13.Un idiota que aún tenía ganas de comérmelo a besos

2.3K 338 305
                                    

Debo reconocer que las reacciones del viernes por la noche no me enorgullecen. Colapsé en el piso frente a la puerta de mi departamento, con la espalda apoyada en la puerta y la nota de Allen en mi pecho. Grité muchísimo internamente. Ni siquiera sé cuánto tiempo estuve ahí, hasta que una vecina salió del pasillo y me preguntó si estaba bien, avergonzado le dije que sí, pero la verdad es que no.

¿Esa conversación es lo mismo para él que para mí?

Ese es el principal dilema, porque para mí, es confesarle que me gusta. Hacerle saber que no me enamoro del primer chico guapo que me sonríe, pero sí de los recepcionistas guapos... ok no. Dioses, ni siquiera puedo bromear con esto. Mi ansiedad está desbordándose.

Casi dejó pelado a Mochi de tanto que lo cepillé tratando de relajarme, me gané un bufido y que mi gato me dejara solo.

Ni siquiera recuerdo cómo uno se confesaba, qué decías, qué hacías con tus manos, hacia donde mirabas. Maldición. Los libros no son tan buenos referentes. Menos cuando estaba saliendo de una temporada de lectura donde los protagonistas no se confesaban, pasaban de besos a acostarse, para al final hablar de sentimientos. No es una opción con Allen. ¿O sí...? No. No lo es.

Primero realmente no estoy seguro si la conversación irá en plan: No importa que te guste, podemos ser amigos; o a mi igual me gustas; o no soy gay, Nico. Lo siento.

Mierda, son demasiadas opciones.

Me tiré a mi cama aguantando inútilmente las ganas de rodar sin poder comprender mis sentimientos. Ya no era un adolescente, ni siquiera cuando lo era me había emocionado tanto con unas simples palabras. Bueno... no eran unas simples palabras, era una promesa implícita a una conversación complicada.

Subí mi mano hacia el techo para luego dejarla apoyada en mi frente. ¿Estoy listo para esto?

Justo cuando sentí mi pecho apretarse, mi teléfono sonó y me apresuré a contestar.

—Hey... –respondí con una sonrisa—. ¿No es muy pronto para hablar, cuando nos vimos recién?

¿Nico...? ¿Estás bien? No nos hemos visto.

Mierda.

—Oh, Jess... Lo siento. Pensé que eras alguien más —expliqué avergonzado.

Claramente. ¿Cómo va todo? ¿Por qué suenas tan decepcionado de escuchar mi voz?

Porque tengo muchas cosas en mi mente, bueno... a una persona.

—¿Tienes tiempo? —pregunté mordiendo un costado de mi dedo pulgar—. Estoy en medio de una pequeña crisis.

—¿Problemas en el trabajo?

—En mi vida sentimental. Creo.

—¿Tienes vida sentimental?

—Sorprendentemente, creo que sí —respondí con una risa.

—¿Y cuál es el problema? ¿Te gusta un idiota que te trata mal? —Aludiendo a mi relación pasada.

—No, para nada —contesté con una pequeña sonrisa—. Es muy amable.

¿Te ignora? ¿Te hace sentir incómodo?

—No y no. Siempre está buscando mi comodidad. Hasta me devuelve los coqueteos —respondí con una pequeña sonrisa.

¿Entonces?

—Es perfecto —suspiré con pesar—. No perfecto, perfecto. Pero a mis ojos lo es. Amable, dulce, empático, coqueto, guapo... más guapo de lo que estoy acostumbrado. Creo que siempre anhele alguien así. Es perfecto para mí.

Serendipia editorialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora