6| ¡Sorpresa!

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6.

Diane:

°•°•°☆•°•°•

El camino fue agradable. Sentir la brisa en mi cara y estar agarrada de él. Poder ver el paisaje...

Lo máximo.

Derrepente todos mis pensamientos se esfumaron cuando la moto se paró.

—Llegamos—anunció apagando el motor de la moto y ayudándome a bajarme y quitarme el casco.

Estábamos en la playa ¡playa!

Me quedé sorprendida, ¿cuanto viajamos? ¡si la playa queda a dos horas!

Sentí que por detrás me puso un pañuelo para taparme los ojos y ahora solo veía negro.

—¿Espera? ¡¿me vas a secuestrar?!— pregunté, divertida. Buscando tocarlo, capaz de mis torpezas me caigo.

—Para nada. Sígueme—tomé su mano, yo algo desconfiada solo asentí con la cabeza. Esperaba no caerme.

Me comenzó a guiar. El sonido de las olas del mar era relajante. Respiré hondo, lista para la sorpresa.

—Mantén los ojos cerrados y contaré hasta tres, ¿okey?

—okey.

—Uno.

—Dos... y—dije yo.

Se quedó callado.

Modo suspenso.

Ya estaba demasiada nerviosa ¡quería saber!

—¡Thomas!—chillé.

—Y tres. Abre los ojos.

Cuando los abrí era un picnic en la playa con bastante comida y dulces. Ya estaba atardeciendo por lo que la vista era impresionante, increíble, tan...

Romántico.

Se veía perfecto.

¿Él hizo todo esto para mi? ¿Él solo? Lo dudo, alguien lo tuvo que ayudarlo, pero eso es lo que menos me importaba ¡él hizo esto solo para nosotros dos!

Solo para ustedes dos, ¿eh?

Ugh.

—¡Sorpresa!

Estaba perpleja y me costó un poco reaccionar. Mi mente solo podía pensar en algo: que esto me encantaba.

—¿Te gustó?—me preguntó, sonriente.

—¡Claro que si!—me lancé encima de él para abrazarlo, la cual me recibió con los brazos extendidos. El abrazo duró un poco más de lo debido, más ninguno de los dos se separaba.

Y él tampoco.

Al final me separé y le sonreí feliz.

—¿Vamos a comer? Tengo hambre—hice un mohin a lo que él asintió con media sonrisa.

Nos sentamos en la arena y nos quitamos los zapatos, comencé a devorar toda lo relacionado con la palabra co-mi-da, Thomas me veía con aire divertido. Tuvo que haber pensado que yo hoy no había comido.

—¿Quieres?—pregunté con la boca llena ofreciéndole una fresa con chocolate. Me había dado cuenta que no había comido casi nada.

—No gracias—torció una sonrisa—. Que linda te vez comiendo como loca.

Me lo quedé mirando, ya apostaba que estaba roja.

—Comer como loca no hace a uno vers bonito.

—A ti sí.

—¿No tienes hambre?—desvíe la conversación.

—No mucho, comí antes de venir. Disfruta tu, que todo esto es solo tuyo.

—Mm ya—sabía que no algo no cuadraba, pero no quise insistir.

—Quién diría que Diane Brown mantiene una buena figura y come cómo si se fuera acabar el mundo.

El comentario lo vi desprevenido y de cosa no me iba ahogando con el mini sándwich. ¿Por qué cada vez que hablábamos venía con sus comentarios así? Terminaría un día con un paro cardíaco o que me ahogue con la comida como ahora.

—Para que veas, las apariencias engaña—contesté sonriendole, le seguí el juego.

Se acercó un poco para quitarme los restos de comida de mis labios. Nos quedamos viéndonos y pasó de ver mis ojos a mis labios, se me secó la boca en solo pensar que nos podíamos besar. Cuando se me acercó más y estuvo a punto de pasar lo que tenía que haber pasado.

Comenzó a vibrar el teléfono.

Él dio un salto y se alejó automáticamente. Fingiendo que ni había pasado nada, yo cerré los ojos.

Maldito teléfono.

No me quedó de otra que ver quién diablos me estaba llamando, cuando vi que era todo rabia pasó a miedo puro.

Mi mamá.

Mierda, mieda.

Apareció el terror del llano.

—¿Qué pasa?—frunció el ceño.

—Me esta llamando mi mamá—le enseñé el teléfono.

—Bueno, ¿y que esperas? Contesta.

con mis nervios a millón contesté. Ella no sabía sobre la salida porque no me dio chance de pedirle permiso.

-¡¿DIANE ROSE BROWN?!- me espetó mi madre al otro lado del teléfono.

Oh, oh

Gritó tan duro que Thomas escuchó, y yo di un saltito del susto.

—Hola mamá.

—¡¿En donde diablos estás?! Tuviste que haber llegado a casa hace horas.

—Estoy en casa de una amiga, mamá— mentí, Thomas se rió y le tapé la boca.

—¿Y quien es esa amiga si se puede saber? —, ella sabe que no tengo amistades solo tengo a Ale y Tati, ahora a Thomas. Pero eso ella no sabe y es mejor que se quede así por un tiempo. Oh, hasta que confirme nuestra amistad.

—Se llama Maria, la conocí hace poco.

Mentira tras mentira Diane, te estás aplicando.

—Okey, te creo, espero que sea verdad Diane. Sino vas a pagar las consecuencias.

—Está bien madre no te estoy mintiendo, ¿por que crees eso de mi? ¿de tu hija? Soy tu propia sangre.

—Si Diane, eres el ángel Gabriel.

—Obvio.

—Te quiero en casa ya, ¿okey?

—Si, ya voy saliendo, tranquila.

—Bueno hija, chao.

—Chao—al colgar la llamada recogimos todas las cosas rápidamente y nos fuimos de la playa.

Locura tras locura.

Y creo que me estoy volviendo loca en el proceso.

Y no sé si para bien.

Por ti hago lo que sea| EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora