Capítulo 31

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Alexis Moore

- Buenos días- me sobresalté, llevándome la mano al pecho y me giré dándole a Giovanni una mirada asesina.

- Deberías dejar de aparecer así, te recuerdo que la última vez que hiciste eso te dejé con la nariz sangrando durante una media hora, así que yo de ti iría con ojo- hablé empezando a caminar y oyendo cómo me seguía, hasta que corrió un poco para llegar a mi lado.

- Por favor, si ese golpe no fue nada, ni siquiera me dolió tanto- lo miré incrédula.

- Eso dices tú, pero los lloriqueos y jadeos que soltabas sin parar, hacen que no me crea ni una palabra de lo que acabas de decir.

- Creo que te imaginas cosas. Y oye, espera un momento- me sujetó del brazo para que parara, y me arrastró hasta una de las aulas que estaba vacía, antes de poner una silla en la puerta, bloqueando el mango, para que no entrara nadie.

- ¿Qué pasa?- pregunté confundida.

- Tengo que hablar contigo sobre lo que me dijiste el otro día.

- No es nada, déjalo- dije intentando evitar el tema.

- No, no pienso dejarlo. Miraste el móvil y te pusiste histérica, luego me dijiste que había algo que debería saber, pero después no me lo contaste. Escucha- dio un par de pasos hacia mi y me sujetó ambas manos-, puedes confiar en mí, si hay algo que te asusta o que te preocupa, cuéntamelo. Te ayudaré.

Me solté de su agarre y me pasé las manos por la cara, suspirando con fuerza.

- Mira, este no es ni el momento ni el lugar para hablar de esto. Y, por cierto, para que tu moral esté más tranquila, que sepas que no te lo he dicho, no porque no confíe en tí, sino porque no sabía cómo explicártelo sin parecer una loca o una paranoica.

Se quedó callado unos minutos.

- No se si te acuerdas que antes de que te atacaran el mes pasado, te invité a cenar. ¿Qué te parece esto? Vamos a cenar algo hoy, y me cuentas todo lo que me tengas que contar.

- Hecho, y no le digas a nadie que vamos a quedar, no quiero que se entere nadie- antes de que preguntara lo que daba por seguro que iba a preguntar, levanté la mano para que no me dejara terminar-. Y antes de que lo preguntes, es porque quiero evitar cualquier incidente que pueda pasar, ya te lo explicaré.

No tuvo ni tiempo de procesar lo que había dicho porque alguien intentó abrir la puerta, haciendo que los dos mirarámos en esa dirección. Giovanni se acercó para quitar la silla y la dejó a un lado. Suspiré con fuerza al ver quienes eran, y me pasé una mano por el pelo, bajo la sorprendida mirada de Rosalie y Rebeca.

- ¿Interrumpimos algo?- cuestionó la morena.

- No seas estúpida, claro que interrumpimos- susurró Beca, pero los cuatro lo oímos perfectamente.

- Tranquilas, no pasa nada, solo estábamos hablando- miré al pelinegro rezando para que no se olvidara de lo que le había dicho unos minutos antes. Aunque no dijo nada, solo asintió hacia mis amigas.

- Nosotras mejor os dejamos solos- Rose cogió a la pelirroja del brazo para arrastrarla hacia la puerta, pero la voz de Giovanni hizo que pararan.

- No hace falta, yo ya me iba- dijo yéndose. Al estar ellas dos de espaldas no vieron el gesto que me hizo con las manos, indicando un reloj, el número diez y señalándome a mi. Supuse que me recogería en mi casa a esa hora.

- ¿Y bien?

Aparté la mirada de donde se encontraba la figura de Giovanni hacía unos segundos y la posé en Beca.

Nuestro testigo, la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora