— Como cada año, recuerdo que el bosque que se halla entre los terrenos del castillo es una zona prohibida, igual que el pueblo de Hogsmeade para los alumnos de primer y segundo curso.— anunció Dumbledore una vez entramos al castillo.
Me senté junto a los chicos en la mesa de Gryffindor durante el discurso del profesor Dumbledore antes de que me seleccionaran en mi respectiva casa.
—También he de anunciar a mi pesar, que este curso no se celebrará la Copa de Quidditch. — Harry y Ron se miraron aterrados. — Ya que durante los próximos meses seremos la sede de un emocionante evento. — hizo una pausa que consiguió intrigar a todos. — El torneo de los tres Magos. — El comedor se inundó de aplausos a partes iguales por las cuatro mesas. — Nuestros invitados llegaran sobre el mes de octubre. Mientras tanto podréis decidir en si apuntaros o no, sois totalmente libres. Eso si, debereis tener diecisiete años o más. — esto último transformó los vítores de alegría en quejas y abucheos. — Y ahora. — los alumnos guardaron silencio. — Seleccionaremos la casa de una nueva estudiante de cuarto curso. — Dumbledore dirigió su mirada a mí. — Ruby, por favor.
Me levanté intentando ignorar la incomodidad que suponía tener que levantarme delante de todos. Ser nueva no era de lejos lo que más me entusiasmaba, así que fingí lo mejor que pude seguridad y me aproximé al taburete donde minutos antes se habían sentado los alumnos de primer curso.
— ¡Otro Potter! — exclamó el sombrero seleccionador y noté como lo hicieron también el resto de alumnos. — Admito que pensé que el círculo no se abriría hasta dentro de mucho. Veo ambición... Veo valentía... Pero tu corazón decide, y me grita y suplica que elija lo correcto. Muestras valor... Un gran valor, sin duda. Y por eso tu lugar se encuentra con los de Gryffindor.
La mesa de Gryffindor estalló en aplausos cuando varios alumnos de Ravenclaw no tardaron en gritar:
— ¡Impostora! — miré al director y luego a Harry sin saber que hacer. — ¡Potter solo hay uno, eres una mentirosa!
— ¡Silencio! — a Dumbledore no parecía haberle gustado en absoluto el comentario.— Rubianne Potter es hija de James y Lily Potter, y a consecuencia, hermana melliza de Harry Potter. Esa es la única realidad, y no pienso tolerar ningún comentario similar. — el alumno miró a su alrededor, nadie se atrevía a decir nada. Finalmente se sentó. — Ahora sí, el banquete puede comenzar.
De las mesas brotaron enormes fuentes de comida además de todo tipo de bebidas y zumos.
— Puedes tomar asiento, Ruby. — Dumbledore me susurró al oído.— Y haz el favor de ignorar ese tipo de comentarios, no merece que pierdas el tiempo con ellos.— me sonrió y me dirigí a donde había estado sentada anteriormente.
— Ruby, no le hagas caso. — me apoyó Hermione. — Robbie Fowler es un idiota como una...
— Estoy bien. — le interrumpí. — Es sólo que... No tengo hambre, yo... Iré al dormitorio creo.
Salí del comedor aprovechando el barullo de la gente y me senté en las primeras escaleras que encontré.
Lo cierto era que me daba exactamente igual si aparecían cinco o cincuenta pollos asados sobre aquellas mesas, necesitaba analizar detenidamente todo lo que estaba pasando. Hacía un par de semanas vivía en Canadá, y ahora estaba en otro país diferente, en un colegio en el que los sombreros hablan y las escaleras se mueven solas y en un mundo mágico en el que mi familia era famosa por sacrificarse contra un Señor Tenebroso.
— ¿Con que Potter, eh? — alcé la vista, ahora llevaba su túnica de Slytherin.
— No te importa. Lárgate. — fui clara, no me apetecía soportar ninguna tontería en aquel momento.
— No me hables así.
— Yo no tengo porqué obedecerte. No me das miedo, Malfoy.
— Veo que tu hermanito ya te ha hablado de mi. — sonrió de lado, quería provocarme.
— Sí. Y coincidía con sus amigos en que eres un capullo de pies a cabeza. — frunció sus cejas borrando aquella sonrisa petulante.
— Los Potter solo hacéis que traer desgracias a este mundo. — me levanté de una y me enfrenté a él. Volvió a sonreír de aquella forma arrogante y entendí el porqué Harry me había hablado así de él.
— Si te crees que por ser "la misteriosa hija de los Potter"— hice comillas con los dedos mientras le miraba fijamente. — ... tienes derecho a meterte con mi familia o tratarme como si fuera imbécil estas muy equivocado, Draco Malfoy. — le señalé con el dedo.
Se escuchaba mi respiración agitada, había conseguido alterarme.
Sostuvimos las miradas hasta que él habló: — No pienso tolerar que una traidora de la sangre me trate así, Potter. Pagarás por esto. — miró por detrás de mi espalda y se marchó.
— ¿Qué? — pero él ya se había ido.
Giré sobre mis hombros, era Harry.
— No te ha dicho nada bueno, ¿verdad?
— Le odio. — dudé sobre si contárselo o no. — Se ha metido con tus... — chasqueé la lengua. — Creo que tardaré un poco en acostumbrarme. — me dejé caer de nuevo sobre el mismo escalón de antes, Harry se sentó a mi lado.
— Entiendo como te sientes, Ruby. Todo esto también fue nuevo para mi hace cuatro años y... Créeme, se lo frustrante que puede llegar a ser al principio. Sobre todo los comentarios de esa gente que se piensa que sabe de lo que habla cuando en verdad no tiene ni idea.
— No quiero volver ahí dentro. — señalé al gran comedor. — Pero no se donde está siquiera la sala común de Gryffindor.
Harry rió ligeramente y se puso en pie:— Vamos, yo te la enseñaré. — extendió su mano y dude en agarrarla.
Harry era agradable, se le veía honesto y prudente.
Acepté su propuesta.
— Vayamos.
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𝑫𝑬𝑱𝑨 𝑫𝑬 𝑶𝑪𝑼𝑳𝑻𝑨𝑹𝑳𝑶 • 𝘿𝙧𝙖𝙘𝙤 𝙈𝙖𝙡𝙛𝙤𝙮
Fanfiction𝐃𝐄𝐉𝐀 𝐃𝐄 𝐎𝐂𝐔𝐋𝐓𝐀𝐑𝐋𝐎 | Wizarding Wolrd De un día para otro me despierto en una escuela donde hay objetos que se mueven por su propia voluntad, teniendo un hermano conocido mundialmente y un destino que combatir junto a él en un mundo mág...