Cap 42

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Un día después...

—Oh, mi pequeña niña—Elijah me envuelve entre sus brazos y respiro profundo obteniendo un poco de calma de los brazos de mi abuelo mientras los niños lloran en los brazos de Reece y Francis—. Lo siento tanto.

Es el entierro de Magnus. Un montón de personas se encuentran del otro lado de las rejas del cementerio llorando la partida de su rey.

Mis ojos se encuentran hinchados y mi cabeza duele como el infierno por tanto llorar, mi pecho duele mucho más, y siento que podría desmayarme en cualquier momento.

Toda mi familia está aquí. Aidana llora abrazando a Emily a un par de metros mientras le asegura que pronto podrán darle sepulcro a Gregorie.

Solo el cuerpo de Magnus. Los otros cuerpos no han podido ser identificados y muchos otros no son más que cenizas.

Podemos enterrar a Magnus, pero no a Gregorie, y creo que eso solo la destroza más de lo que ya está.

Se encuentra sedada, sé que su cuerpo aún tiene los efectos del sedante porque luce perdida mientras las lágrimas bajan por sus mejillas.

Me aparto de mi abuelo y me encamino hacia Emily y Aidana. Las envuelvo a ambas en un abrazo y mis lágrimas se unen a las de ellas mientras intento no derrumbarme.

—Todo pasa, mis niñas—nos dice Aidana entre lágrimas—. Les aseguro que aprenderán a lidiar con el dolor y saldrán adelante. Ellos van a estarlas cuidando.

—¡Mami!—escucho el grito de mi hijo y de inmediato me aparto viéndolo retorcerse en los brazos de Reece—¡Mami!

—Dámelo—le pido a Reece y él me da una sonrisa de disculpa antes de acercarse y permitir que tome a mi hijo en mis brazos—. Ya está, cariño, tranquilo—beso su mejilla

—Quiero ver a papi—pide con sus mejillas rojas y llenas de lágrimas—. Por favor veamos a papi.

Me acerco a Francis sintiendo mi pecho doler y beso la cabeza de Izzie, quien sigue llorando sin siquiera querer mirar a nadie

—Isabelle—la llamo y ella limpia sus lágrimas antes de mirarme—. Voy a decirles una cosa—miro a Francis que asiente

»Papi no va volver—mi voz se rompe y respiro profundo obligándome a mantenerme fuerte para mis hijos—.  Dios ha decidido que su padre sea una estrella del cielo, igual que el tío Greg—los miro a ambos—. A partir de ahora, cada vez que quieran verlos, pueden cerrar los ojos y recordar la última vez que los vieron. Busquen en el fondo de sus corazoncitos, ahí los verán.

—¿Por qué no podía quedarse?—pregunta Izzie y le doy una sonrisa temblorosa

—Porque él tenía que cuidarlos desde el cielo—beso las mejillas de cada uno—. Pero mami está aquí, yo los acompañaré siempre siempre.

—¿Lo prometes?—murmura mi hijo y muerdo mi labio para contener un sollozo antes de asentir y besar su frente

—Se los prometo.

Magnus esconde su cabeza en mi cuello mientras vemos el ataúd de su padre bajar a la fosa junto a las tumbas de sus padres.

El tiempo pasa con rapidez, personas lanzan flores y notas, hay palabras de ánimo en nuestra dirección y muchas otras pidiéndole al cielo que les regresen a Magnus.

«Y ojalá eso pasara»

Solo pienso en Magnus, en el sufrimiento que debió ser su muerte y en que probablemente sus pensamientos eran ocupados por nosotros.

Él solo quería lo mejor para el pueblo, para mi, para nuestros hijos.

Nuestros hijos...

Llevo una de mis manos a mi vientre sintiendo mi pecho doler por esos dos pequeños que no podrán conocer a su padre. Que les arrebataron esa oportunidad.

Mis hijos crecerán sin su padre, pero su madre va a estar aquí siempre haciendo lo mejor para ellos y su futuro.

«¿Por qué me dejaste?» miro al cielo notando que las nubes se empiezan a acumular sobre nosotros con una amenaza de lluvia

Magnus era todo lo que yo necesitaba. Era esa persona que necesitaba encontrar para que me mostrara lo que es la felicidad, lo que es que te amen más que a nada en este mundo.

Mi corazón es suyo y lo será para toda la eternidad. Magnus fue, es y será siempre el único hombre junto al que estaré.

Que me lo hayan arrebatado me hizo morir por dentro, me hizo y me hará llorar su pérdida cada noche, cada vez que entre a nuestra habitación y deba acostarme sin él a mi lado.

Mi cuerpo, mi alma, él tomó todo y se lo llevó con su muerte.

***

—Mily—me siento frente a ella con un tazón de sopa y ella niega—. Tienes que comer, Emily, por el bebé.

—Mi garganta está cerrada, Lizzie—su voz se rompe y respiro profundo cuando mis ojos se llenan de lágrimas—. No puedo, mi corazón duele mucho

—Lo sé—tomo su mano y la aprieto con suavidad—. Sé que duele, yo también siento dolor—llevo mi otra mano a su vientre—, pero debemos ser fuertes, por nuestros hijos.

Sus ojos van a mi mano en su vientre y comienza a sollozar haciéndome levantarme para envolverla en mis brazos.

Acaricio su espalda dejando salir mis lágrimas sintiendo mi corazón doler por milésima vez desde que me desperté esta mañana.

Sé como se siente Emily, pero esta mañana me di cuenta de que llegó la hora de enfrentar toda la situación por más que me duela. Soy reina, soy madre, tengo que hacerle frente a toda esta situación.

—Voy a estar junto a ti, Emily—le aseguro—. Siempre que me necesites voy a estar aquí, pero ahora necesito que respires profundo y comas un poco porque tu bebé lo necesita.

Asiente antes de apartarse y tomar la cuchara metiendo una cucharada de la sopa a su boca haciéndome sonreír

***

—Buenas tardes—me paro detrás del atril dejando que las cámaras enfoquen mi rostro

Estamos en el coliseo Lacrontte, es hora de darle la cara al reino y aquí estoy como reina consorte, pronto reina madre.

»El reino entero está de luto—suspiro—, el día de hoy nos tocó despedir a un monarca ejemplar, que daba la vida por su pueblo y por su familia.

Personas lloran entre el público, no solo porque Magnus fue su rey, sino porque fue el niño al que vieron nacer, crecer y convertirse en el mejor Monarca que ha tenido Lacrontte.

»Es hora de que todos ustedes sepan la verdad, y yo soy quien se las debe dar—respiro profundo—. Gerald Heinrich secuestró a los Reyes Magnus y Gregorie, y no complacido con eso, los asesinó arrebatándolos de nuestro lado.

Los rostros de sorpresa no se dejan esperar mientras los periodistas graban con cámaras y celulares atentos a mis palabras.

»Ellos, en busca de librarnos de los rebeldes, fueron asesinados a manos de su líder, y por eso el día de hoy les declaro la guerra públicamente—miro a las cámaras—. A partir de hoy, el FBI y las tropas de Lacrontte y Cromanoff se unen contra los rebeldes.

Christopher sube al escenario parándose a mi lado y miro los rostros de las personas que se miran entre si sorprendidas antes de empezar a vitorear mi nombre.

»La muerte de Magnus no va a quedar impune, voy a traerles la cabeza de Gerald Heinrich y pagará todo lo que ha hecho. Con permiso.

Tomo el brazo de Chris permitiendo que me ayude a bajar las escaleras del escenario mientras el pueblo sigue gritando mi nombre y lanzando rosas negras como muestra de respeto a la muerte de mi esposo.

Lacrontte ha entrado en la era Morgan, y todos aquellos que se han atrevido a amenazarnos van a pagar con sangre.

DYNASTY [Magnus Lacrontte]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora