Una semana después...
Narrador: omnisciente—¿Están todos listos?—pregunta Lizzie desde la camioneta
El día ha llegado, lo que los Lacrontters tanto han deseado durante días por fin ha llegado.
Las tropas de Lacrontte y Dinhestown están listas para atacar sin piedad, fallar no es una opción y todos lo saben.
Están confiados, saben que son más que los rebeldes, saben que la Reina confía en ellos y ninguno pretende decepcionarla.
—Todos listos, Lizzie, esperamos tu orden—habla el capitán Parker por la radio mientras sus hombres se mueven entre los ciudadanos vestidos de civiles
Sus ojos viajan por todos lados, se mantiene alerta a cualquier inconveniente mientras los hombres rebeldes caminan por las calles tomando cosas de los puestos sin pagar y morboseando a las hermosas mujeres que pasan por su lado.
«Lizzie va a decapitarlos» piensa el capitán al ver el trato de los hombres de Gerald hacia las mujeres Lacrontters
El pueblo es un caos total, hay muchas personas tiradas en el piso, heridos por los mismos soldados que invadieron. Otros, lloran por los negocios que fueron robados por las personas que venían junto a Gerald, y en los callejones puede escucharse a personas pedir ayuda a gritos.
Acabaron con la paz que los reyes Lacrontte habían mantenido en su reino durante años. Ahora no hay justicia, todos son víctimas de los soldados de Gerald que se pasean por todos lados creyendo merecer el mundo por haber derrotado a un Lacrontte.
«La perra y sus hijos están muertos, y pronto también el usurpador rey Magnus» vocean, aterrorizando a las personas que los escuchan al pasar por su lado.
«Esta es la nueva realidad» piensan unos, mientras otros piden a dios que les devuelvan a sus reyes sanos y salvos.
Nadie se espera lo que está por pasar, nadie piensa que la reina se encuentra en un lugar fronterizo a la espera del momento de que sus soldados puedan atacar y tomar lo que les pertenece.
Y ese momento, es justo en el momento en que le notifican que Vanir junto al hijo de Gerald han salido del palacio con destino a la casa de su madre. «Perfecto para atacar y tomarlos»
—Esperen a que se alejen del palacio, que no estén a la vista de los soldados—ordena por la radio antes de cambiar de canal—. Willy, quiero la menor cantidad de Lacrontters heridos, y ninguno si es posible ¿lo entiendes?
—Si, majestad—contesta el General que espera junto a sus hombres—. Todos atentos—se voltea a verlos—, ni un Lacrontte herido, ¿entendido?
—Si, señor.
—Bien—el General respira profundo sintiendo la adrenalina correr por sus venas
Es hora de tomar lo que les pertenece. Es hora de que las personas en Lacrontte dejen de sufrir por culpa de Gerald.
—Se alejan—les informa Hunter escondido entre los civiles que se pasean por las calles con temor a ser tomados por los soldados rebeldes
El Lacrontter no siente más que rabia y frustración por lo que le han estado haciendo a su gente. Sus ganas de asesinar a cualquier rebelde que se le cruza por el camino son muy grandes, pero no tanto como las ganas de recuperar el reino.
—Da la orden, Hunter—le autoriza su reina y el soldado se sorprende ante ello—. Te confío a mis hombres, igual que te confío el futuro de mis hijos.
El pecho del soldado se llena de orgullo y entiende que fallar no es una opción. Nunca lo será cuando se trate de la reina.
Su amor y devoción por ella jamás le permitiría fallarle, eso sería como romper la promesa que hizo hace tres años, de protegerla con su propia vida. Y cuidarla a ella, también implica cuidar de los príncipes y su futuro.