Capítulo 4

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Cindy bufó con fastidio a la vez que se acercaba a los 4 hombres que acababan de llegar a la cafetería. Aún faltaban un par de horas para terminar sus turnos, así que sonrió lo mejor que pudo.

-¿Ya saben lo que van a ordenar?- preguntó amablemente mirando a los hombres, tenían rastros de aserrín en sus chaquetas, lo que indicaba que trabajaban en el aserradero local.

-4 trozos de tarta de manzana, 2 malteadas de vainilla, 1 té verde y para mí un café negro bien caliente...igual que tú- Respondió  divertido mirando a la chica, Cindy se obligó a no hacer una mueca de asco, ese hombre tenía edad para ser su padre.

-Enseguida- habló con voz neutra cuando terminó de escribir, estaba a punto de ir a pedir la orden cuando la mano del hombre que anteriormente había hablado la detuvo de su antebrazo.

-Y quisiera agregar un café contigo cuando termines de trabajar- La sonrisa amarillenta del hombre que le hablaba le provocaron náuseas; quería golpearlo por su descaro y muy evidentes intenciones con ella, pero sabía que si tenía un desplante así, la despedirían sin pensarlo dos veces, además estaba segura de que Chris se iría con ella y perder la única fuente de ingresos que tenían no era una opción.

-Tengo 17, señor.- respondió entre dientes, retorciendo su mano para intentar librarse, más el hombre no la soltó.

-Aún mejor, primor- el desconocido apretó más el agarre, lastimando a Cindy, sin embargo, su expresión seguía siendo dura, expresando cuánto odiaba la situación.

Una mano se posó bruscamente sobre la muñeca del hombre, obligándolo a soltarla. Chris miraba al tipo con ganas de asesinarlo, sus ojos azules parecían negros y como había dicho en el gimnasio de la escuela esa misma mañana, veía todo rojo.

-Quítale tus sucias manos de encima- Chambers amenazó entre dientes, si las miradas mataran, no quedarían ni los restos del animal que se atrevió a tocar a su chica

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-Quítale tus sucias manos de encima- Chambers amenazó entre dientes, si las miradas mataran, no quedarían ni los restos del animal que se atrevió a tocar a su chica.

-Chris...- llamó en un susurro  antes de que su novio le partiera la cara al cerdo que estaba sentado en la mesa. -Les traeré sus órdenes, señores- habló firmemente, jaló la mano de Chris para alejarlo del lugar sin dirigirle la mirada otra vez al repugnante hombre.

-¿Estás bien, Cindy?- preguntó una vez estuvieron en un rincón de las cocinas, revisó su antebrazo con delicadeza, como si tuviera miedo de romperla.

-Tranquilo, no pasó nada- tranquilizó la chica. -Tú siempre quieres ser mi príncipe de brillante armadura.- Cindy bromeó intentando aligerar el ambiente, los hombros rígidos de Chris le indicaban lo molesto que estaba.

-Voy a romperle los malditos huesos de la mano...- habló entre dientes el Chambers, los dedos del hombre estaban marcados en la pálida piel de su chica. Intentó volver al sector de las mesas en busca del malnacido que se había atrevido a tocar a Cindy. La chica Merrill lo detuvo al instante, negando con expresión seria. -Cindy...

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