Vivamos sin miedo

84 6 0
                                    

Aferro mis brazos a su cuello asegurándome de no caer, recuesto mi cabeza en su pecho e inhalo su perfume, un rato después entramos a la habitación y con cuidado me deja sobre la cama.

-Todo se está moviendo – digo siendo totalmente sincera sabia que es producto del alcohol, pero tal vez el en su amplia experiencia tenga una solución, además siento el estómago muy revuelto y juro que ya comienzo arrepentirme por haber tomado.

-Descansa, mañana será un largo día- no era la respuesta que esperaba, se desviste, se acomoda a mi lado y comienza acariciar mi cabello, cierro mis ojos intentando concentrarme en sus leves caricias.

Despierto con un terrible dolor de cabeza, me remuevo y abro mis ojos, muy poco recuerdo de lo que pasó anoche pero Benedikt ya estaba despierto, sentado al lado de la cama con una taza de café, un baso de agua y unas pastillas.

Aunque llevé días siendo así de amable, me sigue costando acostumbrarme a tanta atención, además nunca lo había visto cargar un baso de agua o una taza que no fuera servida y traída con la misma señora que lo atiende, pero sus recientes actos se sienten tan sinceros y real, que solo me despierta ternura.

Todos sus insistentes detalles me confirman lo mucho que le importo, sus actos le da fuerza a esas palabras que tanto me cuesta aceptar, pero en realidad quiero creer que todo es la causa y producto de esos sentimientos que dice tener.

Después de quedarme pensativa y esforzarme, recuerdo la noche anterior, mis mejillas se calientan de la vergüenza y abro los ojos llevando mi mano a la frente.

Benedikt sale del cuarto riendo, burlándose de mi fuerte resaca o de mi horrible estado la noche anterior.

Sabiendo que no tengo remedio, mas que callarme y aceptar mi vergüenza aprovecho de entrar al baño para ducharme y alistarme.

Teniendo su risa y sus actos en mis pensamientos asimilo mi derrota, mi temor se hizo realidad Benedikt está aferrando a mi corazón como una molesta sanguijuela.

El agua fría me ayuda con el fuerte dolor de cabeza, con los segundos mi cuerpo se relaja por completo y guardo la esperanza de que me ayude a eliminar por completo la resaca.

El viaje de regreso a Roma, fue muy pesado las nauseas y mareos eran constantes nada hacía que se me pasaba está terrible malestar, estando sentada suspiro viendo a mi madre mientras duerme, Benedikt se encuentra a mi lado tomando mi mano y con su otra mano libre revisando y tecleando su computador seguro con algunos trabajos pendientes.

Mi madre iba al frente de mi, durmiendo placidamente hoy amaneció más cansada y adolorida, la enfermera que también va a vivir con nosotros le dio sus medicinas para aliviar los dolores y solo después de ellos al fin pudo descansar; A mi madre también le dan miedo los aviones por lo que es de mucha ayuda que haya podido dormir.

Observando por la ventana, pude notar que el avión aterrizó muy cerca de lo que será nuestro nuevo hogar, es una casa enorme alejada de toda la ciudad en un área en donde visiblemente hay mucha mas seguridad.

Al rededor se encontraban pocas exclusivas mansiones con sus pista privada de aterrizaje, los ricos y sus ostentosas vidas.

La casa cuenta con un amplio terreno al entrar a los mismos comienzo a notar que la cantidad de guarda espaldas había aumentado considerablemente, Benedikt y su exagerada forma de hacer las cosas.

Volteo a verlo, arrugando mi entre cejo porque todo esto ya es demasiado para nosotras y me refiero tanto a la casa como la cantidad de guarda espaldas.

El me mira pero guarda silencio, en respuesta me guiña un ojo viendose extremadamente hermoso, le sonrio me toma la mano la aprieta ligeramente luego me suelta para el bajar de la camioneta y de primero ayudar a mi madre a bajar.

Vivir por amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora