Vivir por amor

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No pasa mucho tiempo cuando el desgraciado hombres regresa, se acerca suelta las cadenas que estaban aferradas a la pared, sintiendo la debilidad en todo mi cuerpo caigo al suelo y el muy malnacido sin desatarme ni darme tiempo me empuja con los pies, indicándome sin palabras que me levantara y caminara, tomo bocanadas de aire, todo el cuerpo me duele me cuesta el solo intentar levantarme.

-Más te vale que me asesinen porque si no lo hacen te encontraré y te haré conocer lo que es el infierno- le gruño soportando el fuerte dolor en mi boca y rostro.

La herida de bala en mi pierna es la que menos me preocupa, Roberto se aseguró de que me atendieran, sacaron la bala y curaron la herida, según el para alargar mi muerte, le da placer la tortura por lo que es más divertido para el curarme y asegurarse de que pueda resistir en su juego, sin duda ese maldito está disfrutando al cumplir uno de sus deseos, nos lastima y tortura por separado y eso hecho es lo que más me duele; El pecho me quema de solo imaginar lo que le puede estar sucediendo a mi mujer.

No me había importado tanto mi vida como ahora, pues solo deseo vivir para salvarla pero sigo atado de brazos, una mezcla entre frustración, rabia y dolor se hace presente en mi cuerpo, nunca antes me había sentido tan sensible como ahora.

Soy capas de soportarlo todo, menos perderla a ella, con un fuerte dolor en todas mis extremidades me levanto y me obligo a mi misma a caminar, voy a paso lento y dolorosos, pero en cuestión de minutos salgo de la habitación y mi mirada se desvía del suelo que veo hacia esa voz tan dulce, débil.

-Benedikt- su sollozo y preocupación al verme en este estado me parte el alma, sus heridas y las muchas gotas de sangre, secas y otras frescas en su delicado rostro termina por quebrarme.

-Maldito desgraciado, ¿hijo de perra que le hiciste?- le grito a Roberto y aunque me duele todo intento moverme pero solo logro hacerme más daño en la pierna y las costillas.

La observo sus delgados brazos se ven rojos y en algunos lugares de su piel comienza a verse unas manchas moradas y aunque su piel es morena se le nota los muchos golpes, así de fuerte la abran golpeado, desvío mi mirada para ver al maldito de Roberto, no puedo seguir viéndola tan lastimada y menos deseo que ella me vea en este estado.

Desearía poder hacer algo para evitar todo su dolor.

Roberto sonríe sínicamente, lleva sus sucias manos al hombro de mi vida, mi bella mujer

- Bien hija mía, esto será muy duro para ti pero sin duda alguna muy placentero para mis ojos- sonríe ampliamente.

-Verás tu noviecito tiene mucha deuda conmigo, se atrevió a destruir mis empresas, eso es algo que no dejaré pasar; El dinero no es el problema, ya que puedo recuperar lo perdido en cuestión de meses pero esa humillación antes los medios- niega con su cabeza y la rabia se hace evidente en su mirada, mientras que yo sonreí ante la satisfacción que me da el saber que al menos le hice pasar un mal rato.

-Merece un buen castigo y tú necesitas demostrar de lo que estás hecha, como ya sabes necesito confiar en ti y eso solo se gana con hechos- observo a Zoe se ve triste y preocupada, aprieta sus labios y parpadea varias veces.

Vuelvo a mirar a Roberto y ya puedo entender sus palabras, tarde, muy tarde comprendí su enferma obsesión y el placer que le produce ver y herir a otros, debí hacer mucho más para acabarlo, esta situación es mi culpa.

-¿Qué quieres que haga? – su voz es débil pero clara, presiona sus manos notándose tensa y en la manera en como muerde sus labios, es muy evidente sus nervios.

Roberto se da la vuelta, extiende su mano a uno de los hombres a su espalda y el mismo le entrega una pistola para inmediatamente llevarla hacia la cabeza de Zoe.

Mi corazón se salta unos latidos, intento moverme pero el hombre que está a mi lado me toma por el hombro y me obliga a quedar de rodillas, por la manera en como caigo causa que el dolor en mi pierna se intensifique, cierro mis ojos y presionó mi mandíbula para evitar un grito, por ella evito verme más débil de lo que ya me siento; Estar de rodillas es humillante pero al ver la pistola que apunta su cabeza me quedo sin opciones.

Son dos hombres a la espalda de Roberto, un hombre a mi lado y supongo que en la entrada de esta pocilga de almacén, deben estar al menos los cinco que había contado anteriormente, en el tiempo que estuve en este lugar no había escuchado llegar nadie más, por lo que ahora tengo las cuentas claras.

No estoy en condiciones de enfrentarme a ninguno, no sin ayuda, Por más que pienso no puedo hacer nada más que ver como muere y duele. Esta es la parte que odio del amor, lo mucho que duele ver a otro sufrir ¿Es justo que ella sufra de esta manera?

-Hija esto es fácil, muere el o mueren los dos, mátalo y dame el placer de verlo morir- dice Roberto y Zoe abre los ojos y gira su cabeza para verlo, ella claramente no esperaba su petición, pero yo siento un alivio al escucharlo.

Esto le dolerá para toda la vida pero vivirá, no estará segura a su lado pero al menos tendrá mas tiempo de vida que puede usar a su favor para escapar.

- hazlo- le digo serio, deja de ver a Roberto y me ve directo a los ojos, su mirada triste y esas ganas que tiene de llorar me están mentando lentamente- que hagas lo que te pide- le ordeno

Niega repetidas veces con su cabeza, cierra los ojos y veo como lleva su mano a su vientre, frotando su palma en el, de una manera tierna y extraña, cuando presiona sus labios presiento que me quiere decir algo y por la manera en como me mira con melancolía, me lo confirma.

La observo bien y la noto, de cadera está un poco mas rellenita, sigue llorando con desespero sin quitar su mano de ese lugar, ese acto y las muchas conclusiones en mi mente me hace tragar fuerte, siento mi garganta seca, ¡¡no puede ser!! Esto no puede ser posible.

Ella no puede estar…. Maldición como duele siquiera pensarlo en este mal momento, ¿de verdad pude haber sido feliz en esta maldita vida que me toco?

-NO ME HAGAS VOLVER A REPETIRLO- grita el idiota de Roberto.

-Está bien- susurra débilmente.

El imbécil sonríe y le ofrece su Arma- Sabía que tu inteligencia te llevaría a tomar la mejor decisión- Zoe toma el Arma y aun con lágrimas en los ojos me apunta.

Mi patético orgullo no sirve de nada cuando es la mujer que amo quien está a punto de acabar con mi vida, cierro los ojos y agacho mi cabeza para que este momento no se le haga más difícil, desearía que no sufriera con este simple acto pero de nada sirve mi deseo en estos momentos, ella sufrirá, igualmente sufrirá.

Si debo morir para que ella viva que así sea, todo se queda en silencio y a la espera.

-Date prisa, dispárale o tú morirás por culpa de su amor- dice Roberto y unos extraños ruidos se escuchan fuera de esta fábrica.

-Dispárale- grita un nervioso Roberto, al mismo tiempo que en las afueras se escuchan disparo.

Levanto mi cabeza sin entender lo que Zoe  espera

-Zoe que lo hagas- le grito cuando la miro con intensidad.

Lo único que deseo es que ese hombre no la lastime; Ella me mira muy seria y molesta, niega con su cabeza, no la entiendo ni la comprendo asta que habla.

-Prefiero vivir por amor-  al decir eso gira el arma, apunta la cabeza de Roberto y sin dudar un segundo presiona el gatillo y dispara.

Vivir por amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora