Our adventure //Chris Chambers// Cuenta conmigo

Epílogo

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El molesto despertador retumbó en las paredes de la blanca habitación. Maldita sea.

-¿Acaso esa cosa nunca se calla?- preguntó Chris en un quejido, estirando su brazo para apagar el endemoniado aparato. Cindy soltó una risita ante la frustración en la voz de su ahora esposo.

-Buenos días, señor alegría- bromeó Cindy abrazando el torso de Chris, sabía que su frustración se debía a su cansancio, había trabajado casi sin descanso toda la semana.

-Buenos días, preciosa- saludó soltando una pequeña risa ante el rostro adormilado de su hermosa esposa, besó castamente sus labios. -¿Tienes turno nocturno hoy?- preguntó acariciando las mejillas de la mujer.

-Si.- Cindy bufó, los turnos nocturnos eran los peores, llegaban muchos locos al hospital de New York. -¿Tú tienes que atender el caso de la señora Johnson, verdad?- preguntó haciendo referencia a la demanda que esa mujer había impuesto contra su esposo por agresión. Chris asintió mirando los ojos oscuros de Cindy.

-A las 4 debo reunirme con los encargados del caso en mi oficina. No sabes lo feliz que estoy de que al fin es viernes- mencionó con una pequeña sonrisa en su rostro al sentir los pequeños besos que Cindy esparcía en su cuello. -Creo que podremos quedarnos todo el día aquí, ¿Te gusta la idea?- preguntó con esa sonrisa coqueta que tanto le gustaba a la mujer. Cindy soltó un pequeño chillido cuando Chris los volteo en un rápido movimiento, siendo ella quien recibía tiernos besos en su cuello. Rió divertida por las intenciones del Chambers.

-Me encantaría, pero debemos llevar...- sus palabras fueron interrumpidas cuando la puerta de la habitación fue abierta abruptamente, dejando a la vista a 3 pequeños que corrían para lanzarse a la cama. Chris se quejó silenciosamente, demonios.

-¡Hola, mami!- el agudo grito provino de la pequeña de 4 años, su cabello castaño estaba revuelto en un nido de pájaros y sus ojos azules brillaban de emoción.

-buenos días, mi amor- saludó con ternura a su hija menor, sintiendo como la pequeña besaba sus mejillas.

-¿Y para papá no hay un beso, Ruby?- Chris preguntó con fingida indignación, su voz estaba distorsionada, gracias a los 2 niños que lo aplastaban con sus cuerpos.

-Tommy, Ringo. Dejen a papá respirar antes de que se asfixie. Vengan a darle un abrazo a mamá- llamó Cindy a sus hijos mayores entre carcajadas. Siguiendo las órdenes de la jefa, soltaron a Chris para lanzarse con su madre. La pequeña Ruby se apresuró a llenar de besos el rostro de la Chambers mayor.

-¡Mamá, queremos hot cakes para el desayuno!- exclamó Tommy juntando sus manos y sacando su labio inferior en un adorable puchero.

-¡Por Favor!- Ringo alargó la última vocal de la oración, imitando las súplicas de su hermano mayor.

Cindy miraba con una sonrisa boba a sus hijos. Tommy de 8 años era el mayor y era una copia exacta de Chris, tenía su característica nariz respingada, cabello rubio y ojos azules llenos de vida. El segundo era Ringo de 6 años, si, Chris consiguió que su segundo hijo tuviera el nombre del baterista de The Beatles, él era una combinación perfecta entre ambos, tenía la nariz y el cabello de Chris, los ojos eran idénticos a los de Cindy, igual que la forma del rostro. Por último, estaba la pequeña Ruby de 4 años recién cumplidos, ella era igual a su madre, los ojos azules que heredó de Chris eran la única diferencia.

A lo largo de los años, Cindy y Chris fueron capaces de nivelar el trabajo y la familia, siendo la segunda la más importante en sus prioridades. La Merrill-Chambers tomaba turnos en el hospital siempre que sus hijos estaban en la escuela, gracias al gran desempeño que tuvo los años anteriores a ser madre, la convirtieron en una excelente y reconocida cirujana cardiotorácica. Permitiéndole tener un horario flexible para estar con sus hijos y también ejercer su pasión.