Respira profundo

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El agitado y brusco movimiento de la camioneta cuando se mueve de un lado al otro me obliga a sostenerme de los asientos, más ese constante ruido de las balas que chocan con el vehículo termina por acelerar mi pulso, comenzando a costarme algo tan simple como el respirar.

Con la contante adrenalina que siento cuando los ataques de ese hombre me toman por sorpresa comienzo a sospechar que podría morir de un infarto, quizás así le haré un favor a ese par de locos que tanto desean mi muerte, veo la controlada actitud de Benedikt y niego con mi cabeza, aunque me cueste debo alejar esos pensamientos negativos de mi mente.

Al parecer esta ruta desolada, sin casas al rededor se prestaba para este momento de terror, teniendo la carretera completamente libre el chofer cambia de carril como le viene en gana, intenta esquivar lo que pueda de balas pero todo intento parece inútil cuando las mismas no dan tregua al silencio; Aun y estando aguantada de los sillones y con las manos de Benedikt aferradas a mi cintura, mi cuerpo se mueve con mucha facilidad de un lado al otro por tanta fuerza que ejerce la velocidad y los movimientos.

Grito fuerte cuando la camioneta es golpeada por la parte de atrás, haciendo que nos impulsemos hacia delante, al mismo tiempo sentí que la misma perdía equilibrio pero el chofer hace su trabajo.

Con mucho miedo giro mi cabeza hacia los lados para luego atreverme a mirar atrás, llevo mis manos a la boca viendo que se trataban de dos camionetas y no una.

-Benedikt- le medio grito por la evidente adrenalina y contante bulla a nuestro alrededor- son dos camionetas- me mira y asiente con su cabeza como si ya se había dado cuenta de ello- nuestras miradas se cruzan y me presiona aún más a su cuerpo, como si con ello pudiese calmarme.

Debo admitir que se siente diferente  imaginar que algún día llegaría este momento, que encontrarme en el mismo y enfrentarme a el, me muero del miedo mientras que Benedikt se encuentra paciente pero supongo que se debe a lo bien entrenado y preparado que esta desde pequeño, debido a que su vida siempre fue una constante montaña rusa.

Sintiéndome mas cerca de la muerte el miedo y adrenalina me nubla la mente- Benedikt- le grito más fuerte cuando mi cuerpo se vuelve a impulsar hacia delante por otro golpe que le dan a la camioneta,  pero esta vez fue mucho más fuerte.

El chofer acelera dejando un espacio prudente entre ambos vehículos, con respiración agitada y mandíbula tensa, mantiene la concentración y sigue maniobrando de un lado a lado.

Benedikt se mantiene callado y calmado pero no me quita la mirada de encima, tan experto, calmado y paciente como una roca, demasiado acostumbrado a la adrenalina.

Lo observo y por segundos me entrego a la calma y nos perdemos en nuestras inquietantes miradas, asta que lo escucho- hoy es el día en que tienes que demostrar y emplear todo lo que has aprendido- me exige con determinación, presionó mis labios y niego con mi cabeza, no, hoy no estoy preparada para enfrentarme a la muerte, son demasiadas emociones para una inexperta como yo.

Se supone que hoy sería un día feliz, por el hecho de enterarnos que mi madre tiene la posibilidad de vivir a nuestro lado por muchos años más.

No puedo, aunque el quiera que sea fuerte y me lo repita diariamente simplemente no lo soy, mis ojos se humedecen, no puedo tener esa maldad y valentía que se necesita para herir.

Tras mi silencio responde como si me leyera la mente- Sé que tienes miedo y eso es normal pero no tienes opción son ellos o nosotros- posa su mano en mi espalda y me atrae pegándome a su cuerpo dándome un fuerte abraza- te amo mi vida, lucha por nosotros- tras esas palabras todos mi estómago se me remueve como si tuviera muchas torpes mariposas revoloteando, eran muchas intensas emociones acumuladas.

Vivir por amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora