37| ¿Diane?

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Era una bola de emociones.

De alegría, alivió, nervios.

De todo.

—Diane, ven a sentarte con nosotras—dijo Nicole, agarrándome de la mano.

Ayyyy que te aproximas a una mamá probablemente enojada contigo.

Oh oh.

Nicole estaba tan feliz, nunca la había visto de esa manera. Pues, claramente saber que tu hermano se despertó de un coma te pone así.

Porque yo estaba igual que ella, la única diferencia es que yo no lo expresaba.

—¡Diane!—dijo Jenna y yo me volví un manojo de nervios—, querida, ¿cómo estás?

Por lo visto no está enojada.

Eso dices tu, capaz después...

Ya pues, que no es divertido.

—Hola Jenna. Bueno, mejorando, aunque con la noticia de Thomas estoy muchísimo mejor.

—Si, todos los estamos.

Después todo quedó en silencio.

Jenna volvió a hablar.

—Querida, se que haz estado muy mal con todo esto, puedo decir que más que nosotras, y bueno... quiero decirte que yo no estoy molesta contigo ni te hecho la culpa por lo sucedido.

—¿Ah no?

¿No?

—No querida, ¿por qué? No pienses eso, te haces daño pensándolo.

—Pero es que me siento así—le confesé.

—Bueno mírale el lado positivo, Thomas despertó.

—Pero igual sigo sintiéndome mal, si yo...

—Diane. Basta. Sobre pensarlo mucho te hace un mal, uno muy grande, intenta despejar esos pensamientos.

—Ugh, es que no puedo.

—Si puedes, Diane—me agarró de los hombros—. Si te lo propones, de verdad, mejorarás y sanaras.

—Lo intentare, Jenna.

—Eso espero, porque me duele verte así de demacrada.

Yo baje la cabeza, apenada, no me gusta que sientan lástima por mi.

—Familiares de Thomas Cooper—llamó la doctora, como de unos cuarenta, alta, su piel bronceada, cabello de color negro con algunas canas, ojos color cafe, algo intimidantes, con uno lentes de pasta negra, y su respectiva ropa de doctora. Jenna, Nicole y yo saltamos de nuestros asientos cuando la doctora habló —. Bueno, Thomas despertó, tuvimos que explicarle que estaba en el hospital y que había tenido un accidente automovilistico. Él lo único que dijo es que quería ver a su madre.

—Pero... ¿lo puedo ver?—preguntó Jenna.

—Si, adelante. Más tarde tendremos que hacerle algunas pruebas para ver si pronto lo podemos darlo de alta.

—Gracias doctora Howell—dijo con una gran sonrisa entrando a la habitación de Thomas.

Nicole y yo nos quedamos afuera esperando a Jenna. Yo probablemente lo veía mañana.

—Nicole—la llamé.

—Dime.

—Gracias, eres una gran amiga, puedo decir que eres la única que tengo aquí en ciudad.

Por ti hago lo que sea| EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora