Ser ayudante de carpintería no es tan caótico ni estresante como algunos esperarían, tal vez debido a que mi mamá normalmente no deja que nadie interfiera con su trabajo por lo que ella carga con la mayor parte del proceso de construcción. Yo por lo usual, además de los pequeños detalles, sirvo para cargar madera, pasar clavos, sostener cosas, dar recados y traer bebidas. No es algo del todo difícil, pero sí es cansado.
Esa mañana me levanté mucho más temprano de lo que acostumbro, no por la alarma que todos los días ignoro, sino que porque mi mamá prácticamente emergió de la nada y me despertó de la manera menos sana posible. Después de eso pasé a desayunar junto a todos a la mesa. Eso no es algo que suela hacer todos los días, pero ya que mi mamá inicia con la carpintera desde temprano no tenía elección. Mi tiempo en la mesa fue relativamente tranquilo hasta que mi mamá mencionó hacia dónde me iba a llevar.
—¿Cuánto crees que van a tardar con el granero? —interrogó Maru con medio mordisco de pan tostado en la boca.
—No lo sé —contestó mi mamá—, una semana con suerte. Es cuestión de reforzar solamente. Además, Sebby me ayudará —ella revolvió con esmero mi cabello hasta que el peinado que con tanta dedicación había hecho se desmoronó, cosa de la cual me quejé, pero que no servía de nada. Su boca se curvó en una cálida sonrisa, esa que había conocido desde que nací, y después vació más huevo revuelto en mi plato a pesar de que no lo había pedido. Sé lo mucho que le gusta que trabaje con ella, pero mi cabello es sagrado.
—Eso es genial —comentó Demetrius—. Es bueno que salga de ese sótano.
Una punzada picó mi nuca y la mesa quedó suspendida en un silencio incómodo por medio segundo.
—Oye, ¿y cómo te fue en tu investigación de ayer, papá? —farfulló Maru en un intento desesperado por desviar la conversación a un sitio lejos de la zona de guerra, ya que ella es el tipo de persona que detesta las peleas.
—Estoy en ese sótano porque ahí es donde trabajo —mascullé.
Pero la paz nunca fue una opción.
Intenté quedarme callado, de verdad intenté extinguir el fuego de sus palabras y terminar con mi comida en silencio, pero mi instinto más bajo, del cual no tengo control, supo que hacer lo que mi sentido común planeaba haría que mi garganta terminara chamuscada de la rabia acumulada.
A menudo no somos como queremos ser.
El hombre moreno sentado junto a mi madre me observó con una calma intranquilizante. Me miró a los ojos de manera retadora y desaprobatoria, igual a como cuando nuestros desacuerdos se vuelven grandes. Siempre supuse que era para intimidarme. Ninguno iba a salirse de la línea, ya que de lo contrario significa que admitía la derrota, y somos lo suficientemente inmaduros como para tomarnos esta estupidez en serio. Los ceños estaban ligeramente fruncidos y mi lengua estaba preparada para escupir veneno. En lo personal no me considero alguien susceptible a buscar peleas, pero el solo pensar en que este hombre se salga con la suya me hace querer vomitar.
—Me refería a un trabajo de verdad —finalizó de forma contundente a la vez que perforaba su comida con el tenedor.
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The Last Raindrop
FanficLo único que retiene a Sebastian a Pueblo Pelícano es su mamá y sus amigos. ¿Podrá la nueva granjera darle una razón más? Puedes encontrar este fanfiction también en mi cuenta de AO3 bajo el mismo nombre de usuario: JuneonDecember. <3 ~Portada hecha...