Epílogo: Nuevos comienzos

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1 año después

—Cuando me dijiste que estaba por vencer el contrato de arriendo, y que debíamos buscar donde mudarnos... pensé que era para volver a arrendar. No pensé que buscaríamos algo permanente —dije abriendo la puerta del departamento que habíamos ido a visitar esa tarde noche.

—Para qué vamos a pagar arriendo, si podemos pagar dividendo, y luego tener algo propio. Este creo que era el más grande de los que estuvimos revisando.

Abrí y prendí las luces, y nos llevamos una sorpresa.

—Olvídalo, nos vamos —dijo Allen tajante.

Estaba en pesimas condiciones, el piso estaba pegajoso y negro con algo que no podía descifrar, las paredes estaban cubiertas por un horrible papel tapiz medio verde musgo muy anticuado, la cocina estaba hecho un asco, ni siquiera los gabinetes podíamos usar.

—No, no espera —paré tomando su manga de la chaqueta de mezclilla que estaba usando.

—Nico, no puedes estar hablando en serio, huele...

A potencial.

Asqueroso. Humedad con tierra, y otros menos agradables —declaró frunciendo su nariz con desagrado.

—Solo es el encierro —descarté con moviendo mi mano evitando pensar en el olor del lugar. Fui directo a abrir la gran mampara que se encontraba en el living, dando a un balcón con una hermosa vista nocturna, logrando que se ventilara un poco.

—Nico, normalmente amo tu positividad. Pero esto es terrible.

—Es que no estás viendo las posibilidades. Se limpia, se remodela, y queda una buena materia prima —sintiendo que todos los remodeladores de los programas de la televisión estarían de acuerdo conmigo, Drew y Jonahhatan Scott estarían de mi lado.

—Solo veo un horrible papel tapiz y mucho trabajo.

—Ese será el primero que se irá. Solo hay que limpiar y arreglar.

—Nico... es mucho trabajo, no soy bueno construyendo cosas —confesó preocupado.

—Pero eres bueno limpiando —recordé con una sonrisa—. Además no te preocupes, yo soy bueno con las herramientas.

Lo vi mirarme con sus cejas alzadas lleno de escepticismo y los brazos cruzados.

—Nunca te he visto usar una.

—Porque no tengo. Porque son caras, pero sé usarlas.

—¿Y donde aprendiste?

—¿Soy diseñador recuerdas? —dije con una sonrisa de autosuficiencia.

—Gráfico, eres diseñador gráfico, no industrial, ni de interiores —repitió con algo de diversión.

—Pero mi primer año fue común —recordé ganando esa batalla.

Eso lo hizo rodar los ojos, pero aún no daba su brazo a torcer.

—No tenemos herramientas.

—Se arriendan, no hay problema.

Eso lo llevó a pasar una mano por su rostro cansado. Yo no podía dejar de sonreír, si lo hacía perdería, y no quiero perder.

—Realmente aún no veo lo que ves. Lo siento.

—Yo te lo mostraré, ven —dije tomando su mano llevándolo a las habitaciones—. Dos habitaciones. Una muy grande, con un lindo balcón, baño en suite.

—Baño en suite, ja.

—Potencial, Allen, potencial. Podemos poner una graaaaan tina, que quepamos los dos —propuse guiñando un ojo, lo que logró que me diera una pequeña sonrisa—. Además tiene un walking closet.

Serendipia editorialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora