Día tras días.
Ya no es lo mismo.
El tiempo pasa para mi tan lento como pasos de tortuga. Los días son más abrumadores, y eso esta pasando factura en mi.
—¡Cielo! ¡despierta!—me llamó mi mamá, dándome un leve empujón en el hombro.
—Mmm—fue lo único que emiti.
—Despierta, vas a llegar tarde a clases—y corrio las cortinas de mi habitación, colándose el sol hacia mi rostro.
—¡Mamá! ¡¿por qué abriste las cortinas?!—chille, limpiando mis ojos.
—Para que te despiertes, ya es tarde.
Refunfuñando me metí al baño a cepillarme los dientes, hacer mis necesidades y bañarme.
Hoy comenzaban las clases después de las vacaciones de navidad, y la verdad no quería ir al instituto.
Salí del cuarto de baño y entré a mi habitación. Busqué algo para ponerme, me vestí, y después intenté arreglarme un poco el cabello y ponerme un poco de maquillaje, ya que, parezco un zombie andante, tengo muchas ojeras y estoy pálida. También me he dado de cuenta que he perdido un poquito de peso.
Al ver el resultado en el espejo, que es, unos pantalones anchos, una franela manga larga, con una chaqueta negra encima y mis converse negras. En el cabello simplemente me hice un moño alto, algo descuidado y un poco de maquillaje para que no se note tanto las ojeras.
Aunque eso último, no es que me halla dado muchos resultados, igual se me nota, se nota que no duermo bien.
Verme en el espejo y darme de cuenta que me veo tan diferente, tan... descuidada y triste.
Agarre mi mochila, que ya estaba lista y baje las escaleras para dirigirme a la cocina.
—Cielo, allí hay pan, puedes hacerte algo con eso, me tengo que ir—se acercó a mí y me dio un beso en la frente—. Espero que te vaya bien, te cuidas—y sin más salió de la cocina para recoger sus cosas e irse.
—Genial—dije para mi misma.
Así que me hice un pan con queso simplemente, no tenía mucha ganas de cocinar, y después me fui.
El camino al instituto se me hizo más largo de lo normal, no puse música porque la verdad no tenía ganas de escuchar la playlist que siempre pongo.
Después del accidente perdí la ganas de hacer muchas cosas, es cómo si perdiera las ganas... ¿de vivir?
Llegue tarde a la primera hora de clases, y el muy estúpido profesor no me dejó entrar a clases, así que me puse a caminar por todo el instituto hasta que llegue a la cancha de fútbol, donde me senté en las gradas y solo me quedé viendo la nada.
A esa hora no había practica de fútbol, por lo que estaba desolado.
Recuerdo el día donde me senté en las gradas y el balón de fútbol iba hacia mi dirección.
A donde volví a reencontrarme con Thomas.
Donde pude ver sus hermosos ojos azules.
Y ahora... solo son recuerdos.
Puse mis dos manos y hundí mi rostro en el, comenzando ya a salir la primera lagrima. He llorado tanto que ya es algo que se volvió parte de mi rutina diaria.
Estuve así hasta que sonó el timbre, a donde me limpie con la manga de mi franela y comencé a caminar hacia donde iba a tener mi segunda hora de clases.
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Por ti hago lo que sea| EDITANDO
Genç KurguDiane Brown, una chica distraída y que siempre llega tarde a clases. Thomas Cooper, el chico nuevo ojos azules, guapo y jugador de fútbol. Nunca sus caminos se habían cruzado hasta que un balón los unió. Oh, ¿ya se conocían desde antes? Thomas sería...