Me acurruqué sobre Harry en busca de cobijo para combatir el frío que entraba en la tienda de campaña desde fuera, a la vez que Ron y Hermione preparaban algo de comer mientras escuchaban atentamente la radio como de costumbre.
Llevamos meses así. Cada día hacia más frío, estábamos más delgados y sentíamos más miedo. Miedo por continuar día tras día ajenos a lo que sucedía fuera de nuestro alcance. Terror por escuchar algún nombre conocido por la radio anunciando su muerte. Pavor por no saber qué sucedería al día siguiente.
Aquel día era especialmente triste, estaba nublado y lloviznaba ligeramente, así que tampoco pudimos hacer nada más allá de aguardar dentro y descansar.
Ojalá volviera atrás y disfrutara de la calidez de Hogwarts. Parecía tan lejano que casi se sentía como si no fuera real. Pero lo era. Y lo seguía siendo. Muchos de nuestros amigos seguían allí, esperando mejoras y confiando en nuestra labor. Eso era una motivación crucial para nosotros. Eso, junto con la venganza que les debemos a los que ya no están aquí para luchar, que en los días más grises es lo que más nos animaba a seguir.
— Deberíamos salir a pescar.— pensó Hermione.— con la lluvia salen mejores peces.
— Yo voy contigo.— me animé.
Nos sentamos junto a un pequeño lago situado justo enfrente de nuestra tienda y Hermione comenzó a pescar con paciencia mientras yo me limitaba a observarla en silencio.
— Hermione. ¿Crees que...
— No, Ruby.— me detuvo antes de que pudiera pronunciar nada.— Hazme caso, es mejor no pensar en nada más allá del día a día y de nuestro propósito. Sé que veces es inevitable pero... Es lo mejor que podemos hacer por ahora.
— Tienes razón, Herms. Es solo que... Esto es una puta mierda.— ambas sonreímos con honestidad.
— Lo cierto es que sí.— soltó una pequeña risita que rápidamente se vio cortada por un notable ruido sospechoso.— Rápido, vayamos dentro. Aquí no llega el hechizo invisibilizador.
Pero cuando quisimos darnos cuenta, unos extraños hombres se alzaron sobre nosotras y nos capturaron con unos indescifrables hechizos.
Harry y Ron desde el interior de la tienda escucharon las voces no identificadas y salieron a por nosotras, pero ellos también salieron mal parados.
Nos taparon a los cuatro las caras con un saco hechizado que se mantenía firme sobre nuestras cabezas y nos obligaron a caminar por lo que pareció sentirse un bosque durante al menos una hora.
Finalmente entramos a una especie de edificio que olía a madera de pino y emanaba todavía más frío que el que había en el exterior, si es que eso era posible.
— Señor, no va a creerse quienes son estos chicos.
— Sorpréndeme, Greyback.— contestó una voz familiar que no supe identificar con aburrimiento .
— Son los hermanitos Potter y sus dos amiguitos del alma.
— ¿Cómo dices!
Greyback ordenó a su varita que los sacos liberasen nuestras cabezas, dejándonos ver una enorme mansión y a Lucius Malfoy delante de nosotros.
— ¡Narcissa! ¡Corre, ven!— el repiqueteo de unos tacones sobre la madera fue el indicador de que varias personas se acercaban aceleradas ante nuestra llegada.
Fue entonces cuando se me cayó el alma a los pies.
Draco...
Nos miramos fijamente sin articular media palabra.
Llevaba tanto tiempo sin saber nada de él que me había llegado a imaginar lo peor. Sin embargo estaba ahí, de pie, mirándome con pena y mucho pavor, con la magnitud de su mansión a sus espaldas y lo más valioso ante sus ojos.
Entendimos que era mejor no decir nada para no empeorar la situación y lo demás sucedió todo muy deprisa.
— ¿Qué sentido tiene seguir alargando esto, Lucius?— canturreó Bellatrix Lestrange.— Deshagámonos de lo que no nos sirve y entreguémosles al Señor a los hermanitos.— soltó una enorme carcajada tras aquello.
— Deberá ser por encima de mi cadaver entonces.— me interpuse entre Bellatrix y Ron y Hermione, pues no tenía la menor de las dudas en que arriesgaría mi vida por ellos si fuera necesario.
— Ruby...— Harry me llamó como advertencia para que tuviera cuidado y le asentí para garantizarle seguridad, aunque ni yo misma la sentía.
— Como quieras, bonita.— volvió a reírse.— ¡CRUCC...
— ¡EXPELLIARMUS!— la varita de Bellatrix junto con ella salieron volando a metros de distancia, y todos voltearon hacia Draco, que seguía manteniendo firmemente la varita en alto.
— ¡PERO QUE HACES!— bramó Bellatrix desde el suelo, desde donde trató de lanzar más maldiciones imperdonables incluso a su sobrino, quien nos guió corriendo hacia la salida mientras seguía combatiendo a Bellatrix con ayuda de nosotros cuatro.
— ¡Hermana, detente! ¡Vas a darle a Draco! — exclamó Narcissa desde la lejanía.
— ¡Corred! ¡Vamos! ¡Pedirán refuerzos enseguida!— nos dijo a las puertas de un pasadizo que nos conduciría al exterior.
— Gracias, Draco.— agradecieron los tres antes de meterse por el oscuro pasillo.
Se volteó hacia mi en el último momento y me cogió las manos con fuerza.
— Te quiero mucho, Ruby.— le acuné la cara con mis manos y el chico comenzó a llorar sin apenas esfuerzo.— Te necesito conmigo, por favor ten cuidado. Prométemelo. Prométeme que vas a estar bien.
— Draco...— me abrazó con todas sus fuerzas.
— Sé que eres muy valiente, Ruby, y me enorgullece, pero no te imaginas de lo que serian capaces de hacerte. No podría vivir sabiendo que mi familia te mató, por favor, yo...
— Estaré bien, ¿vale? Pero tú también tienes que tener cuidado. No dejaré que esta sea la última vez que nos vemos, ¿me oyes? Eso sí puedo prometértelo. Tengo que irme, pero nos veremos. No lo olvides.— le besé rápidamente en la mejilla porque me negué a permitir que nuestro primer beso fuera en aquella situación.
Y corrí con mis amigos por el pasadizo subterráneo con la emoción en el pecho de recordar otro de los motivos por los que luchar en esta causa.
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𝑫𝑬𝑱𝑨 𝑫𝑬 𝑶𝑪𝑼𝑳𝑻𝑨𝑹𝑳𝑶 • 𝘿𝙧𝙖𝙘𝙤 𝙈𝙖𝙡𝙛𝙤𝙮
Fanfiction𝐃𝐄𝐉𝐀 𝐃𝐄 𝐎𝐂𝐔𝐋𝐓𝐀𝐑𝐋𝐎 | Wizarding Wolrd De un día para otro me despierto en una escuela donde hay objetos que se mueven por su propia voluntad, teniendo un hermano conocido mundialmente y un destino que combatir junto a él en un mundo mág...