Capítulo 20. No era tan imbécil como pensaba.

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Pasaron los días y cada vez los chicos estaban más a favor de hacer algo que sirviese más que todas aquellas clases inútiles de Umbridge que sólo se volvían más y más insoportables.

Y era horrible porque yo era la primera que estaba de acuerdo con ellos, sin embargo solo les daba razones por las que no deberían hacer nada porque temía que Umbridge pudiera hacerles daño.

— Harry deberías dar clases de defensa mágica.— propuso Hermione.— Tú ya te has enfrentado a Voldemort y... Podrías enseñar a todos aquellos que tampoco estén de acuerdo con los métodos de Umbridge.

— Hermione tiene razón, Harry. Así nunca conseguiremos aprender nada realmente.

— Yo no lo veo, chicos.— les confesé.— Eso sólo nos metería en problemas.

— Ruby, tú llevas repitiendo lo mismo sobre Umbridge desde que te castigó.— se excusó Hermione.— No sé que te habrá hecho pero debes ser racional.

— Mi racionalidad me dice que pasemos de ella hasta que se acabe el curso, y ya el año que viene vendrá otro profesor mejor.

— ¿Y quieres esperar todo un año para aprender hacer bien un encantamiento de defensa? No entiendo cómo tú justamente no eres la primera que se muere por comenzar las clases.— Hermione estaba molesta y lo cierto es que tenía razón.

— Estás así desde el castigo.— me reprochó Ron.— ¿Tan efectivo fue? No nos has contado nada.

— Estuvimos hablando...

— Ey, Weasley, deberías decirle a tus hermanitos gemelos que dejen de vender ilegalidades por el castillo, la mierda que llevan sus inventos ha hecho vomitar a un alumno de primero 10 veces en 8 minutos.

— Cállate, Malfoy. Están probando un montón de experimentos, es imposible que todos salgan sin ningún fallo. O al igual le dio adrede uno defectuoso a ese niño para llenar la sala común de Slytherin con vomito radiactivo.

— Joder, que asco.— me dijo Harry.— Oye, Ruby.— aprovechó la discusión entre Ron y Draco para hablarme por lo bajo.—¿Va todo bien? A mi no me importa que no estés a favor de ninguno de estos planes "extraescolares", pero te notamos un poco rara...

— Estoy bien, Harry.

[. . .]

Noté un frío polar entrando por la ventana cuando juraría que la había cerrado antes se dormir, a la vez de un susurro pasándome de oreja a oreja.

Ni siquiera me atrevería a decir que era una voz humana, pero cada vez resonaba más fuerte hasta que fue insoportable y me hizo abrir los ojos para comprobar de dónde venía aquel sonido.

Cuando me quise dar cuenta una criatura con tamaño de persona pero con la tez tan blanca como si jamás le hubiera rozado un rayo de sol estaba allí postrado, observandome desde el otro extremo de la habitación con aquella mirada similar a la de una serpiente planeando como devorar a su próxima víctima.

Quise gritar pero era como si un hechizo me impidiese hacerlo, apenas podía moverme cuando sentí una mano fría como el viento de la ventana tocarme el hombro con fuerza.

— ¡Ruby!

De repente todo paró y abrí los ojos pero esta vez de verdad.

— Ruby, vamos a llegar tarde a clase, levántate ya, venga.— era Hermione.

Suspiré hondo para asimilar un poco lo que acababa de suceder y le dije que me diera cinco minutos para vestirme.

— Esta tarde vamos a reunirnos en Hogsmeade. — me dijo Harry a parte una vez todos abajo.— Hablaremos sobre...— se aseguró de que no hubiera nadie cerca— Sobre las clases, ya sabes. Tal vez deberías venir.

𝑫𝑬𝑱𝑨 𝑫𝑬 𝑶𝑪𝑼𝑳𝑻𝑨𝑹𝑳𝑶 • 𝘿𝙧𝙖𝙘𝙤 𝙈𝙖𝙡𝙛𝙤𝙮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora