Por ti hago lo que sea| EDITANDO

38| Juntos, por siempre (parte 2)

«Yo me maté en esa curva
(dije señalando su sonrisa)»

Julio Cortázar.

—¿Qué pasa? Medio salí del instituto y llegué aquí.

Ayer, después del susto que me llevé con Thomas todo a estado muy bien.

O bueno, hasta ahora.

—Necesito hablar contigo sobre algo.

—Bueno, hablemos—me acerque para besarlo y me senté en la orilla de la cáma.

—Tengo algunos recuerdos incompletos... pero ahora recuerdo porque sucedió el accidente.

En ese momento se me puso la piel de gallina, ¿acaso...?

—Debí serte sincero—volvió a hablar.

—¿Sobre qué?

—Del porque estaba tan alejado. El porque mi madre y Nicole salieron lastimadas...

—Eh, ya lo sé, Thomas. No debes explicarme nada.

—¿Que?

Su expresión denotaba sorpresa y a la vez nervios.

—Nicole me dio tu diario, y bueno, leí todo lo que estaba ahí—busqué en mi mochila y se lo dí—, ¿no te molesta verdad? Después de todo es tu diario, tu privacidad.

—Eh... leíste todo lo que te escribí entonces—y me regalo una sonrisa de lado.

Me sonroje y aumento su sonrisa.

—¿Pero ya te sabes todo la historia?

—No me se tu versión original, solo lo que dice el diario.

—Mi padre, Adam siempre a sido el hombre que ha tenido la palabra, o bueno, tenia. Si a él no le gustaba algo, a ti tampoco, si el quería que hicieras algo lo tenias que hacer, y si no le hacías caso... era mejor hacerle caso. Nicole y yo siempre hacíamos caso a mi padre, más yo que ella. Ella... a veces se ponía rebelde y no hacía lo que el quería. El quería que ella fuera bailarina, pero a ella nunca le gustó eso, y... cuando... la castigaba muy mal... la encerraba en su habitación por largas horas o le decía cosas muy feas. Conmigo siempre quiso que fuera futbolista, a mi me gusta es el basket, el fútbol nunca ha sido ese deporte. Yo si practicaba fútbol para complacerlo, me exigía mucho para mantenerlo orgulloso. Aunque el siempre quería más y más. Cuando yo me cansaba o alguna otra cosa me golpeaba—tuve que taparme la boca del asombro ya lo sabía porque en el diario lo decía, pero que saliera de su boca me dolía, Thomas trago grueso y agarro una de mis manos—. Al menos ya no jugaré más fútbol.

—¿Lo vas a dejar?-pregunté.

—Pues si, con esta pierna que tengo enyesado no podré jugar más. No podría jugar cómo antes.

—Pero con terapias...

—No es lo mismo estrellita—extrañaba que me llamará así—. Además, en algún punto lo iba a dejar.

—Si, ¿pero el basket? Ya nunca podrás jugarlo.

—Tal vez el basket no estaba destinado en mi vida—dijo y se me partió el corazón.

Thomas se acercó a mí para limpiarme una lagrima. Ni sabía que ya estaba llorando.

—A mi madre la golpeaba cuando estaba borracho. Cada vez qué pasaba eso dormía con Nicole para que no llorará o no se diera cuenta.

—¿Por qué se fueron de la ciudad?

—Mi padre consiguió un trabajo que le pagaban bien, y bueno, nos obligó dejar la vida que ya teníamos hecha aquí y hacer una nueva allá. Me obligó a alejarme de ti.