No es estúpido

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El canto de las aves era suave y la brisa matutina era refrescante. Después de tomar mi café matutino y de saludar a Cody, me decidí por seguir probando mi suerte con la caña de pescar. Así que tomé mi mochila y empecé mi camino a las montañas por la ruta que recientemente había descubierto.Ya tenía dos horas desde que había llegado y tomé un pequeño receso sentándome en la hierba, estaba contenta pues en mi balde había unos cuantos peces. Por más desagradable que me pareciera, el consejo de Sebastian me fue muy útil.

Sebastian

Hace ya dos días que fue nuestro encuentro en este mismo lugar. 

El recuerdo de su linda y un tanto ronca voz cruzó por mi mente. 

Es la primera vez que lo escuché hablar tanto. 

Su rostro estaba lleno de pasión, sus manos bailaban en el aire a manera de exposición y sus ojos negros brillaban como estrellas en el cielo cada que mencionaba sus teorías acerca de la historia principal. 

Pero lo que más me cautivó fue su sonrisa. 

No era leve y contenida como él siempre quería que fueran. Esa vez las comisuras de su boca no mostraron restricciones a su felicidad y cedieron ante una blanca y llena sonrisa. 

Fue una vista hermosa. 

Y se lo diría, pero me convertiría en un sonrojado enredo de tartamudeos antes de decir nada.

Así que solamente esperaré por la próxima vez y lo admiraré en silencio. 

Las montañas se cernían a mis alrededores y el fresco olor de los pinos estaba impregnado en el ambiente.

Podría quedarme aquí para siempre. 

Y entonces recordé el anuncio que ví en el tablero de Pierre's. 

Demetrius, el esposo de Robin, había ofrecido una recompensa a quien le trajera un ejemplar de un pez llamado 'Perca' y yo por fin lo había atrapado. Así que con un movimiento rápido, me levanté de la hierba verde y seguí el camino que esperaba que fuera el que llevara a la casa de la carpintera, pero mis dudas se aclararon apenas ví el tejado color azúl. 

Consideré tocar la puerta, pero después me acordé de que este era un negocio, así que solamente la abrí. Robin estaba en el mostrador y me recibió con una cálida sonrisa, y después me dirigió al laboratorio personal de Demetrius: una habitación con paredes de un blanco estéril y lleno de muestras en examinación. 

—¡Muchas gracias, Hannah! —exclamó el hombre alto y moreno—. Este será un espécimen interesante de analizar. Aquí tienes tu pago. 

Yo le agradecí, y luego me puse a discutir unos cuantos asuntos con Robin en el pasillo, pues hace tiempo que estaba considerando la posibilidad de reparar el viejo granero del abuelo.

La fachada se estaba cayendo a pedazos y la madera estaba pudriéndose, pero tuve esperanzas de que, después de que Robin lo inspeccionara, me dijera que no era tan grave. 

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