—No hay nada del paradero de Gerald—me informa Willy y maldigo negando—. No tenemos idea de cómo escapó, majestad.
—Sigue siendo un riesgo para nosotros—Francis bufa y asiento—. Pero aún tenemos a Vanir y al niño.
—Lo sé, esa será nuestra forma de joder a Gerald—asiento—. ¿Cómo está Emily? ¿Las cosas se ven bien en Cromanoff?
—Tiene todo bajo control—Willy asiente—. Está destrozada y aterrada por el secuestro de su esposo, pero maneja toda la situación como la monarca que es.
—Me alivia saber eso—respiro profundo ignorando las punzadas en mi sien—. Quiero hablar con Vanir, tráiganla.
Willy asiente y sale de mi oficina mientras Hunter y Francis se mantienen cerca de mi viéndome alertas.
—¿Te sientes bien, Elizabeth?—me pregunta Francis y cierro los ojos—. Te ves pálida, quizás deberíamos buscar al doctor. Hunter...
—No—levanto la mano deteniéndolo y me mira con preocupación—. Francis, yo no puedo ir al pueblo, tengo cosas que hacer, pero por favor toma dinero de la reserva y llévales a las familias de los soldados Lacrontters que murieron en el enfrentamiento.
—Como ordene, ¿tienes los informes sobre lo que pasó mientras Gerald estuvo al mando?
—Los tengo, y no puedo creer la cantidad de cosas asquerosas que él y sus soldados hicieron—niego recordando a las veinte mujeres víctimas de abuso por parte de los soldados y Gerald—. Por favor invítalas al palacio, y trae a Rose.
Asiente antes de salir de mi oficina dejándome a solas con Hunter.
—¿Segura que no necesita que traiga al médico, majestad?—pregunta con preocupación y respiro profundo
—Solo son síntomas de embarazo, Hunter—le ofrezco una pequeña sonrisa—. ¿Cuántos soldados fueron capturados?
—Cien, majestad.
—Perfecto, mañana a primera hora todos irán a la horca, no sin antes ser castigados por traición—le digo y asiente—. Um, ¿Hay alguna otra información?
—No, las reservas y bóvedas están llenas, el personal que se mantuvo fiel a usted ya fue liberado de los calabozos y volvieron a sus puestos de trabajo.
Asiento.
Mi celular suena con un mensaje y levanto las cejas ante lo que acaba de informarme Patrick.
—Antoni Mascherano fue asesinado y capturado—me burlo—. Un enemigo menos, nos queda Gerald, y espero que sepa dónde esconderse o voy a cortar cada una de sus extremidades con mis propias manos.
La puerta se abre y me enderezo en mi asiento cuando los guardias escoltan a la pelirroja y al pequeño rubio que carga en sus brazos.
Vanir luce cansada, hay ojeras bajo sus ojos y sus ojos brillan con rabia cuando me enfocan haciéndome sonreír.
—¿Debería llamarte señora Heinrich?—cuestiono con burla antes de asentir en dirección a los guardias—. Pueden retirarse.
Asienten abandonando la oficina y la miro de pies a cabeza.
Ya nos habíamos visto antes. Hizo un escándalo cuando se enteró de mi compromiso con Magnus y logró que muchos en el reino se pusieran en mi contra durante un tiempo.
—Eres una bruja—sisea y río—. Una cualquiera, te metiste bajo las sábanas de Magnus y lo amarraste a ti al quedar embarazada.
Hunter lleva su mano a su arma y ella se sobresalta mientras yo muevo mi mano en una clara señal a mi soldado de que se detenga.