Bancarrota

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Nunca he tenido problemas para levantarme temprano. 

Siempre lo había hecho así incluso cuando trabajaba en Joja pues tenía que mantener el ritmo de mi apretada agenda. 

Pero eso quedó en el pasado. 

Ahora las tareas que debo realizar a mi día a día son pocas y no requieren mi total concentración, y siendo honesta, extraño un poco tener días más estructurados. Pero supongo que solo es cuestión de tiempo para que me acostumbre.

Pero a pesar de que me guste despertarme con el primer rayo de sol, odio el sonido que me lo anuncia. El que está grabado en mi subconsciente y hace que me estremezca cada vez que lo recuerdo.

Mi alarma.

Si pudiera confiar en que me levantaría sin necesitar de su ayuda, nunca la pondría. Es un sonido insufrible el cual apago cada mañana apenas recobro dos de mis cinco sentidos. Y hoy no fue la excepción. 

Con un movimiento rápido la desactivé  y decidí levantarme sabiendo que si no lo hacía en ese momento no lo haría nunca. Luego, estiré los brazos hacia arriba y bostecé. La cabaña del abuelo se veía más vacía de lo que recordaba, pero la estaba empezando a llenar con mis propias pertenencias. Antes de que me mudará a Pueblo Pelícano, Robin, la carpintera, tuvo que hacer varios arreglos dentro de la casa, por ejemplo, poner una cocina. Sabía que el abuelo odiaba eso de cocinar, pero esto era ir muy lejos. Pero además de esto, se debían reparar las tuberías, cambiar las ventanas y el piso, impermeabilizar el techo…, en resumen, ahí fue a parar gran parte de mi dinero, y ni siquiera pude considerar darle mantenimiento a los establos o a la parte de afuera de la vivienda. ¡Pero, Oye! Puedes preparar tu café diario, que es prácticamente tu único desayuno.

Bien.

En ese momento mi estómago gruñó.

En serio, necesito un trabajo.

A pesar de que mi papá me mandó un poco de dinero, todavía no podía mantenerme al ritmo con los gastos y todavía faltaba un mes para la primera cosecha. Es por esto que me emocioné como un niño cuando Abigail mencionó el concurso en el Festival de huevo, aunque no por motivos muy… adecuados. Ella dijo que ha sido la campeona de las últimas 4 competencias en búsqueda de huevos, y que desde entonces el premio consiste en un cheque. 

Ella sonaba muy entusiasmada por conseguir su quinta victoria consecutiva, y pensé que probablemente este no era el mejor momento para sacar mi lado competitivo. 

Hasta que una imagen de mí teniendo 3 comidas al día cruzó mi mente.

Lo siento Abigail, mi supervivencia y la de Cody es más importante.

Con eso, terminé mi taza de café y salí por la puerta. La suave brisa de mañana refrescaba mi rostro que a su vez era acariciado por los rayos del sol que comenzaban a emerger del horizonte. El color verde dominaba en la escena que veía, la cual se complementaba con las flores silvestres creciendo a los pies de los árboles. Nunca me cansaré de esto.

The Last Raindrop Donde viven las historias. Descúbrelo ahora