Salí por la puerta lleno de ansiedad para encontrarme con Allen, quien me estaba esperando apoyado en el muro a mi derecha.
Vernos fuera de la editorial hizo que se me secara un poco la boca de los nervios, porque nunca había hecho algo tan impulsivo como tener una cita con un compañero de trabajo que acababa de conocer (es mi segundo día trabajo después de todo), era algo bastante sorprendente. Es de esas acciones descaradas que admiraba de los protagonistas de libros que leía, por lo que hacía que me quisiera dar palmaditas en mi cabeza felicitándome por mi atrevimiento.
Ahora solo debes hablar como una persona normal y no ponerte en vergüenza.
Tú puedes, Nico.
—Perdón por hacerte esperar. Estaba leyendo el manuscrito a medida que ingresaba las correcciones, la historia me atrapó tanto que perdí la noción del tiempo.
—No te disculpes por algo como eso —pidió moviendo su mano para restarle importancia.
—Claro que debo, te hice esperar.
—Está bien —recalcó acercándose a mi lado—. Creo que es algo encantador que te diviertas en el trabajo. Hacías muchas caras a medida que leías.
Solo mátenme ahora.
—Debiste decirme algo antes —reproché avergonzado.
—No sabía si debía interrumpir —explicó mientras comenzaba a caminar—, pensé que estabas terminando algo urgente. En mi mente estaba «dale cinco minutos, no dejes que Scar lo explote mucho», pero cuando vi que sonreías, me di cuenta que lo estabas disfrutando, así que cinco minutos se transformaron en media hora.
Esas simples palabras hicieron estragos en mis defensas, este hombre de verdad quería hacerme soñar con él.
¡Me dejo enfrascarme en la historia porque me veía sonreír!
—Gracias por eso, la historia estaba divertida.
—No tienes que agradecer, es lindo que te gusten tanto las historias.
Estaba haciendo mi mejor esfuerzo en aparentar que no me afectan sus palabras, esperaba que no notara lo feliz que me hacían. Sentía como mis pies hacían su mejor esfuerzos en no ponerse a dar pequeños saltos de emoción, y mis músculos faciales trataban de contener mi sonrisa.
—¿A dónde vamos? —pregunté cuando doblamos una cuadra lejos de la editorial.
—A una cafetería que queda cerca, creo que te gustará.
Estamos en el punto en donde me gustará cualquier lado al que me lleves.
Cruzamos un par de palabras más respecto hacia dónde íbamos a tomar un café, pero en menos de cinco minutos ya habíamos llegado. Era una pequeña cafetería y pastelería que parecía de ensueño, se llamaba Wonderland cafe. Quería ponerme a llorar al darme cuenta que estaba ambientada como si fuera Alicia en el país de las maravillas.
¿En qué momento comencé a soñar?
—Trabajo aquí los fines de semana —explicó mientras me invitaba a seguirlo.
Me quedé dormido corrigiendo el manuscrito. Solo yo podría tener una fantasía como esta.
No solo llegas muy temprano a la editorial, te encargas de la limpieza, de la mensajería, atender la recepción, y quién sabe qué más cosas, sino que también trabajas los fines de semanas, en un café de ensueño. Dioses Allen, detente.
Casi me pongo a hiperventilar cuando entramos y el mesero que nos guió tenía orejas blancas, lentes redondos, y en su chaquetilla colgaba una cadena que podía apostar era un reloj de bolsillo.
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Serendipia editorial
Teen FictionApenas leí sus palabras lo supe. Esta no es otra historia más, era única y especial. No importaba que estuviera llena de errores, porque la esencia de ella era encantadora. Había leído muchos libros, pero por alguna razón este se coló en mi retina...