7| ¿Rápido para ser "amigos"?

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7.

Diane:

°•°•°☆•°•°•

Llegamos rápido, pero le dije que me dejara a unas casas antes que la mía para que mi madre no me viera llegar con Thomas. No quería darles largas explicaciones e inventarme historias si me observaba llegar a su lado. No busco esconderlo, para nada, solo que no halla malos entendidos.

—Bueno, llegamos.

—Si. Gracias por todo, me encantó la verdad.

Y no mentía, me había encantado. Lo único que se había echado a perder era el beso.

Casi me iba besando...

Y yo estaba esperando con ansias que sucediera.

¿Qué me pasa? Esto no es algo normal de mi, nos conocemos desde hace unas semanas nada más. No puedo sentir algo por él, no así tan... ¿rápido?

—Que bueno que te halla gustado, Rose.

—¿Eh? ¡no me llames así!

Él se comenzó a reír muy fuerte. Amo como se ríe, lo usaría como tono de llamada.

Nos pasamos, de pana.

Esta bien, chao Diane—me dio un beso en la frente.

—Chao, Thomas...

Él se fue en su moto y yo agarré felizmente a mi casa. Aún así mi mente no dejaba de darle vueltas al hecho de que casi nos íbamos a besar y yo no iba a impedir eso.

☆☆☆

—¡¿En serio?! ¡no te creo!

—Si y...

—¿Qué paso Diane?—preguntó Tati a través del teléfono.

Estaba hablando con Ale y Tati por teléfono sobre la "salida" de ayer con Thomas. Después de llegar a mi casa me encerré en mi habitación pensando sobre eso y que mi corazón late de más cada vez que lo pienso. Somos amigos, ¿no? Los amigos no se besan. Los amigos no se hablan como algo más. Los amigos no se tratan con tanto cariño. Pero, la gran pregunta es, ¿qué somos en realidad? Yo lo considero un amigo, ¿pero para Thomas que soy yo?

—Estuvo a punto de besarme—solté.

Hubo un silencio, la primera que reaccionó fue Ale que chilló muy fuerte.

—¿Qué? ¡¿y qué paso?!

—No lo puedo creer—murmuró Tati.

—Empezó a vibrar mi teléfono y se separó de mi.

—Mierda, Diane, ¿a ti te gusta Thomas?

Esa es una buena pregunta, me parece muy atractivo el ojos zules, pero, ¿me gusta? No me he puesto a pensar en eso.

—No sé—esa respuesta sonó muy dudosa, porque, ¿en verdad me gusta?

—¿Cómo qué no sabes? ¡estuvieron a punto de besarse! O sea, ¿Hola? ¡unir tus labios con alguien ya tiene una etiqueta! Y eso se llama: ser algo más que amigos—explicó Tatiana.

—Diane, tienes que pensar en eso. Te recuerdo que la última vez fue todo un mal entendido.

—Si...—susurré.

La última vez que me gustó un chico, fue hace un año. Se llama Román. Es un tipo guapo, alto, ojos marrones, cabello castaño oscuro, y su piel blanca como un papel. El chico está en buena forma, yo pensé que le gustaba por la forma que se comportaba conmigo. Siempre me decía lindos cumplidos y halagos. Y un día que estábamos en la cacha de baloncesto—ya que él juega baloncesto—estaba el allí y no lo pensé dos veces y lo besé. Pero él no sentía lo mismo por mi. Todo fue una locura y en verdad creí que sentía algo por mi. Lo lloré unas noches porque ya yo había comenzado a sentir algo por él, pero después se me pasó.

Ale estuvo allí apoyándome. Por eso es que me lo dice, no quiere que me vuelva a pasar.

Román sigue aun jugando baloncesto en el instituto, pero ya no nos tratamos tanto. Si chocamos por accidente en los pasillos del instituto nos saludamos, pero ya no más ahí.

A mi me encantaba su nombre, Román de Romántico, pero ahora ya no me gusta. Me dejó de gustar todo de él. Probablemente porque tuve que dejar de idealizar tanto y pensar que no sucedería nada entre nosotros.

—Bueno, Diane te dejo. Mi mamá me está llamando para que vaya a comer. Te quiero un montón, cuídate y piénsalo Diane, ¿okey?

—Okey, chao. Yo te quiero más—me despedí de Ale.

Se desconectó y en la línea solo quedó Tati.

—¿Sabes? Ale tiene razón con lo que dice. Piénsalo y sino aclara las cosas con él.

—Si, tengo que hacerlo...

—Deberíamos salir, así podrías despejar tu mente de eso.

—Otro día, hoy no puedo—mentí.

—Bien, pero si vamos a salir, ¿vale?

—Vale.

—Hablamos mañana, voy a terminar las ecuaciones que tengo ahí.

Me reí, dejando la tareas de última hora como siempre.

—Anda, no quiero después que me culpes por ello.

—Jamás, no soy así.

—¿Ah, no? ¿Entonces como explicas el otro día que pusiste de culpable a un árbol por sacar 4 en matemáticas?

—Era lo más cerca que tenía en frente mío para culpar—masculló.

—Vete a hacer la tarea. Te quiero.

—Chao. Piénsalo.

—Lo haré.

Colgué, dejé mi teléfono a un lado y con ello tirándome a la cáma.

La verdad es que quizás tengo que pensarlo. ¿Y si es un mal entendido? ¿y si él no siente nada por mi? ¿o yo por él? ¿y si vamos muy rápido? no quiero cagarla la verdad, no como hice con Román.

O que él sea como...

No, él no es así.

Ugh, tengo que pensarlo y dejar que las cosas fluyan. Es lo mejor si no quiero estropearlo. Es lo mejor si no quiero hundirme en un sentimiento no correspondido. Es lo mejor si no quiero perder una amistad, su amistad.

Por ti hago lo que sea| EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora