Capitulo 12. Rupturas y ponche

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— Pero Ron, ¿de dónde has sacado esa túnica tan fea? — le dije nada más verle bajar las escaleras.

Habíamos planeado llegar al baile los cuatro a la vez, pero Hermione ya dijo de primeras que ella saldría mucho antes que nosotros, así que no supimos nada de ella desde la hora de comer.

Después de que Ron bajara, solo quedaba Harry, quien cuando lo hizo califico de forma muy distinta el aspecto que traíamos Ron y yo.

— Muy graciosos. — se quejó el pelirrojo. — Vosotros estáis increíbles y yo sin embargo parezco un rey de la época victoriana.

— No pasa nada, Ron. — le animé. — Seguro que así consigues enamorar a Padma. — Harry y yo no pudimos evitar no reírnos y Ron nos miró con desagrado.

No tardamos en salir de la torre de Gryffindor y llegar a las puertas del Gran Comedor, donde la mayoría de los estudiantes esperaban impacientes la apertura de la ceremonia.

— Ruby... — me giré confusa y vi que era Cedric quien me llamaba. — Estás preciosa... — parecía realmente asombrado y eso me hizo sonreír.

Llevaba un vestido que mi madre se había encargado de comprar en mi lugar, y a decir verdad, había hecho una increíble elección. Me dijo que el color tenía relación con mi nombre, por ello aquel color rojo escarlata, que a su vez hacía juego con los colores de Gryffindor. Y que en lo personal, me parecía de lo más elegante.

— Tendremos que estar cinco minutos antes que el resto. Ya sabes, los participantes del torneo y sus... ¿Esa es Hermione? — dejó su frase a medias y señaló las escaleras que tenía a mis espaldas.

Asentí orgullosa. — Se ve increíble.

— No parece ella.

— Eso es porque nunca te has fijado bien en ella, pero créeme, es mucho más que una sabelotodo quisquillosa.

— Me gusta cuando defiendes a tus amigos, dice mucho de ti.— me besó rápidamente. — Voy a hablar un momento con Fleur, ahora vengo.

Harry y Ron habían desaparecido, así que me limité a observar al resto de alumnos.

Lo cierto era que todos se habían puesto sus mejores trajes, incluyendo Pansy Parkinson, quién a mi pesar se veía deslumbrante con aquel vestido gris ceniza.

— ¿Envidiando a mi invitada? — no tenía ni que girarme para reconocerle.

— Muchos arreglos por fuera pero seguro que por dentro sigue igual de vacía que el alma de un demonio. — se rió de mi comentario.

— Si te sirve de algo, Zabini ha admitido que ese vestido te favorece.

— ¿Zabini? Ah, si.

— El que tiene cara de no querer estar en ningún lado. — dijimos al unísono y reímos.

— Dile que gracias, y que a él no le queda nada mal ese esmoquin tampoco.

— Oye, ¿y por qué a mí nadie me dice lo sexy que estoy? — solté una carcajada sonora.

— Por algo será. — me sonrió sarcásticamente y le dediqué el mismo tipo de sonrisa.

— Igualmente tampoco necesito que nadie me lo diga para saberlo.

— Por favor. — rodé los ojos. — Hoy te has levantado bien de arrogancia, ¿no? — le di un pequeño golpe en el hombro y decidí no darle importancia a que no se había apartado con desprecio.

— Tú príncipe te busca. — señaló con la cabeza a Cedric, quien nos observaba a escasos metros sin apartar la mirada. — Y no parece gustarle mucho nuestra conversación. Haz el favor de irte antes de que venga a salvarte, porque personalmente aborrezco esa parte de la historia.

𝑫𝑬𝑱𝑨 𝑫𝑬 𝑶𝑪𝑼𝑳𝑻𝑨𝑹𝑳𝑶 • 𝘿𝙧𝙖𝙘𝙤 𝙈𝙖𝙡𝙛𝙤𝙮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora