10- Una tarde con los Baker

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Timothy Baker

No puedo creer que Violeta, mi hermana haya preguntado esa barbaridad, ¿Yo? ¿Acostarme con Joan? Si, o sea, no, si quisiera, quisiera muchas cosas con ella, pero no, no nos hemos acostado.

- Violeta, no nos hemos acostado y tampoco va a pasar. - Le aclaro a mi hermana luego de recomponerme.

- Ah, está bien. -

Veo de reojo a Joan y tiene la cabeza agachada, veo como una lágrima cae en el termo, joder, no, ésto no puede pasar, no ahora. Me rompe el corazón verla llorar, yo de verdad la quiero, pero no de una manera amorosa, me gusta como amiga; le pongo una mano en el muslo y la acaricio, ella me mira desconcertada, pero le doy una leve sonrisa y ella me la devuelve; pongo de nuevo en marcha el auto, mientras ella saca unos pañitos húmedos de su bolso y empieza a limpiar el vidrio, la guantera y su ropa.

30 minutos después llegamos a la iglesia del pueblo. Ésta es una iglesia colonial de un color café rústico, se consta de un solo piso y al lado izquierdo hay una torre, en dónde hacemos las reuniones de propietarios de algún negocio y residentes, que es la próxima semana, también se considera la casa parroquial, viven tanto monjas, como monaguillos y aprendices de éstos.

Al entrar, tomo de la mano a Joan, ella me mira confundida, pero con un pequeño guiño la dejo tranquila. Ella me sigue la corriente y vamos a las primeras filas, siempre nos sentamos ahí con mi familia, y quiero que ella se integre más, no quiero que ellos malinterpreten, pero tampoco quiero que se sienta sola, porque no lo está, pueda que no esté enamorado de ella, pero tampoco pienso hacerla sufrir, no se lo merece, podrá ser quien quiera que sea, pero, jamás podría hacerla sufrir.

Joan Turner


Timothy me lleva con él a las filas delanteras, en parte no quiero estar con su familia, se nota que no les agrado, no es que me importe, pero sé que para Timothy la familia va primero. También me dolió lo que dijo, no porque fuera verdad, pero si por la forma en que lo hizo, como si me tuviera asco, definitivamente no entiendo a los hombres, los odio a todos, todos son iguales, ninguno tiene sentimientos, son fríos y demasiado tóxicos, por eso no salgan con ninguno, díganles NO, y se van como las mujeres buenotas que son.

Cuando ya estamos todos en la fila, me dirijo a Timothy y le digo.

- Oye, está bien, puedo ir a otro lugar para que estén solo tu familia y tú, no quiero molestar - Le termino susurrando, ya que el sacerdote se pone frente al podio antes de empezar a hablar.

- No, está bien, quédate aquí conmigo. - Susurra.

- No, me voy. - Pero antes de que me dé media vuelta, él me toma de la cintura y me abraza, es cálido aquí.

- Te quedas te digo. - Lo ven, tóxico.

Decido quedarme y prestar atención a la misa, cuando el sacerdote ordena sentarnos, Tim me agarra la mano, hasta que tenemos que levantarlas para alabar a Dios. Una hora y media aproximadamente después, salimos salgo de la iglesia con Tim aún tomando mi mano, me van a empezar a sudar con tanto calor aquí afuera, eso sería otra vergüenza para añadir a la lista.

- Oigan, vamos a comer, yo invito. - Propone el marido de su hermana, si, en medio de la misa se me dió por preguntarle a Tim quién era, y me dijo que era el esposo de Violeta desde hace dos años.

Mujer solitaria y codiciosa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora