Capítulo 2

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Alexis Moore

El estruendoso sonido de algo cayéndose hizo que me despertara de golpe, el ruido provenía del piso de abajo. Cogí el móvil para mirar la hora: las siete de la mañana, ¿en serio? Se volvió a escuchar un ruido, pero esta vez más fuerte. No podía ser mi madre, ella estaba trabajando, y tampoco mi hermano, nunca se despertaba antes de las once, y menos en fin de semana.

Me levanté, me acerqué a la puerta y cogí el bate de béisbol que había detrás. Caminé por el pasillo y bajé las escaleras, en silencio, dirigiéndome hacia el salón que era de dónde provenía el ruido. Una vez allí, miré alrededor en busca de alguien y sujeté el bate con aún más fuerza.

- ¿Qué haces con un bate?

Me di la vuelta intentando pegar a la persona con fuerza, pero esta fue más rápida y consiguió agacharse antes de que le diera en la cara.

- ¡Joder, Alexis!- gritó Dylan.

- Mierda- susurré-. ¿Estás bien?- pregunté acercándome y dejando que el bate cayera al suelo.

- Eso creo... ¿Qué querías? ¿Matarme?

- No exageres, ni siquiera te he dado.

- Por suerte, y porque tengo buenos reflejos, si no, te apuesto lo que sea a que me habrías abierto la cabeza.

Se agachó para coger el bate y dejarlo encima de la mesa, y caminó hasta llegar a la cocina dónde encendió la cafetera.

- ¿Qué hacías con un bate?

- ¿Qué haces despierto tan temprano?

- He preguntado antes- se excusó apoyándose en la encimera y mirándome. Suspiré.

- He escuchado ruidos y cómo sé que mamá está trabajando y es imposible que tú te despiertes antes de las once, pensaba que alguien había entrado a robar, por eso el bate.

- Y en el supuesto caso de que pasara eso, ¿no deberías primero llamar a alguien?

- No me lo he pensado, ¿vale? Ha sido impulsivo.

- Se nota...

- Ahora respóndeme tú, ¿Qué haces despierto?

- He pensado en ir a dar una vuelta por el pueblo, ya sabes, para conocerlo un poco e intentar ubicarme.

- ¿Te importa si te acompaño? Me gustaría echar un vistazo a algunas tiendas.

- No hay problema. ¿Café?- cuestionó cogiendo unas tazas.

- Por favor.

- En una hora más o menos salimos, así que estate preparada.

- Tardarás más tú que yo en arreglarme- canturreé saliendo de la cocina.

- ¡No te lo crees ni tú!- gritó.

***

- Pues ya estaría.

Levanté la mirada del móvil, apagándolo y mirando a Dylan que acababa de salir de una tienda de ropa.

- ¿Algo más que quieras comprar?- me preguntó.

- A lo mejor voy a tomar algo, mi cuerpo necesita cafeína urgente.

- Ya te has tomado un café esta mañana.

- ¿Y?- reí-. Tú ve a dar una vuelta más por alguna tienda y nos vemos aquí en media hora.

- Como ordenes- hizo una reverencia.

Nuestro testigo, la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora