Atentamente. Con cariño.

Carta VII

Querida Jess:

Se me hizo largo el fin de semana sin una carta tuya, pero valió la pena la espera. El que hayas confiado en mí sin saber quién soy fue un lindo gesto. No sabía que tu mamá había fallecido. Lo siento, aunque seguramente estés cansada de escucharlo (leerlo en este caso).

Me apena que tu familia no haya podido superarlo bien. Desde la inexperiencia uno cree que, apoyándose unos a otros, se consigue salir adelante, pero ni siquiera puedo imaginar lo que se siente.

Es realmente admirable que a pesar de todo tengas las fuerzas para seguir por vos y por los que te rodean. ¿Qué importa que en algún momento explotes por tanta presión? Estás en tu derecho. Aguantás la carga de tu vida y aun así intentás ayudar a los demás. Eso no da lástima Jess, a mí no al menos. Al contrario, hasta te envidio un poquito. Mis problemas no son nada en comparación y aun así me ahogo en un vaso con agua.

No te sientas mal por tu forma de ser, hacés lo mejor que podés. Y no voy a salir corriendo. Cada vez que te leo, cada carta que recibo me hace sentirte más cerca. No me equivoqué con vos. Por algo me gustaste, y creo que es tu fuerza de espíritu. O tal vez solo este loco. De cualquier manera, gracias por hablar conmigo. Significa mucho para mí.

Hablando de locuras, tu pregunta sobre el deseo sigue pareciéndome rara. Podrías haberme preguntado directamente que clase de chico era. No te iba a mentir. Sobre mi respuesta no voy a decir nada esta vez. No quiero cargarte mis problemas. Como dije, ya no parecen tan graves.

Otra cosa, gracias por retirar tu comentario sobre mi gusto musical. Estoy seguro que tus gustos tampoco son perfectos. Los pines de "The Walking Dead" en tu bolso son la prueba. Sin ofender.

Espero que ese comentario no me reste el punto que me gané. Solo es una broma inocente de un chico inocente así que no te enojes, por favor.

Atte. J.