Alexis Moore
Desde pequeña, aun cuando iba a primaria, mis profesores siempre me llamaban la atención por no parar de hablar en clase. Uno de los problemas de hablar por los codos, es que no hay manera de parar, y eso era lo que me estaba pasando en ese momento. Estábamos en clase, y al parecer, no fue muy buena idea sentarme con Beca, ya que llevábamos más de media hora hablando sin parar. Estaba tan enfrascada en nuestra conversación que no me di cuenta del pequeño alboroto que se estaba formando a nuestro alrededor hasta que Beca giró la cabeza para ver qué sucedía, así que dirigí mi vista hacia donde todos miraban.
- De acuerdo dejen el drama- alzó la voz el profesor, entonces me levanté un poco para ver qué ocurría. Al parecer el aire acondicionado empezó a soltar bastante agua, creando un gran charco en la entrada del aula.
- ¿En serio tanto drama solo por eso?- le pregunté a Beca.
- Pues sí, la gente es demasiado melodramática, honey.
- Oye, ¿algún día dejarás de ponerme apodos de esos?- dije divertida.
- ¿Por qué? ¿Te molesta?- cuestionó mirándome.
- Para nada- hablé sonriendo.
- Señorita Moore, ya que tiene tantas ganas de hablar, ¿por qué no va a pedirle al conserje que venga a limpiar esto?- interrogó el profesor mirándome serio, aunque en sus ojos se podía ver un ápice de diversión.
- Claro- dije con una falsa sonrisa levantándome, mientras lo maldecía internamente y escuchaba las risitas poco disimuladas de Beca.
Salí de la clase dando un gran paso, evitando así mojar mis botas. Cerré la puerta detrás de mí y empecé a caminar por los pasillos totalmente vacíos. Cuando giré a la derecha, me pareció escuchar pasos detrás de mí, así que me giré, pero no había nadie. Al pasar unos segundos los volví a escuchar, y me volví a dar la vuelta.
- ¿Hola?
Justo al pronunciar esas palabras, alguien detrás de mí me tapo la boca, entonces empecé a patalear intentando que me soltara, y sorprendentemente, lo hizo. Dio unos pasos hasta quedar delante de mí, entonces me encontré con esos ojos verdes mirándome divertidos.
- ¡¿Eres idiota o qué te pasa?!- grité.
- Bu- masculló sin quitar esa sonrisa divertida, haciéndome rodar los ojos.
Pasé por su lado y continué con mi camino ignorando el hecho de que empezó a caminar a la par mía.
- ¿No deberías estar en clases?- me preguntó Giovanni.
- Lo mismo te digo, listo- contesté sin mirarle.
- ¿A dónde vamos, si se puede saber?
- Me han mandado a buscar al conserje porque el aire acondicionado ha empezado a soltar agua.
Después de unos 5 minutos en los que deambulábamos por el pasillo sumidos en silencio, llegamos al cuarto del conserje, cogí el pomo de la puerta, pero antes de entrar me di la vuelta para mirar al chico que se encontraba detrás de mí.
- Gracias por acompañarme, caballero, pero puedo continuar sola- dije con un tono de burla.
- Ha sido un placer, bella dama, pero me quedo contigo.
Por mucho que lo intentara no pudo reprimir una minúscula sonrisa que se formó en sus labios. Dejando el tema de lado, abrí la puerta sujetándola para que no le diera a Giovanni en toda la cara, pero sinceramente, estaba tentada a hacerlo, simplemente por las risas.
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Nuestro testigo, la Luna
Fiksi Remaja"Cuando abres el baúl de los recuerdos para sacudirlo, son los recuerdos los que terminan sacudiéndote a ti", Claudia Marcela Palacio Bueno. Siempre pensé que este tipo de frases eran tonterías, frases sentimentalistas que la gente utilizaba para g...