Capitulo 5. Complejo de heroína

11.4K 772 542
                                    

— ¡Malfoy! — grité su apellido enfurecida mientras me acercaba y se volteó.

Estaba con un par de estudiantes de Slytherin en uno de los patios exteriores del castillo riendo y conversando como si nada.

— Pero si es Potter...— canturreó burlón a sus amigos.

Abofeteé su mejilla derecha con tal fuerza que resonó por las cuatro paredes que rodeaban el recinto.

El rostro del rubio se tornó rojo de ira y me apuntó con su varita para gritar Expelliarmus, haciéndome caer de culo a tierra.

— Desearás no haber hecho eso.— dijo, y me miró como si fuera la cosa más horrenda que hubiera visto nunca, pero no dejé que me intimidasen sus palabras.

HIzo ademán de coger su cartera y marcharse a cualquier otro lugar de Hogwarts. Lejos de mi.

— ¡Humillaste a Collin Creevey!— exclamé haciendo que se parara.— ¡Le llamastre sangre sucia, y le dijiste que ojalá sus padres se hubieran muerto para no crear semejante vergüenza! Solo es un niño, Draco. — escuché pasos alborotados y tanto Malfoy como yo giramos la cabeza. Harry, Ron y Hermione habían llegado. Vi como todas los alumnos que se encontraban allí nos observaban con curiosidad. Me levanté.

— Tiene un año menos que tú, Potter.

— ¡Me da exactamente igual! ¡Nadie merece tal humillación! Ni siquiera por una tontería como esa.

— Potter haz el favor, deja de meter tu enorme nariz donde no te llaman y piérdete con tu querido hermanito de una vez por todas.

— Las cosas no funcionan así, ¿sabes, imbécil?— vi como los ojos de sus amigos se abrían de par en par por sorpresa.

¿Qué pasaba? ¿Nadie nunca se había atrevido a plantarle cara a Draco Malfoy?

— ¿Ah, no? — sonrió irónico. — Será mejor tu complejo de heroína, que te crees que debes defender a todos y lo único que haces es el ridículo.

— Si tengo que pegarte hasta que dejes de meterte con la gente por algo que ni siquiera eligen, no tengas ninguna duda que lo haré.

Me observó por unos instantes en silencio y luego negó con la cabeza con una pequeña sonrisa entre dientes.

— Las pagarás, Potter, las pagarás.— pero no sonaba enfadado, y eso me irritaba.— Larguémonos de aquí, vamos.— les indicó a sus amigos, entre ellos Pansy Parkinson, que no me quitaba los ojos de encima.

— ¿Se puede saber que has hecho?— Hermione me preguntó a mis espaldas.

— Le he pegado.— le odiaba.

—¿Cómo?— preguntó ella extraña.

— Le he pegado en la cara. Una bofetada. Le he pegado una bofetada.— Harry y Ron me miraron orgullosos.

— Pegan a Draco Malfoy y yo me lo pierdo.— comentó Ron alucinado.— Debimos haber corrido más, Hermione.

— ¿Le has pegado porque se metió con Colin?— me preguntó Harry y asentí.

— Me da impotencia. Él no es nadie para meterse ni con Colin, ni con nosotros, ni con nadie Harry. Y me da igual donde trabaje su padre ni el prestigio que tenga sobre los magos. Además, lo odio.— me senté enfuruñada donde antes estaban sentados sus amigos y él.

— Pues debería importarte, Ruby. Su padre hablará con quien sea para que te castiguen de una forma u otra.

— Hermione, yo he hecho lo correcto, o por lo menos lo que sentía correcto. En todo caso deberían castigarlo a él.

— Malfoy siempre se sale con la suya. — dijo Harry y se sentó a mi lado.

— O si no su padre se encarga de que así sea.— respaldó Ron.

— ¿Ruby? — era uno de los chicos que había estado viendo toda la escena. — Ha sido muy valiente por tu parte lo que has hecho. Mis padres son magos pero tienes razón, yo... Bueno.— sonrió ligeramente. — Has estado increíble.— noté mis mejillas arder.

— No hay de que, yo tan solo... No ha sido nada.— le devolví la sonrisa y esperé a que se alejara.

— ¿Qué? ¿Tú también te has enamorado de Cedric maravilloso Diggory? — preguntó Ron y Hermione le dió un ligero empujón en el brazo.

— Es agradable.

— Más que Malfoy seguro.— dijo Harry.

— Tampoco es que eso sea difícil.— dije y los cuatro reímos.

[. . .]

— El campeón de Hogwarts — anunció Dumbledore después de la comida.

Del instituto de Dumstrang había salido campeón Viktor Krum, y de la escuela de Beauxbatons Fleur Delacour.

—... es ¡Cedric Diggory!

— ¡No puede ser! — dijo Ron en voz alta, pero solo lo oímos nosotros, pues el jaleo proveniente de la mesa de al lado era demasiado estruendoso. Todos los alumnos de Hufflepuff gritaban y aplaudían euforicos mientras Cedric se abría camino entre ellos, no sin antes dirigir la mirada hacia nuestra mesa y dedicarme una amable sonrisa.

—¡Estupendo! — dijo Dumbledore muy contento cuando cesaron los aplausos. — Pues ya tenemos a nuestros tres campeones. Estoy seguro de que puedo confiar en que todos vosotros, incluyendo a los alumnos de Dumstrang y Beauxbatons, daréis a vuestros respectivos campeones todo el apoyo que podáis. Al animarlos, todos vosotros contribuiréis de forma muy significativa a...

Pero Dumbledore se calló de repente, y fue evidente para todo el mundo por qué se había interrumpido.

El fuego del cáliz había vuelto a ponerse de color rojo, otra vez lanzaba chispas. Una larga lengua de fuego se elevó de repente en el aire y arrojó otro trozo de pergamino.

Dumbledore alargó la mano y lo cogió. Lo observó detenidamente hasta que finalmente se aclaró la garganta y leyó:

— Harry Potter.

[. . .]

— ¿Tú también crees que lo puse yo? — Harry me preguntó mientras me sentaba junto a él en uno de los fríos escalones de mármol del castillo.

— No digas tonterías Harry. — todos seguían en el gran comedor, pero no tardarían en regresar a sus salas comunes. — Yo te creo.

Me miró esperanzado, pero aquel brillo en seguida se esfumó de sus ojos.

— Siento que seas mi hermana, Ruby.

— ¿Por qué dices eso?

— Porque ahora sabes como se sienten todas esas miradas sobre ti, juzgando cada cosa que haces. Como si no pudieran ver que nosotros no hicimos nada, que solo fue cosa de mamá. Que ella nos salvó.

— Harry...— le abracé y se apoyó en mi.— Entiendo que es difícil, pero... Ahora estoy contigo. Estamos juntos en esto. Y lo queramos o no, es así. Es lo que hay. Y también tienes a Ron, y a Hermione. Ellos son increíbles.— me sonrió en forma de agradecimiento.

— Vaya, vaya. Pero si son los hermanos Potter... ¿Llorando? — Malfoy y Pansy habían aparecido— Que pena. ¿Qué pasa, que vuestros papis no pueden venir a ayudaros? — pero esta vez el comentario no salía de la boca de Malfoy. Era Pansy quien hablaba. Él solo iba con ella.

Hice ademán de levantarme, pero Harry me detuvo.

— Déjalos. No merece la pena.— me dijo.

— ¿Qué pasa? ¿Sois igual de cobardes para hablar que para admitir que vosotros metisteis el nombre en el cáliz?

— Cállate, Pansy.— le espetó Draco por sorpresa de todos. — Vámonos.

— No me lo puedo creer. — le dije a Harry una vez se hubieron marchado.—Tenemos que contárselo a Ron.

— Ese no es Draco Malfoy, a mí nadie me engaña.




𝑫𝑬𝑱𝑨 𝑫𝑬 𝑶𝑪𝑼𝑳𝑻𝑨𝑹𝑳𝑶 • 𝘿𝙧𝙖𝙘𝙤 𝙈𝙖𝙡𝙛𝙤𝙮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora