Capítulo 3

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Los gritos de la señora Merrill hacían eco en las paredes, poniéndole la piel de gallina a Cindy, nunca la había visto tan enojada y mucho menos había sido el objeto de su ira.

-¡¿En qué estabas pensando niña tonta?!- preguntó alterada, agitándo bruscamente los hombros de su hija menor. -¡¿Sabes cuánto dinero gasté en esos vestidos?!- volvió a exclamar en el mismo tono.

-Madre, yo...- pero no tenía palabras ni excusas, al parecer esta vez si metió la pata, y el dolor agudo en su mejilla fue la prueba definitiva de que había cometido un gran error.

-No quiero verte, Cindy Merrill. Largo de aquí, me das vergüenza...- el frío tono en la voz de su madre le dolió mucho más que el golpe en su cara. Decidió no tentar al destino con sus habituales respuestas sarcásticas, así que con la cabeza baja corrió a su habitación, encerrándose, con la esperanza de olvidar la horrible mirada en los ojos de Betty Merrill.

Miró sobre su cama la pila de ropa causante de la furia de su cruel madre. Resulta que Cindy, a sus 12 años descubrió lo cómodos que podían ser los pantalones luego de probarse uno en la casa de Chris, no pudo sacarse de la cabeza lo mucho que le gustaba usarlos, podía correr y sentirse cómoda, sin preocuparse de que sus vestidos y faldas se levantaran. Con esta idea en marcha, tomo todos sus vestidos y con ayuda de su pandilla los vendieron en una tienda del pueblo, al parecer eran muy valiosos, porque con la cantidad de dinero que consiguieron, Cindy pudo comprar más de una docena de pantalones y camisetas. Llegó a casa con una sonrisa brillante, portando pantalones de jeans desgastados; por desgracia a su madre no le hizo mucha gracia.

Cindy no entendía cual era el problema de usar pantalones, toda su vida vistió faldas e incómodos vestidos, dejaba que su madre amarrara su cabello con objetos extraños para así tener pequeños rizos en su largo cabello castaño, cosa que la chica odiaba de sobre manera, su cabello era tan largo que las puntas rozaban sus caderas, le incomodaba a la hora de jugar, dormir o simplemente caminar en un día de viento, sin embargo, no mencionó ni una palabra a su madre con la esperanza de que se sintiera orgullosa de ella, pero al parecer ni el hecho de tener las mejores calificaciones era suficiente, la Sra Merrill quería vestidos, faldas, zapatitos elegantes y luego maquillaje. Cindy simplemente ya no lo soportó más.

Con sus pensamientos a mil por hora, salió por la ventana y corrió buscando a la única persona que podría consolarla.

-¡Chris, Abreme por favor!- dijo con su voz quebrada mientras golpeaba el material trasparente.

-¡¿Cindy que sucedio?! ¿Estas bien?- exclamó un preocupado Chris ayudándola a subir por su ventana. Una vez en la habitación, abrazó a la chica con fuerza, escuchándola llorar en su pecho mientras apretaba la camiseta del chico en un puño tembloroso.

-Nada es suficiente para esa mujer, ¡maldición!- exclamó separándose del chico para comenzar a caminar de un lado a otro con sus manos en la cabeza.

-¿Hablas de tu madre? ¿Qué diablos te hizo esa desgraciada?- el tono en la voz de Chambers evidenció el enojo que le provocaba hablar de la mujer, ya qué en más de una ocasión tuvo que consolar a Cindy por las crueles palabras que la mujer solía decirle.

Our adventure //Chris Chambers// Cuenta conmigo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora