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Hoy había tenido una entrevista de trabajo para comenzar a trabajar de bartender los fines de semana, no sabía todavía si me iban a contratar tendré que esperar su llamada, ellos me habían dicho que en unos días me avisarían.
Con este nuevo trabajo iba a tener menos tiempo para estar con mi hija y eso me ponía mal ya era difícil pasar tiempo porque había muchas veces que llegaba cansado lo que provocaba que no pudiera aguantar tanto tiempo jugando con ella, muchas veces, me había quedado dormido mientras le ayudaba hacer su tarea y no podía disfrutar el tiempo con ella. Los fines de semana trabajaba pero hasta medio día y ahora con este trabajo no podría tener tiempo libre ni los fines de semana.

Y al saber que no me dieron una respuesta inmediata fui al banco con la esperanza de que aceptaran darme un préstamo para así liquidar mis deudas pendientes que tenía pero me negaron el préstamo porque no tenía un buen historial crediticio así que no era apto. Aun así lo que me ofrecían era lo mínimo no me alcanzaba a cubrir nada además que los intereses eran muy altos y eso lo único que provocaría es que tendría una nueva deuda que pagar. Mire de nuevo la hoja que me habían dado analizando pero por lo que me decían este préstamo lo terminaría pagando por años si no me retrasa con ningún pago.

Me senté en el sillón de mi sala, sentía una gran impotencia, tenía muy poco tiempo, eran un par de días para pagar la colegiatura junto con el pago del departamento y aunque consiguiera un trabajo nuevo no me pagarían al instante tardarían . Sin darme cuenta había comenzado a llorar, era un mal padre que no podía darle ni lo mínimo a mi hija.

Tal vez podría vender la televisión o algún aparato electrónico de los que tenía, eso me sacaría un poco de este problema.

Sentía una presión en el pecho que no podía explicar como si me estuvieran aplastando como pude ser tan ingenuo de creer que alguien como yo podría sacar adelante a una niña.

Me recosté en el sillón tratando de relajar mi respiración me quite los lentes dejándolos en la mesa de madera que adornaba el centro de la sala donde había más papeles comencé a masajear mi cabeza, lo mejor sería pedir turnos extra en el restaurante tendría que encontrar a alguien que me cuide a mi hija todo el día, tal vez contratar a una niñera. No podía esperar más tiempo a recibir una respuesta del bar en el que había pedido una plaza.

Estaban carcomiendo todos los pensamientos intrusivos que estaba teniendo cuando escuché que estaban abriendo la puerta del departamento haciéndome saber que alguien estaba a punto de entrar.

Rápidamente me limpie las lágrimas no quería que mi hija me viera de esta forma y me estire para alcanzar mis lentes para que no se notará tanto el sonrojo que se había provocado por llorar sentía mis mejillas calientes, a la vista de ella tenía que ser fuerte.

— Hola papá. — No tardó ni dos segundos cuando mi hija ya estaba sentada al lado mío mientras me abrazaba. — Mira lo que me compró mi tío. — Dijo levantando un pequeño peluche que no medía ni treinta centímetros en forma de dinosaurio. — Cerda que es muy lindo papá. —

Mi niña puso su peluche entre mis manos. — Tienes razón hija es muy lindo, ya escogiste algún nombre. —

— No todavía estoy pensando cual es perfecto para él. —

— Hola. — Apareció en mi campo de visión mi amigo que tenía algunas bolsas cargando. Le dejé su pequeño peluche a mi hija y me levanté para saludarlo. — ¿Qué tal te fue en la entrevista de trabajo — Le pedí que cuidara a mi hija hoy explicándole que iría en buscar un nuevo trabajo.

— Mami por qué no vas a enseñarle tu habitación a tu dinosaurio. — Ella asintió emocionada y se fue corriendo mientras hablaba con él peluche. — No sé, creo que estuvo bien la entrevista pero quedaron en llamarme. —

Aldo me miró y su mano fue a mi hombro tratando de darme su apoyo. — Estuviste llorando. — Yo baje mi mirada me sentía un tonto, odiaba que la gente me viera débil. — Saldrás de esta estoy seguro, has demostrado que lo puedes hacer llevás cinco años siendo el mejor padre para tu hija. — Se acercó y me dio un abrazo, yo solté algunas lágrimas y estaba muy sensible por todo lo que estaba pasando. — Sabes que cuentas conmigo,. E enca tarifa ayudarte a pagar...—

Lo detuve inmediatamente. — No sabes que jamás podría pedirte dinero. — Sabía que Aldo estaba en las mismas condiciones que yo, él se independizó hace muchos años pero aún ayuda con los gastos a sus padres que ya eran mayores repartiendo su sueldo. — Sabes que tú también lo necesitas. —

— Ya que no puedo apoyarte con dinero, mi mamá tenía algunos cupones de descuento para comida y todo eso me tomó las molestias de comprarte algo para que tengas comida para la semana. — Señaló las bolsas que tenía, las abrí en el interior había sopas, atún, algunos litros de leche, arroz, aceite y algunas verduras.

— No puedo aceptar esto. —

— Tu tranquilo mi madre te adora y me los dio para ti. —

— Gracias y gracias por el peluche que me diste a Juana. — Lo volví a abrazar, por fin tenía una buena noticia en tanto tiempo. Mi hija salió de su cuarto y al vernos abrazados también se unió a nosotros.

La tomé en mi brazos alzándo la para que se sentará en la barra. — ¿Me ayudaras a acomodar lo que nos regaló tu tío? —

— ¡Si! — dijo emocionada mientras aplaudía, comenzó a sacar todas las cosas que tenían las bolsas y me las pasaba mientras yo las acomodaba en su respectivo lugar.

— Yo me tengo que ir. — Avisé a mi amigo tomando todas sus cosas.

— Se que te lo agradecí muchas veces pero gracias. — Nos despedimos, tomó en brazos a mi hija también despidiéndose. — Y agradece a tu madre por la comida. —

— Si yo le diré, nos vemos mañana y recuerda no llegar tarde. — Lo acompañé hasta la puerta. — Adiós. —

— Adiós tío, te quiero mucho. — Dijo tratando de hacer un corazón con sus manos.

Cerré la puerta para ir de nuevo a la cocina y seguir acomodando todo. — Vamos a seguir con esto y después podemos ver alguna película o caricatura que quieras. —

— Yo quiero ver la ratita que cocina. —

— Está bien te pondré la película de Ratatouille. — Seguí acomodando hasta que recordé que tenía que poner ropa a lavar, había lavado la de Juana pero no la de mi trabajo. — Ahora vengo mami, ve a ponerte tus pantuflas y bata para descansar. —

Camine hacia mi cuarto tomando la canasta de la ropa sucia y fui a la lavadora sincronizando para que se lavara . Me aseguré de que no tuviera algo importante entre camisas que tenía y los bolsillos del pantalón hasta que encontré un pequeño papel que estaba arrugado.
Lo estire para verificar que no fuera algo importante encontrándome con un número de celular. Y se me vino a mi mente el recuerdo de uno de mis compañeros diciendo que este número era de ese sujeto llamado Slime.

Lo mire unos segundos no teniendo claro que era lo que tenía que hacer con él.
También recordé lo que él me dijo: Aceptarme una cita y podrás saber cuáles son los beneficios de tener un amigo como yo.

Me quedé pensando en eso, sabía que en el fondo estaba mal la sola idea de que él me prestará dinero sin saber qué es lo que me pediría a cambio pero estaba tan desesperado a parte tenía en cuenta que el podía ser un potencial traficante. Saque mi celular y guarde su número, no tenía tan claro que hacer así que solo lo tendría en mis contactos, lo mejor era meditarlo con la mente fría, no quería arrepentirme en un futuro tire el pedazo de papel. 

Love In ContractDonde viven las historias. Descúbrelo ahora