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Le acepté el apretón de manos, al chico que al parecer su nombre era Slime. — Un gusto conocerlo. — Me acerqué a los demás dándoles un cordial saludo.

— Hace mucho que no te veía Mariana. — Me habló el señor Miller, acercándose rodeándome con su brazo lo había atendido tantas veces que ya me hablaba por mi nombre.
— Digo lo mismo señor Miller hace meses que no nos honra con su presencia y por eso preparamos una de nuestras mejores mesas. Sigan por aquí. — les indique el camino hasta la mesa que les había preparado.

Todos se sentaron e inmediatez les avise a los demás camareros que me dieran la botella de vino que les había dicho hace unos minutos. — Me tomé la molestia de traerles un vino de nuestra reserva especial. — Dije mostrándoles la etiqueta del vino. — Señor Miller usted quiere ser el primero en degustar el vino. — Negó inmediatamente y señaló al chico de los ojos verdes.
— Está cena será dirigida por mi hijo, ya que hoy es un gran día. — Habló animadamente los demás estaban atentos a sus palabras al igual que yo. — Hoy es el día en el que mi hijo se hará cargo de toda la empresa. — Todos aplaudieron al igual que yo, ahora podía ver el parecido en los dos.

— Muchas gracias padre por esta gran oportunidad y no te defraudaré. — Mientras ellos hablaban yo comencé a servir el vino no quería parecer un chismoso escuchando todo lo que decían aunque era inevitable. — Así que el mesero traiga lo mejor a esta mesa confío en su buen juicio. — El joven Miller era muy educado ahora entendía por qué su padre le había dejado todo en sus manos.

—Con mucho gusto señor. — Al terminar de llenar sus copas de vino fui a la cocina.

— Diez especiales, chef. — Él asintió, le di un pequeño contexto para que hiciera algo realmente excepcional para la mesa y él me sugirió que tipo de bebida iría con el platillo.
Sin perder el tiempo me dirigí de nuevo a la mesa para seguir atendiendo a todos.
Cuando sus platillos estuvieron listos comencé a servir tratando de no cometer ninguna clase de error y estar listo para lo que se les ofreciera, cada uno de esos platillos costaba un mes de mi sueldo. Era un poco incómodo esto, por que cada vez que servía ser a de Slime no paraba de notar las miradas que hacía a mi cuerpo lo ignoraba pensando que solo era parte de mi imaginación.
Pasaron más o menos unas tres horas en donde no paraban de hablar o discutir cosas sobre negocios entre copas de vino y alguna champaña que pidieron, el hijo del señor Miller se levantó de la mesa en un momento afirmando que tenía una llamada importante.

Tenía tantas ganas de ir al baño, no había parado ni un solo instante así que pedí a otro mesero que me hiciera relevo y camine al baño.
Sin pedir el tiempo entré al sanitario encontrándome con la sorpresa que escuche la voz de Slime quien estaba peleando con alguien por llamada.

— Ya porque carajo no está la mercancía. — Hubo un largo silencio y volvió a hablar. — Sabes cuánto me costó para que mi padre me dejara la opción de manejar todo y tu me dices que por una distracción tuya estamos a punto de perder todos los malditos paquetes de droga que enviamos. — Su tono de voz se elevó más hasta el punto de casi gritar.
Lo mejor era que me fuera sin hacer ruido, habría la puerta lo más despacio posible aunque con lo que estaba gritando la posibilidad de que me escuchara era poca. Seguía recriminando a la otra persona, al salir lo más discreto que pude camina de nuevo a la mesa tal vez más tarde iría al baño.
Unos minutos después regresó Slime se veía más tranquilo o eso era lo que trataba de aparentar. — ¿Todo bien hijo? — En la mesa todos lo miraron expectantes a lo que diría.
— Sí padre un pequeño contratiempo pero todo está solucionado. —

La comida siguió con normalidad era sorprendente que conociendo a ese señor durante meses que me parecía tan amable y educado siempre dando un cumplido a mi trabajo en el fondo fuera un traficante.
No podía sacar eso de mi mente hasta que ya habían traído los postres para la mesa. — Capitán ya puede empezar a servir. — Volvió a repetir el mesero y yo inmediatamente tomé los pequeños platos de porcelana.

Love In ContractDonde viven las historias. Descúbrelo ahora