—Lizzie, debes calmarte—me pide Reece y niego registrando entre los cajones del escritorio de Magnus—. Cariño, tu desesperación no va a ayudar
Me duele el pecho. Me duele el corazón y estoy desesperada pos saber dónde carajos se encuentra mi esposo.
Estoy furiosa, desesperada, angustiada, siento mil cosas que no sé como drenar y siento que en algún momento voy a desmayarme por tanta angustia
—¡Me ocultaba cosas!—grito cansada—. ¡Magnus me ocultó que iría a una maldita reunión de rebeldes y gracias a eso Gerald los tiene!
Saco papeles del cajón, reviso cada uno de ellos con rapidez pero no encuentro lo que de verdad quiero ver.
—Majestad—Francis se acerca y toma mis manos para detenerme—. Debe respirar, se piensa mejor con la cabeza fría
—Lo sabías, ¿No es así?—cuestiono y aprieta los labios—. Por supuesto que lo sabías, todos en este jodido palacio quieren pasar sobre mi como si fuera un jodido cero a la izquierda ¡Incluso Magnus!
Desde que llegué a Lacrontte y me convertí en Reina he luchado constantemente para que no pasen sobre mí solo por la palabra de Magnus, para que no crean que soy inferior a él y que tienen el derecho de tratarme como tal.
«¿Cómo logro eso cuando ni siquiera mi esposo y mi consejero real son capaces de hacerlo?»
—No me lo dijo todo—me explica—. Solo dijo que iba a solucionar el problema, nunca me dijo que iban a entrar a una reunión llena de rebeldes
Trago sintiendo mi cabeza doler, por lo que tomo asiento y Reece se acerca a mi alarmado para tomar mi muñeca y tomar mi pulso
—Debes calmarte, Elizabeth—me mira preocupado y mis alarmas se encienden—. Estás embarazada, recuérdalo, ambos sabemos lo que pasó cuando tuviste fuertes sentimientos en el primer embarazo
Muerdo mi labio cuando mis ojos se llenan de lágrimas y mi corazón empieza a latir con demasiada rapidez ante la idea de tener un aborto
—Mi esposo está secuestrado, tío—le recuerdo—. El padre de mis hijos, el hombre al que amo, está en manos de un hombre que quiere el trono de Lacrontte ¿Entiendes eso? ¿Qué voy a decirle a mis hijos?—las lágrimas bajan por mis mejillas con ferocidad y Reece me envuelve en sus brazos
—Te prometo que todo va a estar bien, pero tienes que respirar profundo e intentar calmarte—murmura con suavidad acariciando mi cabello—. Encontraremos una solución a todo, muñequita.
—Tío...—me aferro a su cuerpo sintiendo que apenas me da un poco de consuelo, algo muy ligero, pero no me importa, necesito desahogarme
—¿Dónde está?—escucho la voz de mi abuelo y me aparto de Reece justo a tiempo para levantarme y ser rodeada por los brazos de Elijah—. Oh, mi pequeña...
Es lo mismo que los brazos de Reece, apenas me ofrecen consuelo, pero sé que si alguien puede ayudarme a mantenerme tranquila son ellos.
—Escúchame, Elizabeth—toma mi rostro entre sus manos y limpia mis lágrimas—; eres una mujer fuerte, inteligente, saldrás de esta situación y traeremos a Magnus a casa, pero necesito que respires profundo—su voz no es suave, pero tampoco dura
Es lo suficientemente autoritario como para hacerme respirar profundo, apenas logrando que los acelerados latidos de mi corazón se calmen un poco.
—Necesito un té—murmuro—, necesito pensar con cabeza fría.
—En seguida—Francis sale de la oficina y Elijah me guía al sofá obligándome a tomar asiento mientras respiro profundo
Gerald quiere que firme unos papeles que le ceden el trono a cambio de dejar libres a Magnus y Gregorie; es eso o va a hacerlo a la mala y matará a ambos antes de venir por mis hijos.