Capítulo 1. Ruby, eres una bruja

27.7K 1K 1K
                                    

— ¡RUBY NO VUELVO A LLAMARTE LEVÁNTATE YA!

— Voooooy...— mi madre podía llegar a ser demasiado molesta en muchas ocasiones.

— Si hubieras ordenado las cajas el día que vinimos ahora podrías seguir durmiendo — me dijo una vez bajé a la cocina — Pero como te lo dejas todo siempre para el último día...

— Buenos días a ti también, mamá.— le sonreí de forma sarcástica.

Hacía media semana que habíamos llegado a Inglaterra desde Canadá, y cierto era que aún no me había puesto a ordenar mis cosas, pero estábamos a finales de Julio, aún tenía tiempo de sobra antes de que comenzaran las clases en Septiembre.

— Hola señor padre.— bromeé para saludarlo. Él ya estaba desayunando.

— Será mejor que subas y recojas todo, ya sabes como se pone tu madre con estas cosas.— me lanzó una madalena y me señaló la escalera.

Resoplé y subí de nuevo con pesadez.

— Si hubiera ordenado las cajas el día que vinimos podrías seguir durmiendo...— repetí con burla por lo bajo mientras subía los escalones.— Asco.

Me senté delante de la primera caja que había nada más entrar y le quité el precinto. Era la caja de las fotos. Saqué los marcos con cuidado comprobando que el camión de la mudanza no los hubiera estropeado. Habían bastantes fotos de mi infancia a pesar de que era adoptada, pero siempre supuse que era porque me acogieron muy temprano.

La primera foto era yo comiéndome un helado de chocolate con mi madre mientras reíamos, ahí tendría unos tres años. Luego habían un par sin enmarcar de mi padre y yo patinando juntos en el parque, ahí ya era un poco más mayor, pero igualmente ya había pasado mucho de eso. Ir a patinar siempre había sido una tradición en mi familia. Todos los domingos por la mañana, mi padre con un par de patines y yo con otros mucho más pequeños. Desde días muy divertidos llendo a comprarme figuras de superhéroes al día en el que me hice la cicatriz del brazo del golpe que me di.

Era una lástima que desde hace un par de años ya no lo hiciéramos, pero bueno, es normal que los niños de catorce años tengan otras preferencias los fines de semana que ir a patinar con sus padres, ¿verdad?

¡PAM!

Me sobresalté dejando caer el marco que sostenía en mis manos sin querer, el cual se resquebrajó por la mitad. Pero aquello era lo más irrelevante en ese preciso momento. Me asomé por la escalera a ver que había sucedido con cautela. Era como si hubieran derribado la puerta de la entrada de una sola patada. Pero no se oían gritos ni nada queindicara precisamente peligro. Tan solo una tercera voz aparte de la de mis padres, y era de hombre. De hecho los tres hablaban alegremente. Pero yo no alcanzaba a ver de quien se trataba desde donde estaba.

— ¡Ruby ven! — mi padre me llamó con entusiasmo. Abrí mis ojos en exceso, y traté de calmarme.

Habrían sido todo imaginaciones mías, todos parecían estar bien.

— Este es Rubeus Hagrid.— me dijo una vez confirmé que el sonido había sido la puerta de la entrada que ahora se encontraba en el suelo por culpa de un hombre gigante con una enorme barba oscura.

— Hola Ruby.— me estrechó la mano y juraría que casi me desencaja el brazo, pero parecía amable.

— Hagrid es un viejo amigo nuestro, Ruby. Él tiene algo que contarte.

𝑫𝑬𝑱𝑨 𝑫𝑬 𝑶𝑪𝑼𝑳𝑻𝑨𝑹𝑳𝑶 • 𝘿𝙧𝙖𝙘𝙤 𝙈𝙖𝙡𝙛𝙤𝙮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora