—Se ven felices—murmura Christopher sentándose a mi lado mientras veo correr a los niños por el jardín—. ¿Cómo están ellos?
—Parecen estar asimilando la noticia—respiro profundo—. Pero en las noches... ambos extrañan a Magnus, y yo también—mis ojos se llenan de lágrimas
Cada noche mis hijos van a mi habitación y me piden que les cuente anécdotas sobre Magnus y yo cuando nos conocimos, que les cuente historias de su padre. Y mi corazón se rompe cada vez que tengo que traer esos recuerdos a mi cabeza.
—Aprenderás a lidiar con el dolor—me asegura—. La herida aún está fresca, no te digo que dejará de doler, porque no lo hará, pero seguirás adelante.
—Por primera vez en mi vida, lo dudo—mi voz se rompe—. El vacío que Magnus dejó en mi vida nunca va a desaparecer, él..., él era el amor de mi vida.
Mis hijos son la viva imagen de su padre, ellos lo extrañan y lo mencionan todo el tiempo, yo lo extraño cada noche, cada vez que cierro los ojos, cada vez que entro al vestidor y veo sus cosas mi corazón se rompe más y más.
—Nunca te había visto amar a alguien como lo amaste a él—murmura Christopher y asiento—. Lamento no haberlo encontrado antes de que todo pasara.
—Está bien, hiciste lo que pudiste—extiendo mi mano y tomo la suya, apretándola con suavidad—. Creo que esta es la primera vez que siento el apoyo de toda mi familia. Alex y Sara llaman todos los días, saludan a los niños... Sara incluso les envió algunos postres que los hicieron sonreír—lágrimas bajan por mis mejillas—. Se sintió tan bien verlos sonreír.
Mi familia se mantiene al pendiente ya sea estando cerca o lejos. Mis padres parecen preocupados por mi luego de... nunca hacerlo. Y se siente bien por primera vez sentir el apoyo de ambos.
Veo a mis hijos correr junto a mis sobrinos y espero muy en el fondo de mi corazón que ellos nunca sientan eso. Que nunca sientan que sus padres no son sus padres, que nunca se comportaron como tal o que no los aman. Porque Magnus los amaba, y yo los amo.
Desde que los tenía en mi vientre sabía que dejaría sangre, sudor y lágrimas en esto; que no importaba nada, iba a dar todo de mi para ser una buena mamá.
—¡Nani!—Magnus corre hacia mi y sonrío abriéndole mis brazos dejando que apoye su cabeza en mi pecho—. Hay muchas mariposas, muuchas mariposas.
—Oh, ¿en serio?—miro alrededor sin ver nada—. Seguro que pronto se acercan algunas para que pueda verlas—beso su frente y una patada en mi vientre me sobresalta—. Vaya...
—¿Qué?—me pregunta Christopher y sonrío tomando la mano de Magnus
—Siente esto—muevo su pequeña mano al lugar dónde sentí la patada y respiro profundo—. Tu hermano está pateando...—una patada y mi hijo agranda sus ojos entre sorprendido y maravillado
—¿Te duele?—frunce su ceño preocupado y río negando—. ¿Entonces no te hace daño?
No hasta que patea con tanta fuerza que me hace creer que le va a gustar mucho el fútbol cuando esté más grande.
—No, mi príncipe, por supuesto que no—le aseguro antes de besar su mejilla—. ¿Están cansados? ¿Quieres que pida algunos refrigerios?
Asiente
»Muy bien—beso su mejilla de nuevo haciéndolo reír—. Ve con los niños, en un rato les traerán algo para comer.
Asiente corriendo de vuelta a dónde su hermana y primos siguen jugando y miro a Jazmine.
»Pídele a la cocinera que les prepare algunos refrigerios, por favor—pido y ella hace una pequeña reverencia antes de retirarse
—Hola—una voz me sobresalta y veo a Patrick acercándose con Hunter