Capítulo 1

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Unos suaves ronquidos despertaron a Cindy, interrumpiendo lo que el pingüino de su sueño quería decirle. Maldición, parecía algo importante.

Intentó abrir los ojos, pero algo suave se lo impedía, cabellos rubios tapaba su visión y hacían cosquillas en sus mejillas. La cabeza de Chris descansaba en el hueco de su cuello y sus brazos la apretaban contra él, amaba despertar así.

Su reloj comenzó a soñar, robándole un quejido al chico, Cindy bufó inconforme, varios minutos antes ya había sonado, sin embargo, no entendía por qué, se supone que era domingo. Quizás se averió, era un viejo reloj.

-Rayos, Cindy. Es domingo...¿puedes romper ese maldito reloj?- se quejó Chris con la voz ronca, se dió la vuelta y cubrió su rostro con la almohada para huir de los rayos del sol que se filtraban por las cortinas.

-Ya voy...- respondió Cindy mientras se quejaba, estiró la mano y apagó el molesto aparato. Miró al Chambers en esa divertida posición, soltó una risita antes de acercarse y abrazar su torso sobre la camiseta blanca que habitualmente usaba para dormir, el rubio sonrío al sentir a su chica.

-Buenos días, preciosa- saludó luego de quitarse la almohada del rostro, Cindy tenía la cabeza recostada en el pecho de Chris, se apoyaba en su mentón para poder ver su rostro. Los ahora largos cabellos castaños de Cindy estaban esponjados y su flequillo apuntaba en todas direcciones. Sin duda la imagen más hermosa que Chambers vió.

-Hola, señor ronquidos- saludó burlona la chica, logrando que Chris rodara los ojos. -Estaba soñando con un pingüino bailarín y tenía que decirme algo de suma importancia cuando tus ronquidos me despertaron- reprochó con falsa molestia, su seño fruncido y la pequeña sonrisa en sus finos labios eran la prueba de que le resultaba cómica la situación que su cerebro creó.

-¿Cómo sabes que era algo importante?- cuestionó con una ceja alzada. -Según las bases del asunto, te desperté antes de que el Sr pingüino hablara, así que técnicamente, no sabes con exactitud lo que quería decir- retrucó en un tono de voz bastante convincente. Cindy soltó una pequeña carcajada mientras golpeaba levemente el pecho de su chico.

-Maldigo el día en que decidiste ser abogado, siempre quieres ganar las discusiones desde entonces- negó pensativa la chica, luego miró los azules ojos de Chris. -No es justo, se supone que yo siempre tengo la razón- dijo con un adorable puchero en sus labios. Chambers sonrío mientras acercaba su rostro al de la chica.

-Bueno querida, ahora se que existen los "argumentos" y gracias a ellos puedo ganar una discusión- pronunció en un susurro antes de besar a Cindy, una pequeña y suave caricia que logró acelerar el corazón de ambos adolescentes. Eso era algo asombroso, sus corazones parecían querer salir de sus cajas torácicas, tal como se sentía cuando eran niños, incluso ahora mucho más. ¿Quién diría que a sus 17 años seguirían sintiéndose de 12 en la presencia del otro?.

-Que se pudran tus argumentos- dijo Cindy sonriendo bobamente mirando como su novio peinaba su ahora largo cabello. Pero, un extraño sentimiento se alojó en su pecho, como si hubiera olvidado algo importante. -Siento que debíamos hacer algo importante hoy...- habló extrañada mientras se sentaba en la cama, miró a su alrededor buscando alguna pista de lo que se podría tratar. Su mirada se detuvo en el escritorio, donde varios libros apilados descansaban descuidadamente, uno llamó su atención.

Our adventure //Chris Chambers// Cuenta conmigo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora