Capitulo 24. Pactos y confianza

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— Por si no fuera lo suficientemente desagradables verlos por separados, ¿ahora tenemos que aguantar ver cómo se comen la boca entre los dos?

— Si te centrases en tus deberes no tendrías por qué ver la escenita, Ron.— le renegó Hermione.

— Es imposible concentrarse con la banda sonora de sus babas de fondo.

— ¡Pero que exagerado! Si están en la otra punta del Gran Comedor.

— Ron tiene algo de razón.— le defendió Harry.— No creo que este sea ni el lugar ni el momento para comerse la boca.

— Pues ya ves lo que les importa.— concluyó Ron.

— Mira, ya paran.

— Sí, porque Malfoy se va. A saber dónde va tan deprisa después de tantos besos...

— Pero Ron...— finalmente Hermione rió porque Ron ya no tenía ningún remedio.

— ¿A dónde irá con tanta prisa de repente?— me preguntó Harry.

— No tengo ni idea. — respondí.— Desde que vinimos hace casi un mes, no he tenido ni un sólo encontronazo con él. Y no es la primera vez que se marcha tan deprisa de repente.

— Zabini te dijo que podría traerse algo entre manos, ¿no?— recordó Ron.— Puede que debas seguirle la pista más de cerca. Soy el primero que detesta a ese imbécil, pero reconozco que tener controlados sus movimientos sabiendo quién es su familia sería un gran punto a nuestro favor.

— Pero se puso de nuestra parte el año pasado. — recordó también Hermione.

— Pero eso fue antes de que hasta el ministerio aceptase el regreso de Quién vosotros sabéis. — recordó ahora Harry.— Sus padres se habrán puesto firmes este verano. No me extrañaría que ahora le hubieran encargado algún asunto raro.

— Eso explicaría muchas cosas.

Explicaría su repentina relación con Pansy. Sus desapariciones con tanta prisa. Su notoria delgadez acompañada de unas ojeras prominentes, y ya a lo personal, todas aquellas situaciones en las que cursos anteriores no hubiera desperdiciado para insultarme a mí o a mis amigos, y ahora ni siquiera nos dedicaba una mirada desagradable.

— Será mejor que ninguno le pierda demasiado el rastro.— propuso Harry y los demás asentimos.

Por mucho que me gustase la idea de que Draco se desvinculase de los ideales de su familia, sus actos sólo evidenciaban que efectivamente estaba siguiendo sus directrices. Lo que una parte de mi se negaba a aceptar era esa posibilidad de que lo estuviera haciendo de forma voluntaria.

— ¿Debería fiarme de Zabini?— quería saber la opinión de mis amigos.

— No creo que Zabini quiera tendernos ninguna trampa.— contestó Hermione.— Él es muy amigo de Draco, y debe estar preocupado. El simple hecho de acudir a ti, Ruby, significa que le conoce bastante bien.

Una sonrisilla vergonzosa se me escapó por los labios tras oír eso.

— De momento no sé nada que no puedas saber tú ya.

Me reuní con Zabini a la semana de aquella conversación.

— Que desaparece de las clases, las comidas e incluso de la Sala Común de Slytherin para ir a saber dónde.

— Exacto.

— Reconozco que al principio pensé que era porque quedaba a escondidas contigo.— me sorprendió un poco que pensara eso sabiendo que estaba saliendo con otra persona.— Pero luego vi que seguía marchándose de los sitios a toda prisa mientras tú estabas con tus amigos, así que descarté la idea.

— ¿Alguna vez lo has seguido?

— Sí, varias veces. Pero sólo consigo perderlo entre los pasillos. Como si desapareciera.

— Creo que sé dónde puede estar escondiéndose.

— Yo le he preguntado varias veces pero o me da evasivas o se enfada. Eso si no está enrollándose con Pansy en la Sala Común claro.— hice una cara de asco, me senté en el escalón y me imitó.

— ¿De verdad crees que puede estar metido en algo feo?

— No lo sé, Potter. Me preocupa que le hagan daño. Quiero ayudarle. Aún no sé cómo pero quiero hacerlo.— le puse la mano sobre el hombro como seña de apoyo.

— Averiguaremos que pasa. Y puedes llamarme Ruby a secas si quieres.

— Encantado, Ruby.— me tendió la mano y se la estreché. — Tú también puedes llamarme Blaise.

— ¿Cómo es que nunca hemos intercambiado ni media palabra desde que llegué aquí? Diría que hasta alguna vez me he llegado a sentar a tu lado en clase.

— Lo cierto es que tampoco me caías del todo bien.— no pude evitar soltar una carcajada.

— Pensaba que eso era algo personal con Draco, pero veo que no. ¿Es por lo del rollo moralista, verdad?

— Bueeeno...— ahora fue él quien rió. — Digamos que a veces es un poco impertinente. Pero disfrutaba mucho cuando te metías con Draco, no todo el mundo le canta las cuarenta tan de seguido como tú.

— Pues a mí me caes bien. No te conozco mucho, pero me gusta ver que te preocupas por quiénes te importan. Y me has hecho reír, eso siempre suma.— negó con la cabeza con media sonrisa.— Intentaré seguirle la próxima vez que le vea escabullirse de algún lado.

— Gracias, Ruby. Te lo agradezco.— se levantó y se recolocó la túnica.— En cuánto sepas algo búscame. O hazme una seña y nos vemos aquí mismo.

— Me parece bien.

— ¡Zabini!— era la voz irritante de Pansy Parkinson.— Draco te busca para hacer el trabajo de Pociones.

Zabini y yo nos miramos. Le deseé suerte con un susurro y se marchó a paso tranquilo siguiéndola por detrás. Mientras escuchaba su conversación perderse con el eco y la lejanía.

— ¿Qué hacías con esa Potter?

— No te importa, Pansy.— respondía con pesadez.

— Siempre tiene que estar en todos lados. Es peor que un grano en el culo.

— Como quieras, Pansy.— Zabini sólo quería que se callara.

Zabini merecía algo mejor que esa tortura, aunque sólo fuera momentánea. Observé divertida la escena desde el escalón hasta que dejé de escucharlos.

Fue cuando la zona se silenció por completo el momento en el que sentí muy en falta la aparición repentina de Draco para decirme cualquier idiotez que me sacara de quicio. Jamás lo reconocería si me lo preguntasen, pero me quedé esperando tiempo de más solo por esa pequeña posibilidad de que apareciera de la nada y se sentase justo donde hacía 20
minutos se había sentado Zabini. Ni siquiera era necesario que hablase.

Me bastaba con saber que estaba ahí.

Después de todo, llevaba sin tener contacto directo con él desde que le di un beso mientras tratábamos de ir hacia el ministerio el curso pasado.

Para sorpresa de nadie, no apareció. Y me sentí aún más imbécil. Él estaría haciendo el trabajo con su amigo mientras su novia la esperaba en el sillón para enfundarle en sus brazos durante toda la noche, y yo estaba sentada en un escalón de piedra frío y casi a oscuras porque se estaba haciendo de noche. Y como mucho me estarían esperando las quejas de Ron por tener tantos deberes y los gruñidos de Hermione dirigidos hacia este por dejárselo todo a última hora.

𝑫𝑬𝑱𝑨 𝑫𝑬 𝑶𝑪𝑼𝑳𝑻𝑨𝑹𝑳𝑶 • 𝘿𝙧𝙖𝙘𝙤 𝙈𝙖𝙡𝙛𝙤𝙮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora