—¿Cuánto tiempo ha pasado?—le pregunto a Francis que termina de lavar las manos de mi hijo mientras le doy de comer a Izzie
—Al menos un día, Elizabeth—me responde y aprieto los labios preocupada—. Vamos a resolver todo, no te preocupes.
—¿Cómo quieres que no me preocupe?—mis ojos se llenan de lágrimas—, no sé que pasa ahí fuera, no tenemos noticias de Parker o Hunter y Magnus...—me contengo ante los rostros confundidos de mis hijos
Me obligo a respirar profundo y tragarme las lágrimas antes de darles una pequeña sonrisa.
Lo último que quiero es preocuparlos, no sería lo ideal, y sé que ellos se preguntan dónde está su padre pero no tengo una respuesta y eso solo me frustra.
Quiero a mi esposo de vuelta, lo quiero conmigo, con nosotros. Siento que cada día que pasa me desespero más y es horrible.
Un pitido suena y tanto Francis como yo escondemos a los niños detrás de nosotros mientras miramos a la puerta de la cocina a la espera de algún ataque.
Hunter y Parker entran haciéndonos suspirar aliviados
—Niños, vayan a la habitación—pido y ambos corren pasando junto a ambos hombres que nos miran completamente tensos, lo que solo enciende mis alarmas
—¿Qué pasa?—pregunta Francis y Hunter niega
—La capital está tomada, los rebeldes tienen Mirellfowl—me informa y mis piernas me fallan causando que deba sostenerme de la mesa para no caer mientras siento la rabia recorrer mi cuerpo a medida que las lágrimas llenan mis ojos—. Lo siento mucho, majestad.
—Maldita sea—cierro los ojos con fuerza dejando salir las lágrimas—. Magnus desaparece y pierdo Lacrontte, ¿Qué clase de reina soy?
Estoy completamente furiosa, indignada y decepcionada de mi misma, me siento incapaz de manejar este reino.
Lo perdí. Lo que Magnus tanto se esforzó por obtener yo lo perdí en menos de quince días. Es una completa vergüenza.
—No es tu culpa, Elizabeth—me dice Francis y bufo—. No es tu culpa, Lacrontte ha sido atacada durante años, esto pudo haberle pasado incluso a Magnus.
—¿Tienes idea, Francis, de cuánto van a juzgarme por esto?—lo miro a los ojos y respira profundo—. Soy la reina consorte, todos juzgan cada paso que doy y cada palabra que sale de mi boca.
—Los hombres con cargos hacen eso—me contradice Hunter y frunzo el ceño—. Disculpe, majestad, pero el pueblo la adora. Usted es como un dios para ellos, es según ellos lo mejor que ha podido pasarle a Lacrontte.
—Eso es cierto—Francis asiente—. El pueblo te adora, Elizabeth, muchos creen que eres como un ángel. Los hombres con cargos tienen ínfulas de grandeza, por eso te juzgan, pero es claro que con los años les has cerrado la boca.
—Y acabo de joder todo.
—No, no lo hiciste—Parker da un paso al frente—. Muchos de los soldados Lacrontters huyeron de la capital, me imagino que muchos de están dirigiendo a Dinhestown, al mismo donde deberíamos ir.
»Eres una soldado, Lizzie—me recuerda y respiro profundo—. Joder, todos en la FEMF y en el mundo te admiran, eres una gran estratega y una gran reina. Así que quita esa cara porque iremos a Dinhestown y vamos a recuperar Lacrontte.
Parpadeo sorprendida por las palabras de Parker y cierro los ojos recordándome que mi agobio solo son las hormonas.
Soy increíblemente capaz de hacer cualquier jodida cosa, en mi vida nada nunca me ha quedado grande y esta no es la primera cosa.
He hecho mucho desde que fui nombrada Reina, he sacrificado mucho y amo al reino. No voy a dar marcha atrás con esto, voy a recuperar Lacrontte cueste lo que cueste y Magnus va a poder regresar a su hogar.
—¿Encontraste a Lucas y Jazmine?—pregunto a Hunter y asiente
—Por supuesto, fueron llevados a Dinhestown para mantenerlos a salvo, por la seguridad de ellos y de la familia—me contesta y asiento
—Pues nos vamos a Dinhestown. Pero una cosa—respiro profundo—, nadie debe saber a dónde vamos ni cuándo llegamos. Para el resto del mundo, mis hijos y yo estamos muertos.
***
—¡Abuela!—los niños corren hacia Aidana que los recibe entre sus brazos con lágrimas en los ojos y yo sonrío mientras Francis y yo nos acercamos a ella
—Mis niños—besa las mejillas de mis hijos antes de levantarse y mirarme con una pequeña sonrisa—. Oh, cariño, ven aquí—me abre los brazos y de inmediato dejo que me rodee con ellos
Aidana fue como mi abuela durante los años que estuve sin poder ver a mi familia. Ella fue la que estuvo a mi lado, igual que Emily, ambas acompañándome en cada paso del embarazo. Ambas mi familia.
—Lo siento—me disculpo y ella niega acariciando mi espalda—. Lo extraño tanto...—un sollozo se me escapa
—Lo sé, cariño, lo sé—me abraza con fuerza antes de tomar mi rostro entre sus manos y limpiar mis lágrimas ofreciéndome una sonrisa reconfortante—. Vamos a encontrarlo, él va a volver a casa y Lacrontte será suyo de nuevo. Eres una mujer fuerte, Elizabeth, no dejes que esto te debilite.
—No puedo darme ese lujo—sorbo mi nariz—. Los niños, el reino, el pueblo, Magnus, todos dependen de mi en este momento, y te juro, Aidana, que voy a solucionar cada cosa.
—Sé que si—asiente—. Eres una Lacrontte, Elizabeth, y los Lacrontte son una familia fuerte, jamás perdemos.
—Los Morgan tampoco—me enderezo—. Voy a usar lo mejor de ambos apellidos y Lacrontte volverá a ser nuestro, igual que Magnus volverá.
Durante el camino aquí estuve pensando en miles de planes y opciones para lograr que todo vuelva a la normalidad, y sin duda lo mejor es hacerles creer a todos que estoy muerta. Al menos hasta recuperar Lacrontte y tomar de nuevo el poder absoluto.
—Confiamos en ti, querida.