mejillas —No tienes que decir eso —le sonreí y bese sus labios cortamente —Nadie sabe quien fue, fue algo inevitable —pellizque un poco sus mejillas y volví a darle un pico.
—Lamento haber nacido... —gire la cabeza y me salió una gota de sudor.
—A ver, ¿y ahora que paso? —pregunté al ver a Zoro en el suelo, decaído.
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